Nervios y alegría por el pinchazo de AstraZeneca entre los profesores sevillanos
Coronavirus Sevilla
Más de un millar de docentes 'inauguraron' ayer en Sevilla la reanudación de la inmunización multitudinaria con el fármaco de Oxford diez días después de haber sido paralizado
Sevilla retoma la vacunación masiva con AstraZeneca
Nervios, pero también muchas ganas. Es el sentir general que han mostrado este jueves los profesores y maestros y demás empleados del ámbito educativo que, por segunda vez en menos de un mes, rompían el hielo con la vacuna de AstraZeneca.
La inmunización con el fármaco de la Universidad de Oxford arrancó en Sevilla el 24 de febrero, también con el personal docente, al que luego se le sumaron policías y guardia civiles y otros colectivos de profesionales esenciales, y este jueves se ha vuelto a reanudar, precisamente también con grupos de profesionales relacionados con la educación, tras haber estado paralizada durante nueve días al detectarse reacciones adversas e incluso algunos fallecimientos por trombos ocurridos después de su administración. Unos acontecimientos que, para la mayoría de los aproximadamente 1.200 citados este jueves en el pabellón deportivo de la Universidad de Sevilla en Los Bermejales, no han restado ilusión y ganas por conseguir la ansiada inmunidad.
"Lógicamente estoy nerviosa, pero vacunarse hay que vacunarse y si ésta es la que nos ha tocado, pues es la que toca y punto", afirma motivada la docente Carmen Álvarez mientras hace cola para acceder al recinto deportivo junto a otros dos compañeros de trabajo que aseguran que estaban "deseando" de que los citaran porque son los únicos que quedaban en su centro, un colegio de la capital, por vacunar. Sobre el miedo o respeto a posibles reacciones adversas, esperan que no sea "nada grave, más allá de lo típico de cualquier vacuna".
Con más resignación aguarda la cola otra profesora del colegio Ignacio Sánchez Mejías en Pino Montano que prefiere guardar el anonimato. "Después de todas las noticias sobre esta vacuna, la verdad es que no tenía muchas ganas, pero aquí estoy, con resignación, qué le vamos a hacer si es la que me toca", afirmaba la docente.
Ana López es profesora de un instituto de la capital y acude a su cita sin dudas. "Loca de contenta. ¿Miedo?, para nada", manifiesta. Unos metros más atrás espera su turno María José Guerra, maestra de un colegio en el barrio de Bellavista actualmente de baja maternal, que ansiaba su cita por una doble razón. "Estaba deseando que me llamaran por mi inmunidad, por supuesto, pero, sobre todo, porque he sido madre recientemente y estoy dando el pecho para poder pasar así al bebé mis anticuerpos", relata emocionada.
Aunque la vacunación con AstraZeneca ya ha sido ampliada hasta los 65 años, este jueves sólo han sido citados en este punto los docentes de hasta 55, con el objetivo de reaudar el proceso a partir de donde se quedó el pasado lunes día 15, cuando fue paralizada la administración de este antídoto. "Será a partir de la semana que viene probablemente cuando se les empiece a citar", afirman algunos enfermeros consultados. Justo en ese límite de edad se encuentra José María, de 55 años, y uno de los de mayor edad que han sido citados este jueves en Los Bermejales. "Si las autoridades sanitarias han autorizado su continuación es porque no hay ningún peligro", asegura.
Ya una vez dentro del pabellón, los citados pasan, en primer lugar por una especie de zona de admisión, donde comprueban la cita. A continuación van a registro, para que quede constancia de su vacunación, y, de aquí, directos a recibir el pinchazo. "La gente viene más tranquila de lo que esperábamos y muy concienciada", comenta un grupo de enfermeros que, además, son referentes escolares del Distrito Sanitario Sevilla. "Llevamos desde septiembre persiguiendo al virus en los colegios y ahora, por lo menos, estamos haciendo lo más ilusionante que puede hacer un enfermero en relación a esta enfermedad, que es poner las vacunas que pueden acabar con él", destaca uno de ellos, que advierte de la "errónea confianza" que observan en muchas personas una vez inyectada la primera dosis. "Nos da muchísima rabia ver cómo la gente se confía una vez recibe la primera dosis. Las medidas no hay que relajarlas nunca pero mucho menos entre las dos dosis porque tener puesta sólo una no significa que seas inmune", subraya el sanitario.
Y, tras el pinchazo, a esperar durante unos 15 minutos posibles efectos adversos. Para la mayoría de los entrevistados esta espera es tranquila. "Yo no he notado ni la aguja", afirma la profesora Mercedes Galán mientras aguarda el tiempo de rigor marcado en la zona habilitada en el pabellón antes de marcharse. "No le voy a negar que tengo esa sensación de nerviosismo típica de cuando vas a hacer algo importante y que algo de miedo hay, pero llevaba tanto tiempo esperando y viendo cómo iban citando a mis compañeros y a mí nunca me tocaba, que estoy muy contenta", destaca.
Entretanto, la tarde avanza y los pinchazos no paran. La meta, la ansiada inmunidad de grupo.
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