El curso del Covid. Una prueba de fuego para la US
Arranca el nuevo ejercicio académico
Las clases se inician hoy de forma escalonada y tras un gran despliegue digital
El comienzo viene marcado por la polémica con los remanentes y el gasto en medidas de seguridad
La larga historia de la Universidad de Sevilla (US) seguramente esté colmatada de capítulos protagonizados por epidemias y otro tipo de crisis que obligaron a sus responsables a replantear el modelo educativo hasta entonces vigente. Pero en la memoria más corta, la de los últimos 50 años, no se recuerda una situación como la actual, precedida, además, de un estado de alarma que desveló innumerables carencias a la hora de desarrollar la enseñanza superior de manera telemática.
El curso que se inicia este lunes en la Hispalense viene precedido de dos importantes polémicas. Una de carácter institucional, que atañe a cuestiones de financiación; y otra, dentro de la propia comunidad universitaria, que meses atrás mostró su disconformidad con algunas de las medidas fijadas para el nuevo ejercicio académico.
La US, como la mayoría de universidades españolas, ha apostado por la "máxima presencialidad". Así lo recordó su rector, Miguel Ángel Castro, en la comparecencia que ofreció ante los medios el pasado jueves. No obstante, las medidas de seguridad establecidas para hacer frente al Covid-19 impiden que este modelo se pueda desarrollar al 100% en todas las facultades, de ahí que se haya decidido aplicar una enseñanza semipresencial y rotatoria que implica un gran despliegue de medios técnicos.
Más de 600 cámaras
En esa dotación ya son conocidas las 665 cámaras que esta semana se acabarán de instalar en las aulas. Servirán para que los alumnos que deban permanecer en sus domicilios reciban las clases en directo, mientras el profesor las imparte a los estudiantes cuyo turno sea presencial. En este punto conviene tener en cuenta que el modelo seguido por la US permite que los universitarios de un curso se puedan dividir hasta en cuatro subgrupos, un concepto nuevo -que sustituye al de grupo- y que ha traído la pandemia.
Cada facultad organizará los centros atendiendo al volumen de matriculados, instalaciones y características de sus enseñanzas. Así, las aulas podrán estar al 50%, 33% y 25% de su aforo, para cumplir con la distancia de seguridad. Por tanto, habrá dos, tres y hasta cuatro subgrupos de alumnos que irán rotando a la hora de recibir las clases presencialmente. Castro aseguró que este lunes 5 de octubre, cuando se inicia oficialmente el curso, todos los universitarios deben conocer ya el turno al que pertenecen, una información que muchos jóvenes habían reclamado al no tener constancia de ella hace escasos días.
Algunas facultades que ya han anunciado que sus clases serán 100% presenciales, como es el caso de Ingeniería de la Edificación, que cuenta con aulas de gran tamaño y un número de estudiantes no demasiado elevado, lo que permite mantener el modelo clásico de enseñanza. Otros centros también aplicarán la presencialidad total en sus clases prácticas.
Respecto a las cámaras -origen de una de las polémicas- los docentes no están obligados a usarlas. Su utilización, aunque conveniente, es opcional. Los profesores que las descarten habrán de recurrir a otras herramientas digitales que la universidad pone a su disposición para que los alumnos reciban las enseñanzas de forma on line.
Cógidos QR
El despliegue técnico no acaba ahí. A la hora de acceder a las aulas y otros espacios de las facultades, el registro de entrada y salida de los estudiantes se hará mediante un código QR que deberá ser escaneado por los asistentes, el cual, mediante el teléfono móvil les llevará a la web de la US donde habrán de indicar, en un cuestionario, si salen o entran y el puesto que han ocupado. Estos datos permitirán, en caso de que se produzca un contagio, conocer los contactos estrechos del alumno, que deberá permanecer en todo momento con la mascarilla colocada. En los colegios, por ejemplo, este rastreo se facilita por medio de los grupos burbuja.
No todas las facultades contarán con este sistema, de ahí que muchas opten por el modelo tradicional, aunque con un protocolo preciso. De esta manera, los alumnos, antes y después de apuntar su nombre y asiento en la hoja de registro, habrán de lavarse las manos con hidrogel. Este documento se custodiará en una caja durante 21 días. Sólo se hará uso de él si el servicio de prevención de riesgo laborales lo solicita al detectarse un contagio. Pasado dicho plazo, las hojas de registro se destruirán.
