Así fueron los últimos cortes de agua en Sevilla entre 1992 y 1995
Alerta por sequía
La alerta por sequía en el área metropolitana está activa desde octubre de 2022
Moreno prevé restricciones de agua este verano en Sevilla, Córdoba y Málaga
Lavar el coche o regar el césped en casa equivale a gastar entre 20 y 500 litros de agua
Andalucía sufre uno de los mayores periodos de sequías de los últimos años. Esta crítica situación se ha agravado en los últimos meses hasta el punto de que el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha anunciado este jueves que prevé restricciones de agua este verano en Sevilla, Córdoba y Málaga.
El Ayuntamiento de Sevilla ya declaró en octubre de 2022 que la sequía había llegado al área metropolitana de la ciudad, activando la alerta para estos casos. Esto implicó la puesta en marcha de una serie de medidas que buscaban que la escasez de recursos y agua almacenada en la zona recibiera el menor impacto posible. Esto se dio a conocer a través de la publicación de un Bando que aún hoy sigue activo.
Desde entonces está prohibido el uso del agua potable para el riego de jardines, praderas, árboles y zonas verdes o deportivas, tanto en propiedades públicas o privadas; el riego o baldeo de viales, calles, sendas o aceras, de carácter público o privado; llenado de piscinas, estanques y fuentes que no tengan un sistema de recuperación o circuito cerrado; fuentes para el consumo humano que no tengan elementos automáticos de cierre; o el lavado con manguera de todo tipo de vehículos, entre otras medidas.
Esta batería de medidas no afecta a los grifos de los hogares ni las empresas, algo que sí puede ocurrir a partir de este verano, tal como ha manifestado Juanma Moreno este jueves.
Sevilla no vive cortes de agua desde la década de los 90. Fue el 1 de diciembre de 1992, dos meses después de la clausura de la Expo'92, cuando el Ayuntamiento de Sevilla impuso cortes de suministro desde las diez de la noche a las seis de la mañana. La medida afectó a 1,3 millones de habitantes de Sevilla y 38 municipios de su entorno. Las sanciones por incumplimiento llegaban hasta las 25.000 pesetas de entonces.
Estos cortes del suministro se prolongaron en el tiempo y la situación llegó hasta un punto dramático en 1995, cuando las reservas en los embalses estaban al 26%, según datos de la Conferencia Hidrográfica del Guadalquivir. Los sevillanos miraban todos los días al cielo, hacía meses que no llovía y expertos en la materia llegaron a plantear, incluso, la posibilidad de evacuar a la población a otro punto de España si la situación se mantenía, pero no fue necesario recurrir a esta drástica medida.
Otra idea desesperada fue la de instalar una desaladora en Sanlúcar de Barrameda, en la desembocadura del Guadalquivir para potabilizar el agua y luego llevarla a Sevilla en barcos. La falta de lluvia agudizó entonces el ingenio hasta cotas por encima de lo esperable.
Hay una clara diferencia con respecto a la situación de los años 90 y la actual, se llama Melonares. El embalse, que no estaba en uso en el año 1995, es la gran diferencia con respecto a esa sequía. A esto se suma todo lo que se aprendió entonces.
Sin Melonares habría la mitad de agua y una situación mucho más parecida a la que provocó que se quisiese evacuar a la población de la ciudad. Hoy, este embalse está al 41,9% de su capacidad, y la media de los pantanos sevillanos es del 34%.
Anteriormente a la década de los 90, Sevilla vivió otro gran apagón de los grifos. El 21 de noviembre de 1981 entraron en vigor las restricciones de agua más duras que ha vivido la ciudad. El suministro potable se suspendió desde las dos de la tarde hasta las siete de la mañana. Los sevillanos sólo disponían de siete horas de agua en los grifos.
