El jurado halla culpable de homicidio a la heladera que mató a un jubilado y lo metió en el congelador
crimen de la heladería
Sólo le aplica una circunstancia atenuante de confesión pero no la de hallarse bajo los efectos del alcohol
El fiscal eleva a once años su petición de condena y la acusación pide doce
El jurado ha hallado este martes culpable por unanimidad de un delito de homicidio a María del Carmen Quero Bernal por haber matado al jubilado Manuel Martín Ojeda, cuyo cadáver fue hallado el 9 de enero de 2016 en el interior de un congelador de la heladería Otoño de la Macarena.
El veredicto del jurado, hecho público este martes, sólo ha apreciado en la conducta de la acusada una circunstancia atenuante de confesión, pero no la de hallarse bajo los efectos del alcohol.
El jurado ha declarado probado por unanimidad que entre las 5 y las ocho de la mañana del 9 de enero de 2016, en el interior de la heladería, la acusada “golpeó fuertemente en la cabeza con un objeto contundente no determinado a Manuel Martín, haciéndole caer al suelo, inconsciente o fuertemente conmocionado”. A continuación, según el veredicto, la acusada, “con ánimo de acabar con su vida”, colocó de rodillas sobre el pecho de la víctima y lo estranguló con un cable u objeto similar, causando así la muerte por asfixia.
En cuanto al alcoholismo, el jurado ha declarado no probado por unanimidad que María del Carmen Quero Bernal se encontraba “en un estado de disminución muy importante de la capacidad de controla su actos y de conocer su gravedad y sus consecuencias”, un estado provocado por una “intensa embriaguez” tras haber estado bebiendo todo el día y la noche anteriores a los hechos y a agravado por su alcoholismo crónico, una atenuante que el tribunal ciudadano descarta rotundamente.
Para no apreciar esta atenuante, el jurado ha valorado la declaración de los policías locales que acudieron a la heladería aquella mañana y dijeron que María del Carmen tenía “síntomas de tener resaca pero no de estar ebria”, mientras que el otro agente dijo que estaba “normal, tranquila y coherente” y relató cómo la acusada en un momento dado les dijo incluso que no podían registrar el local sin orden judicial porque ella estaba viviendo allí y era como su domicilio.
Lo que sí ha apreciado el jurado es que la procesada confesó el crimen, por cuanto tras llamar a sus hermanos y contarles lo sucedido, se presentó sobre las 17:30 horas en una Comisaría de Policía de Dos Hermanas, donde “manifestó confusa y reiterativamente a los sorprendidos agentes de servicio que había matado a un hombre y que había escondido el cadáver en su heladería”, lo que determinó que la Policía se trasladara al establecimiento donde comprobó que su relato era cierto, por lo que la acusada “facilitó con ello el descubrimiento del delito y de su propia responsabilidad”.
Tras este veredicto, el fiscal, que inicialmente pedía ocho años y medio de cárcel al apreciar también el alcoholismo, ha elevado a once años su petición de condena para la acusada, así como que indemnice con 25.000 euros a cada uno de los cinco hijos del fallecido y con 50.000 euros a la viuda. La acusación particular que ejercen los familiares, por su parte, han pedido 11 y 12 años de cárcel, respectivamente.
La defensa, que ejerce la letrada Esperanza Lozano, ha solicitado que la condena no supere los diez años, dada la atenuante de confesión y el hecho de que carece de antecedentes, y ha anunciado un posible recurso para que se le aprecie la atenuante también de alcoholismo, lo que podría rebajar la pena.
Aunque inicialmente se acusaba por parte de la familia de un delito de asesinato, el magistrado que preside este jurado, José Manuel de Paúl Velasco, retiró del objeto del veredicto esta posibilidad al descartar que en los hechos concurriera la alevosía.
A lo largo del juicio, la Fiscalía negó que la acusada actuase en legítima defensa, por cuanto golpeó “violentamente” a la víctima con un objeto contundente y después lo estranguló, por lo que el “dolo homicida es palmario”.
En su informe definitivo ante el jurado popular, el fiscal reclamó una condena por la “violencia del ataque y el desgraciado desenlace”. El fiscal Luis Martín dijo entonces que aunque la procesada “exagera un poco” en la cantidad de alcohol que ingirió, sí que está acreditado que tomó “bastante alcohol”, afirmó el fiscal, aunque este extremo ha sido rechazado por el jurado.
Los abogados José Manuel Portillo y Mariano de Alba, que ejercen la acusación particular en representación de la familia, consideran que la confesión de la encausada en la comisaría fue "totalmente falsa, equívoca y tendenciosa", además de "interesada y alejada de la realidad", por cuanto ofreció una versión exculpatoria en la que "ocultó intencionadamente hechos relevantes y añadió otros diferentes, ofreciendo en suma una versión irreal que demuestra su intención de eludir su responsabilidad".
En su declaración ante el jurado, la acusada reconoció el crimen y explicó que metió el cuerpo en el congelador porque tenía “miedo y pánico”. María del Carmen añadió que está “muy arrepentida” de lo ocurrido y atribuyó la muerte a su problema con el alcohol, puesto que dijo que aquella noche estaba “muy borracha” porque llevaba “bebiendo varios días” sin parar y llevaba cuatro o cinco días durmiendo en el negocio, que cerró esos días.
La acusada aseguró que no recuerda que golpeara con un objeto –una estatuilla de buda- a la víctima ni que la asfixiara con un cable de alargadera. Según María del Carmen, lo único que recuerda que es que hubo una “pelea”, en la que el jubilado le gritaba “guarra y puta” y ella le respondía llamándole “cabrón”, pero afirma que “no sabe lo qué pasó”, aunque “supone” que acudieron a su local para mantener relaciones sexuales tras haber estado bebiendo algunas copas en un bar.
Sobre el origen de esa pelea, la acusada, que afirmó que es homosexual, indicó que le pediría alguna práctica sexual y reaccionó de esa manera.
La acusada añadió que no recuerda que le golpeara con un objeto contundente ni que cogiera el cable de alargadera para asfixiarle. “Me desperté en un charco de sangre porque golpearon a la persiana preguntando por él, pero se fueron y seguí bebiendo y me tomé una tableta de pastillas”, sostuvo la acusada, que tampoco recuerda ser consciente de cuándo metió el cadáver en el congelador de la heladería.
Dos hermanos de María del Carmen Quero Bernal, corroboraron en la vista oral que la acusada quería entregarse a la Policía antes de que se conociera su autoría. “Soy un monstruo, he matado a una persona“Soy un monstruo, llévame a la Policía y a la cárcel”, son algunas de las frases que la acusada les repitió insistentemente a sus dos hermanos, a los que confesó el crimen en la tarde del 9 de enero.
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