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Farmacias al pie del cañón: una labor esencial al otro lado del mostrador

Coronavirus

Además de dispensar medicamentos, los farmacéuticos hacen de médicos, psicólogos y maestros

Las más de 800 farmacias de la provincia fomentan con su trabajo su compromiso

Pantallas de metacrilato separan los mostradores de la Farmacia Cansino en Castilleja de la Cuesta. / Juan Carlos Vázquez

Las farmacias son uno de los pocos servicios básicos que durante el estado de alarma han estado subiendo la persiana cada día. Desde el inicio de la pandemia, a sus profesionales les está tocando enfrentarse cara a cara con un virus que lo ha puesto todo patas arriba. Su trabajo no es fácil. Han asumido leyes y normas, funciones medicas, adaptado espacios a las necesidades de la crisis sanitaria y cambios en su día a día, con los que en definitiva saldrán reforzados como servicio esencial y sanitario mas cercano a la población.

El presidente del Colegio de Faamacéuticos de Sevilla, Manuel Pérez. / M. G.

Y es que, la crisis del coronavirus nos dejará en la retina muchas imágenes difíciles de olvidar y las farmacias están en el foco de muchas de ellas. Si echamos la vista atrás y nos vamos al comienzo de la pandemia nos acordaremos cómo las boticas se convirtieron en el principal recurso de una ciudadanía que buscaba mascarillas por doquier ante la necesidad de protegerse de un virus que corría como la pólvora entre la población. El desabastecimiento entonces de estos productos de protección marcó el inicio de una crisis sanitaria sin precedentes y los carteles en las puertas de estos negocios con el clásico "no hay mascarillas" dieron la vuelta al mundo.

Sólo han pasado algo mas de dos meses desde entonces, pero la intensidad del momento hace que esas inquietudes formen ya parte de un pasado alejado. Ahora, en las farmacias ya hay mascarillas y geles hidroalcohólicos y, aunque sigue sin haber guantes, el otro producto estrella de esta crisis, "se pueden hacer menos necesarios con una correcta higiene de mano". Así lo recomienda el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, Manuel Pérez. "Independientemente del uso de guantes, la desinfección con soluciones hidroalcoholicas y el lavado de manos periódicamente y al menos durante 30 segundos es clave en estos momento", señala.

A fin de proteger al gremio, desde este organismo se remitieron durante los primeros días tras la declaración del estado de alarma una serie de recomendaciones a las farmacias asociadas. "En concreto se enviaron 16 recomendaciones", señala Pérez, entre las que figuraban medidas como aconsejar a los usuarios ir a la farmacia de uno a uno, acudir sólo cuando fuera estrictamente necesario, tratar de mantener la máxima distancia de seguridad dentro de la farmacia, que los profesionales que atienen estuvieran siempre detrás de los mostradores, que utilizaran mascarillas y guantes y que enseñaran a la población a ponérselos y quitárselos con seguridad, entre otras.

"También le pedimos al Sanidad equipos de protección que finalmente no llegaron. Nosotros no hemos tenido ayuda de nadie para el tema de la protección. La Consejería, en un momento determinado, nos facilitó algo, pero poca cosa. Nosotros nos hemos suministrado de estos recursos como hemos podido y a estas alturas de la película todos tenemos EPIS", afirma el presidente de los farmacéuticos, que recuerda a los 19 compañeros fallecidos a consecuencia del coronavirus, a los 500 boticario afectados y el cierre de en torno a 40 farmacias en España por la infección de todo su personal.

La farmacéutica Mati Muñoz en su farmacia de El Ronquillo. / M. G.

La provincia de Sevilla cuenta con 872 farmacias y alrededor de 3.000 farmacéuticos colegiados. Julio Cansino y Mati Muñoz son dos de estos profesionales que están viviendo esta crisis desde dos puntos diferentes de la provincia.

Mati es propietaria junto a su padre de la única botica del municipio de El Ronquillo. Aquí, esta joven farmacéutica lleva atendiendo pacientes, como ella los llama a lo largo de toda la entrevista, desde hace seis años que acabó la carrera. "Desde que los veo entrar por la puerta ya se lo que me van a decir", afirma y matiza: "el trato aquí con el paciente es muy familiar porque nos conocemos todos y tenemos mucha relación".