Restricciones de agua en el año 2000
Más llevaderas fueron las restricciones de agua que se produjeron en el año 2000 en Sevilla. Entonces, un bando municipal firmado por el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín declaraba la adopción de medidas encaminadas a la supresión del uso de agua potable en aquellos casos no indispensable. En concreto fue el 28 de junio, tras "el año hidrológico más seco" de los cuarenta anteriores, tal y como recogía dicho documento.
El documento establecía hace 24 años medidas casi idénticas a las actuales. Prohibir el uso de agua potable para regar parques y jardines; limpiado de la vía pública; llenas piscinas, estanques y fuentes, privadas o públicas; el lavado doméstico con manguera de toda clase de vehículos; e, incluso, las instalaciones de refrigeración y condicionamiento que no tuvieran sistemas de recuperación o circuito cerrado.
Pero había más, se anunció la posibilidad de reducir la periodicidad de la lectura y facturación con carácter mensual e, incluso, la suspensión temporal de los contratos que no cumplieran las medidas anteriores. Anteriormente, se habían desarrollado campañas de llamadas a los derrochadores desde la empresa municipal para concienciar a los ciudadanos que más gastaban para que se iniciaran en hábitos de ahorro y se llegaron a suministrar, a las grandes empresas, sobre todo, ciertos dispositivos que, aplicados a los grifos, duchas y cisternas, lograban reducir el consumo de agua en 55 litros diarios por habitante. Los llamados deslizadores, un invento que funciona mezclando aire con el agua de tal forma que el usuario apenas nota los efectos de una baja presión.
No obstante, no fue suficiente y cuatro meses después de la difusión de este bando y, ante una continua escasez de lluvias, el Ayuntamiento endureció sus medidas con multas para todos los que no lograran ahorrar un 7,5% de agua a través de incrementos progresivos en sus tarifas e incluso recargos progresivos cuyo importe serviría para pagar las obras necesarias para el abastecimiento de la ciudad en esas circunstancias. Un recargo que sería mucho más caro para los consumos excesivos de agua, ya que no
se aplicaba de forma proporcional sino que castigaba a los que derrochen el agua. Además, la empresa metropolinata se reservó su derecho a cortar temporalmente y en los tramos horarios que considerara el suministro de agua a los consumidores derrochadores y reincidentes.
A esta situación se llegó con los pantanos al 33,4%. En el momento actual, los embalses sevillanos están al 34% con 218,33 hectómetros cúbicos.
La situación actual es igual de crítica que en el año 2000. Ante este panorama, el Comité de Expertos frente a la sequía celebrado este jueves en San Telmo ha traído el anuncio de la próxima aprobación del cuarto decreto contra la sequía que contempla un conjunto de inversiones que llega a los 200 millones de euros, entre los que se incluyen 50 destinados a ayudas directas al sector agroalimentario, el más afectado por la falta de agua.
El aspecto más novedoso de la medida lo constituyen los pactos alcanzados con todas las diputaciones de cara a acometer obras en aquellos municipios de sus respectivas provincias, cuyos ciudadanos ya sufren la carencia de recursos hídricos que afectan tanto a sus actividades económicas como a su vida diaria.
El presidente de la Junta no ha querido ahorrar calificativos para una situación que calificó de "extrema" y solicitó al final de su intervención la "implicación y concienciación directa de los ciudadanos, así como de las administraciones para que, independientemente de su color político, reaccionen de inmediato ante la emergencia". En un día marcado por las lluvias, Moreno lo ha dejado claro: "tiene que llover intensamente a lo largo de 30 días seguidos para que podamos llegar al verano".
De no hacerlo así y si se desaprovecha la oportunidad de acometer actuaciones inmediatas "ciudades como Sevilla, Málaga y Córdoba vivirán restricciones sin ninguna duda", aseguró Moreno quien ha recordado que "noviembre y diciembre fueron malos meses, enero también lo está siendo, con lo que ponemos nuestras esperanzas en marzo y abril para poder revertir esta situación".
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