Mi currículum en una pared
Desempleados, estudiantes, extranjeros o amas de casa empapelan la ciudad para encontrar trabajo
Basta echar un vistazo a los anuncios que empapelan la ciudad para descubrir que en época de crisis "se pinta", "se zurce", "se cuida" y "se arregla" prácticamente de todo y a domicilio. Estudiantes que buscan sacarse un dinero extra, pintores y artistas que no dudan en pasarse a la brocha gorda mientras pasa el temporal, desempleados, amas de casa... Detrás de cada cartel, una historia y un único objetivo: llegar a fin de mes. Una realidad sumergida que emerge a tarvés de los carteles.
Entre tanta oferta, agudizar el ingenio sirve para desbancar a la competencia y en internet algunas páginas (como www.tablondeanuncios.com/carteles/) ofrecen consejos sobre cómo hacer que un cartel destaque por encima del resto y hasta modelos elaborados en los que sólo hay que cambiar el nombre y el número de teléfono. "Llamar la atención" era el objetivo de Elizabeth y Javier, un matrimonio de origen catalán que llegó a Sevilla hace unos meses y que se ofrecen en distintos carteles como empleada doméstica ella y "marido de alquiler" -para arreglos y chapuzas en general- él. "Mi marido vino con una oferta de trabajo a Sevilla pero pronto se quedó en paro", cuenta Elizabeth, que en Barcelona trabajaba "como camarera, operaria de fábricas o lo que iba saliendo". Aquí, el matrimonio -que tiene un niño y vive de alquiler- no ha tenido mucha suerte aunque les han llamado "un par de veces" desde que colocaron los anuncios y les sirve "para ir tirando".
También Eduardo Baquerizo, que es pintor artístico, busca llegar a fin de mes ofreciéndose para pintar "todo lo que me encarguen: paredes, rotulación, murales, retratos...". Eduardo, que nació en Córdoba hace 44 años pero ha vivido desde pequeño en Sevilla, regresó de Roma hace dos años, donde trabajó durante cinco en un estudio artístico "haciendo frescos para particulares, hoteles...". Cuenta que desde que volvió, y aunque suele trabajar "por cuenta propia", el hecho de que haya "tanta gente en idéntica situación" hace que haya más competencia y sea más difícil captar clientes. Cuenta que desde que colocó los carteles le están llegando muchos encargos de "retratos al óleo", lo que le permite continuar con su faceta más artística y ya está preparando una exposición que inaugurará en breve. "No me quejo porque voy sobreviviendo", dice Eduardo.
Durante años, César León y Raúl Torres, de 26 y 27 años, respectivamente, se dedicaron a "arreglar gratis" los ordenadores de amigos, familiares y conocidos. Pero un día, estos jóvenes estudiantes del último curso de Ingeniería Informática decidieron que "ya estábamos hartos" y que era hora de empezar a cobrar. Y del dicho al hecho. Colocaron carteles por la ciudad ofreciendo todo tipo de arreglos de ordenadores y crearon una web (www.estoy-harto.com). En este tiempo, han ido ampliando sus clientes -"principalmente estudiantes que requieren soluciones rápidas y económicas pero también algunas empresas"- aunque "el verano es flojo porque la gente está de vacaciones". En cuanto al tipo de encargos que reciben, explican, son "puestas a punto de los equipos y recuperación de datos". Pero esta forma de sacarse un dinero extra les ha servido también para ir definiendo el proyecto que les ha motivado desde que se conocen: montar una empresa propia dedicada a soluciones web. "Teníamos la necesidad de funcionar como una empresa pero emprender un proyecto así cuesta mucho dinero". La experiencia que han adquirido este tiempo les ha servido para dar los primeros pasos como Clic Soluciones (www.clicsoluciones. net), el negocio que han emprendido juntos.
Mejorar sus condiciones laborales es lo que motivó a Christian Martín, peruano de 25 años, a colocar carteles en los que se ofrece como cuidador. "Ahora tengo trabajo pero quiero conseguir uno mejor", explica Christian, que estudiaba Derecho antes de abandonar su país hace cinco años y que ahorra para poder traer a España a su hijo y su mujer. "Antes era más fácil encontrar trabajo pero ahora son más los que se dedican a esto con la crisis".
Son algunas de las historias de cada día que no están escritas en el reverso de los carteles que empapelan el paisaje urbano.
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