Asesinato en Estepa: El asesino de Rocío desvela a la juez cómo la mató y descuartizó

Sucesos

La compra de una motosierra en internet levantó las sospechas sobre el autor confeso del asesinato

La Guardia Civil sigue buscando el arma homicida

La juez ha decretado el secreto de sumario

El furgón que trasladaba a Adrián P. para la reconstrucción de los hechos.
El furgón que trasladaba a Adrián N. para la reconstrucción de los hechos. / Juan Carlos Muñoz

Eran las seis de la tarde de este viernes cuando un furgón blindado de la Guardia Civil salía del número 6 de la calle Las Erillas Blancas, en Estepa. En su interior era trasladado Adrián N., el joven de 23 años que el pasado jueves confesó que había matado y descuartizado a Rocío Caíz, de 17 años, su ex pareja y madre de su hijo de cuatro meses. Acababa, así, la reconstrucción del primer crimen machista de este año en Sevilla y el registro llevado a cabo en la vivienda que ambos habían compartido hasta hace poco más de un mes. Una reconstrucción que duró cinco horas y que comenzó a la una de la tarde.

A la llegada del autor confeso del asesinato de Rocío, natural de Martín de la Jara, se vivieron momentos de mucha tensión. Tras el cordón de seguridad colocado por la Guardia Civil se agolpaban unas 30 personas (la mayoría jóvenes) que recibieron a Adrián N., al que no se le pudo ver el rostro, con gritos de “¡asesino, asesino!”. Bendra Ríos, amiga de la víctima, se saltó el cordón de seguridad y corrió hacia el furgón que trasladaba al presunto autor del crimen.

Tuvo que ser contenida por los agentes que custodiaban la zona desde las seis de la mañana. Ríos se ha convertido estos días en la portavoz de la familia de Rocío, que este viernes ha permanecido sin salir del domicilio que poseen en Martín de la Jara (a unos 40 kilómetros de Estepa), donde a las 20:00 se celebró una manifestación de repulsa por este nuevo asesinato machista.

La Guardia Civil centró la sospechas sobre el ex novio de Rocío Caíz al comprobar que el móvil de la menor no registraba movimientos fuera de Estepa y que días antes del crimen (que se produjo la noche del 2 al 3 de junio) Adrián N. había comprado una motosierra en internet, aunque aún no se ha confirmado si la usó para descuartizar el cuerpo de la joven. Tampoco se ha hallado el arma homicida con el que confesó haberle producido la muerte a la madre su hija, un cuchillo que lanzó la misma noche en que Rocío desapareció en un contenedor situado a pocos metros de la vivienda donde ayer se reconstruyó el crimen y que, según esta versión, habrían recogido los servicios de limpieza.

Secreto de sumario

Agentes de la Guardia Civil custodian la casa donde presuntamente se cometió el crimen.
Agentes de la Guardia Civil custodian la casa donde presuntamente se cometió el crimen. / Juan Carlos Muñoz

La juez titular del Juzgado de Instrucción de Estepa ha decretado el secreto de sumario. La magistrada estuvo presente en la reconstrucción del crimen que se llevó a cabo en la vivienda. Aunque todo hace pensar que fuera aquí donde se cometió el asesinato, este extremo todavía no ha sido confirmado oficialmente. Al piso accedió también, a las cuatro de la tarde, un médico forense. Además, varios agentes entraron con el material que suele emplearse para levantar las arquetas. Algunos de los guardias civiles inspeccionaron la azotea del bloque de pisos, contiguo a una fábrica de mantecados, principal industria de esta localidad de la Sierra Sur.

Algunos vecinos allí presentes afirmaban que el domicilio donde se llevaba a cabo el registro y la reconstrucción era propiedad del marido de la madre de Adrián N., un estepeño dueño de un importante negocio de palés, cuya residencia familiar se encuentra a las afueras de la localidad, en la carretera de Herrera, que desde el jueves por la noche permanece custodiada por la Guardia Civil.

El asesino confeso llegó a Estepa junto a su hermana (mayor que él) cuando tenía 10 años. Venía de Rumanía, de donde es original su familia. Su madre se había trasladado años antes a esta localidad después de conocer a su actual pareja, con el que tiene un hijo.

Según los vecinos, Adrián N. no trabajaba. Aseguran que acudía con frecuencia a los salones de juego que hay en el municipio. “Lo hacía con bastante dinero”, señala una estepeña cuyo hijo mantenía cierta relación con el presunto autor del crimen machista. Incluso afirman que el sábado por la noche, cuando ya los padres de Rocío habían denunciado su desaparición, lo vieron “de marcha”en una discoteca.

Ninguna sospecha de maltrato

Numerosos medios de comunicación se han desplazado a Estepa.
Numerosos medios de comunicación se han desplazado a Estepa. / Juan Carlos Muñoz

Antes del jueves la familia de Adrián N. había defendido con insistencia la inocencia del joven, quien 48 horas antes de confesar el crimen aseguraba que no le había hecho nada a la que fue su pareja durante seis años (ella tenía 11 años cuando comenzó la relación y él, 17). “Rocío, vuelve y da la cara”, decía mirando a la cámara de televisión. “No soy un maltratador ni un abusador. Yo a Rocío la he querido”, manifestaba en una entrevista a Antena 3 en la que llegó a bajarse la mascarilla anti Covid porque afirmaba no tener nada que esconder.

Vecinos del bloque de pisos donde vivió la pareja mostraban este viernes su asombro por lo ocurrido. Aseguraron no haber visto nada estos años que le hiciera sospechar sobre un caso de maltrato. Ninguno tampoco escuchó nada extraño la noche del 2 al 3 de junio en la que presuntamente se cometió el crimen de Rocío, que el próximo día 20 habría cumplido la mayoría de edad, como recordó Brenda Ríos. Se espera que su presunto asesino pase este sábado a disposición jucidial.

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