Los bancos de las Delicias aguardan una restauración anunciada hace 4 años
En diciembre de 2020 se presentó un proyecto para recuperar la estética y la decoración de este muro de defensa construido en 1917
El abandono de los bancos del Paseo de las Delicias de Sevilla, en imágenes
En un estado de conservación lamentable. El Paseo de las Delicias es uno de los privilegiados balcones que Sevilla tienen al río Guadalquivir pero sus bellos bancos de ladrillo rojo, estrenados en 1917 durante la reforma de este singular enclave, se encuentran destrozados. Tan sólo se conserva uno de sus remate esféricos y el material presenta numerosas pérdidas de fragmentos así como suciedad. Nada que invite al viandante a sentarse y disfrutar del paisaje. Hace cuatro años, el Ayuntamiento anunció una intervención para devolverle todo el lustre a este gran muro de defensa, con un diseño a prueba de vándalos incluido, pero nada se hizo y es urgente que se recuperen de cara a la gran celebración de 2029.
La creación de este muro de defensa comenzó a pergeñarse en 1903 ante la necesidad de defender a la ciudad de las inundaciones y crecidas del Guadalquivir. El asistente Sanz Larumbe plantea la modernización y ampliación del muro de defensa construido en el XIX. El tramo previsto entre el Puente de Isabel II y la Avenida de María Luisa se planteó como un elemento especial que debía integrarse en el entorno. Para ello, se diseñó un muro de ladrillo rojo con bancos del mismo material encastrados. La construcción de este tramo, fechado en 1917, correspondió al prestigioso arquitecto Vicente Traver.
Paralelamente se desarrollaron las obras de la Exposición de 1929, que cambiarían la fisonomía del lugar con sus bellos pabellones y una profunda transformación urbanística.
La Comisión Provincial de Patrimonio Histórico aprobó en diciembre de 2020 una intervención de recuperación sobre los catorce bancos que se ubican en este tramo del muro de defensa, construido en 1917 y cuya traza responde claramente a la corriente arquitectónica del regionalismo dominante en la ciudad a principios del siglo pasado. Al igual que el resto del muro, los bancos –que forman parte del mismo– están realizados con ladrillo rojo de cazoleta. Miden 4,18 metros de ancho y se intercalan cada 23,44 metros aproximadamente. A ambos lados de cada banco, se levanta un pequeño pilar de planta cuadrada que termina en una moldura semicurva. Sobre esta moldura se alza un pequeño pedestal de tres cuerpos decrecientes sobre el que se dispone una bola de 0,22 centímetros de diámetro, todo realizado igualmente en ladrillo rojo. Los asientos, originariamente también de ladrillo, están recubiertos en la actualidad por piezas de mármol Macael procedentes de la restauración realizada en el año 2008.
Las patologías que presentan los bancos son las normales por su exposición a la intemperie, aunque agravadas por la falta de mantenimiento y conservación. En concreto, se trata de afecciones ocasionadas por los agentes climáticos, la humedad y la contaminación atmosférica y las producidas por la acción de microorganismos como hongos o líquenes. Derivadas de estos agentes se detectan las siguientes afecciones: suciedad generalizada y biofilm. La totalidad de la superficie está cubierta por una capa de suciedad derivada directamente de la contaminación ambiental, que oscurece visualmente la tonalidad rojiza de los ladrillos. En zonas puntuales de los bancos se aprecia costra negra al concentrarse en las mismas partículas contaminantes procedentes del intenso tráfico de vehículos que existe en el Paseo de las Delicias. También se advierte disgregación en el bizcocho y pérdidas del llagueado y fisuras.
Una restauración a prueba de vándalos
Sin embargo, el principal problema del muro y sus bancos, como destacaba ya en 2020 el pliego para su restauración, es el ocasionado por el vandalismo. Desde su restauración en 2008 ha sido constante la desaparición de los remates de barro cocido de los bancos. En 2020 de los 14 existentes, sólo tres conservan todos sus elementos. Los 11 restantes presentaban grandes lagunas no sólo por la desaparición de las bolas sino también por la pérdida o fragmentación de parte de los pedestales donde se asentaban estos remates decorativos. En estos cuatro años la situación se ha agravado aún más. Sólo dos de los bancos conservna sus dos remates esféricos. La mayoría de los pedestales han corrido la misma suerte.
Para la recuperación de los elementos que faltaban se anunció que se iba a proceder a la realización de matrices en poliestireno expandido para posteriormente fabricar los moldes de cada una de los elementos en escayola. Las piezas se realizarían con arcilla. Para dificultar el robo de las bolas, se explicó que los remates se realizarían en una sola pieza en barro cocido imitando los ladrillos. Se rellenarían a continuación con mortero de cal dosificado y poliuretano y se fijarían a las pilastras mediante unas varillas de acero inoxidable de 1,5 centímetros de grosor por 60 centímetros de largo, todo ello sellado con resina epoxi. Las nuevas unidades serían en tamaño, forma y aspecto iguales a las repuestas en 2008 que se han perdido.
A pesar del bajo coste de la intervención, fijada en 46.500 euros y con un plazo de ejecución será de cinco meses, la actuación nunca se llegó a completar y la degradación ha seguido su curso.
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