"Cuando las agencias reguladoras aprueben una vacuna será porque es eficaz y extraordinariamente segura"
Coronavirus | José Miguel Cisneros. Jefe del servicio de Infecciosos del Virgen del Rocío
Reconoce que la dimensión alcanzada por el Covid-19 ha cogido "desprevenido" al mundo en general
Ve lejos su eliminación y aboga por aprender a combatirlo y defenderse de él
La cura del coronavirus será la bomba atómica de este comienzo del siglo XXI, pero, hasta entonces, los expertos abogan por confiar en la pronta llegada de una vacuna eficaz y segura y, sobre todo, por aprender a convivir con el virus y saber defenderse de él. Es la opinión del doctor José Miguel Cisneros (Chilluévar, Jaén, 1960), jefe del servicio de Infecciosos del Hospital Virgen del Rocío, quien tras convertirse en la cara visible del brote de listeriosis en el verano de 2019, se encuentra ahora inmerso, quien se lo iba a decir entonces, en la batalla de otra crisis sanitaria, más grave aún y sin precedentes, de la que se cumplen ya ocho meses de combate.
Como el resto de la población, este experto en curvas epidemiológicas no esperaba la magnitud a nivel mundial que alcanzaría la extensión de este nuevo virus del que poco se conocía allá por el mes de febrero, cuando irrumpió en Andalucía y Sevilla, y del que queda aún mucho por conocer.
En un momento en el que los términos vacunas, asintomáticos, anticuerpos, sistema inmunológico o reinfección se empiezan a escuchar a diario en los informativos o a leer en la prensa e incluso forman parte de los vocablos más usados en las conversaciones más cotidianas, el doctor Cisneros explica a este medio la realidad que esconden estas palabras en el contexto de crisis sanitaria en el que el mundo entero está inmerso, que no son más que algunas claves sobre cómo se encuentra la evolución de la pandemia en el momento actual.
-¿Le sorprende la extensión que ha tomado la enfermedad en todo el mundo o lo esperaba?
-Sin duda, desde el principio no se intuyó a nivel general que este virus iba a tomar estas dimensiones; que iba a haber una pandemia de esta magnitud tanto de millones de personas afectadas como de duración en el tiempo. Esto ha sido una de las cuestiones que nos han cogido desprevenidos a nivel mundial. La estimación inicial era muy diferente y se pensó que sería algo semejante a otros antecedentes previos de infecciones por coronavirus como fue la del SARS (síndrome agudo respiratorio severo) o como fue la del MERS (síndrome respiratorio de oriente medio). Para nada se hizo una previsión de esta dimensión en el inicio, allá por enero o febrero, de que estaríamos en el mes de octubre y con tantos millones de casos descritos en todos los países del mundo.
-¿Se convertirá el SARS-Cov-2 en un virus endémico más?
–Erradicar un virus es algo realmente difícil, la humanidad sólo lo ha conseguido con la viruela, gracias a la vacuna, de manera que imposible no es, pero ya me conformaría con que consiguiéramos tener una vacuna eficaz al menos para evitar y reducir los casos, particularmente, en la población que más sufre las consecuencias de esta infección, que son las personas con enfermedades crónicas y los mayores. Esa es, idealmente, la mejor solución posible. Eliminar el virus, realmente es más complicado que combatirlo, de modo que lo más natural es que aprendamos a convivir con él y aprendamos, sobre todo, a defendernos mejor de él con más recursos terapéuticos y preventivos. Probablemente ésta sea la situación que va a suceder.
-¿Tendremos entonces que vacunarnos periódicamente frente a él?
–Seguramente. Todavía es pronto para saberlo porque primero tiene que estar la vacuna que, como bien sabe, está en fase de experimentación y tendremos que ver que su eficacia y seguridad se confirman cuando terminen los ensayos clínicos en fase 3. Después, una vez conseguido esto, también es importante conocer cuál es la duración que conferirá la inmunidad que produzca, es decir, si es como en el caso de la gripe, una inmunidad transitoria que sirve para cada año, o, por el contrario, se produce una inmunidad permanente como sucede con otras vacunas de otros virus, como por ejemplo, el sarampión.
-¿Por qué tan graves en unos y tan leve en otros?
–Esto tiene que ver con la interacción de dos elementos. Por un lado el virus y, por otro, las personas, es decir, el huésped. Esta relación bidireccional es la que explica que este virus afecte más particularmente a personas de edad avanzada, a semejanza de lo que hace el virus de la gripe, aunque, a diferencia de él, el virus de la gripe también afecta mucho a los niños, aunque sin gravedad, mientras que en los niños el SARS-Cov-2 tiene unas manifestaciones mucho menos llamativas y una incidencia menor. En este caso se ha demostrado que la mayor o menor afectación tiene que ver con la situación del sistema inmune, que envejece también con la edad, y que hace que los mecanismos de defensa frente a coronavirus sean más débiles. No obstante, esto no exime de que haya casos graves descritos en personas jóvenes y sin enfermedades crónicas en las que se ha descubierto algún trastorno genético que predispone a que este tipo de infecciones sean más graves y esto también lo hemos visto, aunque, lógicamente, en una dimensión mucho más reducida.