Una semana de adaptación
Como ocurrió en la Pablo de Olavide (que comenzó el curso el 21 de septiembre) y en colegios e institutos, la US se ha dado el margen de una semana para arrancar las clases, que empezarán de manera escalonada. Se trata del inicio más tardío de los últimos años. La intención es que durante estas primeras jornadas los alumnos -especialmente los de nuevo ingreso- conozcan el protocolo de seguridad diseñado para este curso tan complejo y que se adapten a él. Por tanto, las clases tendrán su pleno desarrollo a partir del martes 13 de octubre, después del puente del Pilar. En este sentido, la semana previa de experiencia que ha tenido la Escuela Técnica de Ingenería -cuyo inicio de curso se adelantó al lunes 28- ha resultado bastante positiva, en palabras del rector.
El curso empieza con más de 52.000 matriculados, aunque la previsión es que esta cifra supere los 60.000 cuando se cierren los plazos para másteres y doctorados, una cantidad que no dista demasiado de las registradas en ejercicios académicos pasados. La incidencia del Covid sí se percibe, por contra, en los datos de movilidad del estudiantado. Hasta el momento, el número de alumnos que pasarán el curso entero y el primer semestre en universidades extranjeras alcanza los 886. La edición anterior (sumados los del segundo semestre) llegó a los 1.415, es decir, casi el doble y que resultará difícil lograr. En cuanto a los que llegan, la cifra actual es de 1.163, mientras que el año pasado por estas fechas ya se rozaron los 1.400. Unos números que, pese a ser menores, deben valorarse positivamente si se atiende a las circunstancias actuales, que hacen sopesar la conveniencia de salir fuera a estudiar, al margen de las restricciones establecidas para ello.
11.000 prácticas en empresas
Otro aspecto importante concierne a las prácticas que los universitarios realizan en empresas e instituciones públicas. La intención de la US es que se llegue a las 11.000, para lo que se requiere que los alumnos, antes de acceder a dichas instalaciones, cuenten con los resultados de PCR, un procedimiento que ya están organizando los departamentos responsables de esta actividad.
Más del 80% de la plantilla docente de la Hispalense (formada por casi 6.500 profesionales) se han sometido a los test rápidos de coronavirus. De ellos, el 97% ha dado resultado negativo, mientras que un 2% está inmunizado y en 50 casos se han registrado un IGM positivo, a los cuales se les ha practicado la PCR, de los que sólo dos han confirmado el contagio. Para Castro, estos datos evidencian que las medidas de seguridad implantadas por la Universidad de Sevilla tras el confinamiento han tenido resultado y suponen una "garantía" para el inicio de curso.
La polémica por los remanentes
Hasta aquí todo el dispositivo contemplado para el arranque de las clases, un procedimiento que, pese a levantar discrepancias en el seno de la comunidad educativa, se solapa con el pulso que las universidades andaluzas mantienen con la Junta de Andalucía habida cuenta de la pretensión del Ejecutivo que dirige Juanma Moreno de que detraer 135 millones de euros de los remanentes de estas instituciones para engrosar el fondo de emergencia social y económica del Covid. Las relaciones se vieron seriamente afectadas en mayo, cuando se planteó la propuesta. Una situación que volvió a evidenciarse el pasado sábado, durante la ceremonia de apertura del nuevo curso.
En su intervención, el rector de la US pidió al consejero de Economía y Universidades, Rogelio Velasco, que "reflexionara" sobe este propósito y no detraiga los ahorros, puesto que implicaría problemas de "solvencia" en las instituciones académicas. Castro fue a más y advirtió del uso de remanentes para aliviar las cuentas de la RTVA, incluso para costear el nuevo programa de Bertín Osborne.
Por su parte, el consejero, minutos antes de este acto, se limitó a recordar el plan de inversión de 125 millones de euros que la Junta contempla para las 10 universidades públicas de la comunidad y a garantizar que se buscarán más recursos para este ámbito de la educación. Palabras que no convencen a los rectores andaluces, que hacen frente común para que los 135 millones de euros no se les detraiga de sus tesorerías. En este punto, como hizo Castro, advierten que tal maniobra es la que el Gobierno autonómico critica del Ejecutivo central, que también pretende obtener fondos a través de las arcas de los ayuntamientos.
Una adaptación por 20 millones
Una tensión surgida de la irrupción de la pandemia, que ha modificado los presupuestos previstos en 2020 para las universidades, que han costeado de sus bolsillos las medidas aplicadas para crear entornos seguros frentes al Covid. El rector ha insistido en que puede demostrar que el desembolso de la US para esta adaptación ha alcanzado los 20 millones de euros, una cantidad que piensa demandar dentro de la partida de 80 millones que el Gobierno central ha destinado a Andalucía para la enseñanza superior, que, además de universidades, incluye a las FP de grado superior y conservatorios con tal calificación.
Un contexto de reivindicación, incertidumbre y conversión tecnológica con el que arranca, en palabras del propio Castro, un curso "atípico y complejo" en la Universidad de Sevilla. Una prueba fuego de fuego más en la larga historia de la institución.
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