Los cuidados de Felisa
Carmelo Rivero, enfermero de familia en Cisneo Alto, valora la fragilidad de una de sus pacientes
Diez de la mañana. Centro de Salud Cisneo Alto. Carmelo Rivero, enfermero de familia, realiza una ronda a domicilio. Destino: el hogar de Felisa. Los cuidados de Carmelo forman parte de la vida de esta mujer de 80 años, que deja la puerta abierta a la llegada de su enfermero.
Un trato casi familiar durante unos treinta minutos sirve a Carmelo para identificar la posible situación de fragilidad de esta mujer, que hace años sufrió un ictus que le provocó, como secuela, problemas de movilidad. Un andador es su fiel compañero. Vive sola pero se siente muy acompañada. Sus dos hijos, Antonio y Manuel, viven cerca. Uno de ellos se encarga de levantarla todos los días y le prepara el desayuno; y su otro hijo la ayuda a bañarse. Su casa "no necesita aire acondicionado", dice Felisa, la corriente de aire la atraviesa desde las ventanas hasta la puerta.
"Su riesgo es considerado del Grupo Cero, entre los pacientes considerados frágiles", explica Carmelo, mientras valora la situación de esta mujer. "Está muy bien, Felisa", dice a su paciente tras comprobar los valores de coagulación de su sangre. Necesita un tratamiento para la tensión, otro para la coagulación y para la insuficiencia cardiaca que padece. Al menos son cinco pastillas cada día. "Entre estas patillas hay varios medicamentos con los que se debe tener especial cuidado porque potencian sus efectos con el calor", explica Carmelo, durante la visita.
Felisa disfruta de un hogar con buenas condiciones de refrigeración, pero otras personas mayores con enfermedades crónicas y polimedicadas residen en viviendas en mal estado y que suponen un riesgo añadido ante una ola de calor. "En el verano de 2003, cuando se produjo la histórica ola de calor, trabajaba en Los Pajaritos, donde hay personas que viven bajo techos de uralita y sin aire acondicionado. En aquel año y lugar atendí varios golpes de calor", recuerda Carmelo.
Cada centro de salud tiene identificada a su población de riesgo y el equipo de Enfermería de Atención Primaria se encarga de velar por su salud para evitar, en la medida de lo posible, un empeoramiento a causa del calor. Durante la visita del enfermero a domicilio, unas preguntas sencillas (fecha de nacimiento, dirección postal, nombre y apellidos, etcétera) permiten valorar el grado de dependencia de los pacientes y el posible deterioro año tras año. "Es curioso pero estos pacientes, incluso los que sufren demencia, nunca olvidan el nombre y apellido de sus madres; aunque sí dejan de recordar otros datos como el día y el mes en que nacieron", comenta. Las valoraciones pasan a un registro que favorece una asistencia coordinada y a tiempo.
"Hasta el próximo mes", se despide Carmelo de Felisa. La jornada de este enfermero de familia continúa en el centro de salud, en las Urgencias.
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