-¿Qué puede decir de las posibilidad de reinfecciones? ¿Es peligroso reinfectarse?
–Las reinfecciones son un hecho excepcional. En lo que conocemos de esta infección, y ya son nueve meses los que llevamos con ella, los casos de reinfección que se han dado se cuentan con los dedos de una mano. De manera que, podemos decir que, a fecha de hoy, y con el periodo transcurrido hasta ahora, la reinfección por este virus no es algo habitual. No sabemos si esto será también así cuando las personas hayan pasado ya doce meses desde que se infectaron o 24, porque todavía no hemos llegado a esa situación, pero para nada se trata del problema principal de este virus.
-Se refieren no pocos casos de cónyuges o personas convivientes en un mismo núcleo familiar que no se contagian o, al menos, dan negativo en los test de anticuerpos. ¿Esto es un misterio o tiene su explicación?
–Tiene su explicación y es que los anticuerpos que se miden en los test habituales no explican todas las respuestas del sistema inmune frente a este virus. Hay otra parte del sistema inmunológico que es la inmunidad celular y que juega un papel muy importante en el control de este virus y que no se determina de forma sistemática. Es por ello que personas que no tienen anticuerpos en las pruebas convencionales, seguramente lo que sí tienen es una inmunidad celular, que es la que controla la infección y que hace que sean las propias células las que ataquen y eliminen las células humanas infectadas. Esto es lo que explica que haya personas que pasan la enfermedad sin síntomas, pero que sí tienen respuesta inmune, aunque los anticuerpos sean negativos.
-¿Qué se puede decir hasta el momento de la duración de la protección de los anticuerpos tras haber superado la enfermedad?
–Hasta la fecha, lo único que se puede decir es que protegen al menos diez meses después de haber adquirido la enfermedad, que es el caso de los pacientes más antiguos y que, de momento, no han tenido reinfecciones. Es decir, lo que sabemos a fecha de hoy, es que se produce una situación de inmunidad sostenida en el tiempo, al menos durante diez meses, y que es probable que sea más duradera, pero eso hay que comprobarlo con el paso del tiempo.
-¿Pueden contagiar aquellos que ya han superado la enfermedad?
–No. Las personas que están curadas no son contagiosas. Sabemos que la dinámica viral en aquellas infecciones de coronavirus con formas leves tienen excreción, es decir, pueden ser contagiosas hasta uno o dos días antes de expresar los síntomas y hasta los primeros siete días desde el inicio de ellos. A partir de ahí dejan de ser contagiosas en la inmensa mayoría de los casos. Y es por eso que el criterio de hacer cuarentena se ha bajado a diez días.
-¿Se puede superar la enfermedad y no presentar anticuerpos?
–Esto está relacionado con lo que le explique antes de la inmunidad celular. La respuesta inmune es más compleja que los anticuerpos que se determinan, entonces hay un porcentaje que se cura y no tiene síntomas y que, además, tiene los anticuerpos convencionales negativos, es decir, que no se detectan, pero por el contrario tiene otro tipo de inmunidad que le protege, que es la inmunidad celular.
-¿Cómo actúa frente al Covid el sistema inmunitario?
–Frente a este virus, el sistema inmunológico produce una reacción por una parte humoral, con anticuerpos, y por otra celular que es la que contribuye, con diversas sustancias, a controlar este virus de forma bastante eficaz en la inmensa mayoría de la población y es sólo en aquellas personas con factores de riesgo o con edad avanzada en las que el sistema inmune, que está más débil, tiene bastante más dificultades para controlarlo.
-¿Cree que los plazos que se están dando para algunas vacunas de aquí a final de año es tiempo suficiente? ¿Qué seguridad da eso?
–La regulación de las vacunas, igual que la de cualquier medicamento, es más segura que nunca. Las agencias reguladoras, que son la americana, la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos de los EEUU) y la europea, la EMA (Agencia Europea de Medicamentos), no aprueban ni un sólo medicamento y ni una sola vacuna sin que tenga toda la documentación en regla. Y esa documentación en regla consiste en tener los resultados con todo detalle de los ensayos clínicos necesarios en fase 1, 2 y 3, que son imprescindibles. Cuando esas agencias aprueben una vacuna, quiere decir que ha pasado unos filtros de seguridad extraordinarios y que, en estas circunstancias, administrarlas será eficaz, porque así habrá quedado demostrado. Si va a haber contratiempos en los plazos estimados de las que están más avanzadas o no, eso no lo sabemos, pero si no lo hay, algunas ya han comprometido que pueden terminar en los próximos meses y otras a principios del año que viene.
-¿Qué supone para la evolución científica que se hayan paralizado dos ensayos de vacunas por enfermedades de sus participantes?
–Lo que se han producido son paradas transitorias. Esto es habitual en la investigación biomédica porque se prioriza la seguridad. Entonces, todo aquello que le sucede a las personas que están participando en un ensayo clínico se atribuye inicialmente al producto que reciben, para protegerlas, y entonces se inicia una investigación y, al final, en la inmensa mayoría de los casos se comprueba que es otra la causa que ha provocado esa reacción y no el fármaco o la vacuna. Cuando esto se demuestra se vuelve a reiniciar el estudio y eso es lo que ha pasado con esos dos casos que me comenta.
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