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Más allá de la vacuna: ¿Cuál es el avance de los tratamientos contra el Covid-19?

Avances frente al cronavirus

El doctor Rodríguez Baño reflexiona sobre la dificultad que supuso en la primera ola adoptar decisiones sobre tratamientos sin evidencias científicas y da algunas claves sobre el combinado actual de terapias

Botes de la vacuna de los laboratorios Pfizer-BioNTech contra el Covid -19, la primera que empezó a administrarse en España. / Juan Carlos Muñoz

Si la carrera por las vacunas contra el coronavirus se ha logrado salvar en menos de un año, la búsqueda de un fármaco capaz de frenar el avance del Covid-19 y su desenlace en una enfermedad grave está desarrollándose de una manera similar. La llegada del coronavirus logró movilizar recursos nunca vistos para la ciencia y la tecnología. En tiempo récord, se ha logrado crear vacunas altamente efectivas, secuenciar el virus y crear pruebas de diagnóstico ultrarrápidas. Pero, además de la estrategia de vacunación masiva, por la que pasa el control de la pandemia, los investigadores están llevando a cabo numerosos estudios y ensayos centrados en prevenir la hospitalización y reducir las tasas de mortalidad para los pacientes graves que requieren ser hospitalizados, muchos de ellos prometedores.

Al principio de la pandemia, los profesionales sanitarios y los pacientes tuvieron que enfrentarse a la enfermedad con una gran incertidumbre y escasos conocimientos sobre qué podía resultar efectivo y qué no. Hoy son miles los ensayos clínicos en marcha en todo el mundo para evaluar la eficacia y seguridad de diversos tratamientos contra el Covid-19.

Precisamente sobre esa situación inicial reflexiona un año después el doctor Jesús Rodríguez Baño, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen Macarena. "Fue muy complicado tomar decisiones en el tratamiento de pacientes cuando no existían evidencias científicas sobre qué fármacos podrían ser eficaces", afirma el especialista en una reciente publicación en la prestigiosa revista Nature Medicine, en la que sugiere la necesidad de crear un nuevo paradigma para la toma de decisiones en medicina de cara a situaciones como la vivida hace un año en las que basarse en evidencias científicas anteriores no fue posible.

"Fue una situación muy difícil porque había información a raudales, pero poco contrastada y basada en artículos de mala calidad. Los pacientes estaban muriendo y cada hospital hizo su propio protocolo, aunque intentamos ponerlos en común todos los médicos que empezamos a tratar esta nueva enfermedad, al mismo tiempo que explicábamos a los pacientes que no había evidencias, pero que pensábamos que determinado fármaco podía ser eficaz y de alguna manera compartir con los pacientes el tratamiento que íbamos a aplicar, con todas las dudas que teníamos", explica el facultativo a este medio.

Para Rodríguez Baño "es necesario que en los hospitales exista una cultura de investigación clínica establecida, con personal entrenado y recursos disponibles que permitan la puesta en marcha de ensayos

clínicos rápidamente, incluso en situaciones de sobrecarga asistencial". Por otro lado, el doctor apunta la importancia de que se establezcan redes de investigación multicéntricas "dotadas y preparadas para poner en marcha toda la maquinaria necesaria para la realización de los ensayos"; que se priorice el proponer a los pacientes la participación en esos ensayos clínicos; y la realización de "protocolos consensuados", basados en la información disponibles, "y que los pacientes firmen consentimiento de que han sido informados de la falta de evidencia sobre los tratamientos que se les proponen".

En definitiva, aprender de la situación vivida tras un panorama inicial desesperado en el que se empezó aplicando fármacos utilizados frente a otras dolencias como la gripe, el ébola o el VIH, y de los que hoy, un año después, sabemos que casi todos han resultado ser inútiles. De hecho, de ese abanico de fármacos reposicionados que se emplearon en la primera ola sólo un puñado de medicamentos se mantiene gracias al aval de los estudios. Pero, ¿cuáles son esos tratamientos sí que han demostrado ser eficaces para tratar el Covid-19?

"Tenemos algunas evidencias de algunos fármacos que sí sabemos que funcionan, es decir, contamos con datos de un número considerable de medicamentos que tienen efectos y esos son los que aplicamos actualmente, aparte de los ensayos y estudios que se siguen haciendo", afirma el especialista.

En esta línea, Rodríguez Baño explica cuál es el combinado actual a aplicar en los pacientes que desarrollan una infección grave, según los protocolos de tratamientos y las guías clínicas que marca la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas. "Todos los pacientes que necesitan ingresar porque requieren de oxigenoterapia son tratados con Dexametasona", destaca el doctor. Se trata de un corticoide que tiene actividad antiinflamatoria e inmunosupresora, y que, desde el principio se barajó como una opción frente a una de las complicaciones más temidas de la enfermedad provocada por el coronavirus como es la tormenta de citoquinas y la neumonía por encharcamiento de los pulmones.

A los pacientes que, pese al uso de este fármaco no evolucionan bien o tienen un patrón de inflamación o un cuadro de gravedad aún mayor, se les añade, además, Tocilizumab. Se trata de un fármaco utilizado en artritis reumatoide y otras enfermedades, que se ha asociado a una menor mortalidad en pacientes Covid y estado hiperinflamatorio. "También vimos desde el principio que podía funcionar y que era una buena hipótesis y luego se ha demostrado", agrega el doctor, que fue uno de los coordinadores de un estudio multicéntrico español en el que se planteó la asociación de su uso con un riesgo tres veces menor de muerte o ventilación mecánica frente a aquellos casos en los que no se recibió este tratamiento.

Por último, Rodríguez Baño apunta al uso de Remdesevir como otra de las actuales claves terapéuticas frente al Covid, aunque destaca su eficacia "muy limitada". "Su uso básicamente se reduce a los pacientes que están en los primeros días de evolución de la enfermedad y que tienen ya suficiente gravedad como para ingresar en el hospital, pero partiendo de la base de que no tiene una eficacia maravillosa, aunque sí puede acortar la duración del ingreso", explica, destacando una mayor efectividad del mismo en un combinado con ciertos inmunomoduladores.

Por otro lado, dentro del conjunto de fármacos pendientes de una mayor investigación, que no han logrado la eficacia esperada o que, prácticamente, han fracasado frente al Covid-19, como es el caso de la hidroxicloroquina (totalmente descartada), se encuentra una lista de terapias que, aunque no recibieron tanta atención mediática como esta última, sí se depositaron en ellas muchas esperanzas. En esta línea se encontraría la terapia de plasma de convalecientes. Un tratamiento que, según explica Rodríguez Baño, los resultados obtenidos en los estudios que lo han evaluado han mostrado que no es eficaz en pacientes que ya han ingresado en el hospital, "seguramente, porque ya vamos tarde", indica. También se refiere el doctor a la vitamina D y sus derivados. Su uso estaría basado "estudios metodológicamente poco potentes y con bastante limitaciones", por lo que el especialista apuesta por "estudiarlos en un ensayo clínico bien diseñado ante su posible eficacia, que está pendiente de demostrarse".

Junto a todos ellos, aún hay múltiples fármacos prometedores que se están evaluando y que podrían mejorar aún más el pronóstico frente a la enfermedad provocada por el coronavirus en un futuro cercano. Como siempre, serán los ensayos clínicos rigurosos los que nos confirmarán en los próximos meses o años su verdadera utilidad.

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