La crisis sanitaria ha llevado a este pueblo de la zona Norte de la provincia, y de apenas unos 1.300 habitantes, una reorganización sanitaria por la que los vecinos se han quedado sin servicio de urgencias en el centro de salud por las tardes. Por esta razón la farmacia se ha convertido en el único punto sanitario del municipio en horario casi ininterrumpido ya que, aunque cierran a mediodía, "el teléfono no para de sonar cada día desde bien temprano", manifiesta la farmacéutica.

La atención en la farmacia también se ha tenido que adaptar a esta nueva etapa. Se extreman las medidas de limpieza, el contacto es mínimo y se facilita la entrada al local de manera individual. "Hemos delimitado con una cinta un espacio de seguridad de un metro entre el paciente y el mostrador y hemos colocado unos dispensadores del geles hidroalcohólicos para su uso y comprado una mampara de metacrilato para ponerlas en el mostrador como barrera física y también se aconseja el pago preferente con tarjeta".

En la farmacia de El Ronquillo tampoco se han olvidado de la educación sanitaria. "Tenemos una pantalla en la que hemos puesto información relativa al Covid-19, incluyendo los números de teléfono de especial interés, recomendaciones sanitarias como el lavado continuo de manos con agua y jabón o mensajes como el quédate en casa", explica Mati Muñoz, que destaca la recomendación a los clientes de no tocar los productos y dejar que sean los farmacéuticos los únicos que se muevan por el establecimiento.

También se ha extremado la higiene. "Realizamos una constante desinfección de la farmacia tanto en el mostrador como en la mampara, teléfonos, todo lo que utilizamos a diario, además del suelo. Normalmente, el suelo se limpia al abrir y al cerrar tanto por la mañana y como por la tarde, y el lavado de manos y limpieza de PTV o teléfono la hacemos entre paciente y paciente", explica.

Julio Cansino (El tercero por la izquierda) junto a parte de los doce empleados que conforman el equipo de la Farmacia Cansino. / Juan Carlos Vázquez

Julio Cansino es titular de una de las farmacias más veteranas de la provincia. Tres generaciones suma ya este negocio de la calle Real 100 de Castilleja de la Cuesta que abrió sus puertas en el año 1936. La crisis ha provocado también cambios, por ejemplo en los horarios laborales de las 12 trabajadores que conforman la plantilla.

"A raíz de la alerta sanitaria y vista la exposición que podía tener la plantilla de contagiarse. Tomamos la decisión de que era conveniente trabajar por bloques de empleados de manera que establecimos los equipos A, B y C donde el A trabajaba de mañana, el B de tarde y el C el fin de semana. Y esto era rotatorio. Entre uno y otro se desinfectaba la farmacia con el objetivo de que si alguien tenia la mala suerte de contagiarse el equipo que se viera afectado por alguno de sus componentes saldría de la farmacia y los otros dos tendríamos que hacer el esfuerzo de cubrir ese turno. Gracias a dios no hemos tenido ningún caso positivo", explica el farmacéutico.

Pero eso ya ha pasado, la evolución positiva de la pandemia y la desescalada ha provocado que en la farmacia Cansino se hayan recuperado los turnos habituales. No la forma de trabajar. "Desde el lunes 11 de mayo con la entrada de la provincia en la fase 1 sometimos a la farmacia a una completa reestructuración. En un primer momento pusimos mamparas, mascarillas por su puesto a todo el mundo, y gel hidroalcohólico después de cada dispensación. Cada cuatro dispensaciones desinfectábamos la zona donde están los pacientes y la mampara y a mediodía hacíamos una limpieza total. Ahora hemos reestructurado toda la farmacia para adaptarla a las nuevas circunstancias de manera que hemos puesto mamparas para proteger tanto al trabajador del paciente como interpúblico, como si fueran boxes individualizados para que cada persona no tenga contacto con la que tiene al lado", expone Julio Cansino.

Mati Muñoz, mientras hace la dispensación de un medicamento. / M. G.

Al igual que en la pequeña farmacia de El Ronquillo, en esta botica de Castilleja de la Cuesta, además de dispensar medicamentos, los profesionales hacen de médicos, psicólogos y maestros. Nuevas funciones asumidas por la pandemia y por las que, avisa Julio Cansino, se ha generado una cierta tensión en la ciudadanía.

"Los pacientes han tenido un verdadero terror a ir al centro de salud y nos han visto durante todo este tiempo como el primer filtro sanitario al que acudir. En nuestro sello esta el intentar solucionar los problemas que nos plantee el paciente pero ese miedo ha hecho que hayamos vivido momentos de tensión o fuera de lo común. Los pacientes vienen con miedo, pero prefieren consultar aquí antes que ir a un centro sanitario y en muchos casos nuestras respuesta tienen que ser mandarlos al médico. Ha venido gente con importantes subidas de tensión, golondrinos, quemaduras de primer grado… eso ha generado unas situaciones en las que, lógicamente el paciente tiene una expectativa de que aquí se le vas a solucionar un problema y la solución a su problema la tiene un médico. A mí se me han dado la circunstancias en las que he tenido que llamar a la esposa de un señor, cuando no había mascarillas, y facilitarle una de las de mi equipo porque tenia la posibilidad de tener un problema grave y de hecho tenía una apendicitis que lo operaron sobre la marcha", relata el farmacéutico.

Los sevillanos también han cambiado sus visitas a estos centros sanitarios. "Contamos con una alta demanda de productos naturales para tranquilizar y conciliar el sueño tipo valeriana o tila y también una mayor demanda de suplementos de vitamina C para el aumento de las defensas y productos contra el insomnio", comentan los farmacéuticos.

Una farmacéutica atiende a una paciente en la botica de Castilleja de la Cuesta. / Juan Carlos Vázquez

Ellos también se desplazan a ciertos domicilios para llevar medicamentos a personas enfermas que no pueden acudir a comprarlos. "La dispensación a domicilio la realizamos según protocolo sólo a pacientes que debido a su estado de fragilidad no puedan acudir a la farmacia a recoger su medicación habitual o que estén situación de cuarentena domiciliaria y que vivan solos. Pero en realidad aquí, al ser un pueblo pequeño, en el que todos nos conocemos, entre los vecinos y los familiares nos hemos ayudado entre todos", relata Mati.

Durante la alerta sanitaria, las farmacias han asumido otras tareas como la dispensación de tratamientos hospitalarios para evitar desplazamientos innecesarios, solicitan la renovación de tratamientos habituales en aquellos casos en los que las hayan caducado sin que hayan podido contactar con su médico, se lleva a cabo el sistema de validación de recetas de papel oficiales para evitar las falsificaciones y la puesta en práctica de la iniciativa de Mascarilla 19 para casos de violencia de género. Medidas "pioneras" en el mundo de la farmacología que, a criterio de Julio Cansino, en algunos casos "deberían de haber llegado para quedarse".

Transcurridos ya casi tres meses desde esas primeras escenas, la situación ha cambiado y es mucho más tranquila y llevadera, pero en el recuerdo de estos profesionales quedarán momentos duros de miedo e incertidumbre que incluso, en el caso de Julio Cansino, le llevaron a aislarse de su familia. "Los 23 primeros días me aislé de mi familia y me quedé solo y estuve 14 horas al frente de la farmacia en el mostrador. Quería dar ejemplo a mi equipo y que si alguien se tenia que poner malo yo rezaba porque fuera yo antes que cualquiera de ellos", relata.

También en la pequeña farmacia de El Ronquillo recuerdan la "preocupación" de los comienzos de la crisis. "Hemos pasado verdadero miedo e incertidumbre de contagiar y contagiarnos nosotros con el valor añadido de que somos la única farmacia en el pueblo y si alguno enfermaba tendríamos que ponernos en cuarentena y cerrar la farmacia, no pudiendo darle el servicio a la población. Somos el primer y más accesible establecimiento sanitario del que disponen los ciudadanos y no podemos fallarles", concluye Mati Muñoz.

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