Convento de San Alberto de Sevilla: una hospedería para vivir el espíritu religioso

La mitad del claustro de los filipenses acogerá un alojamiento con 28 habitaciones que gestionará una empresa sevillana. El proyecto permite a la comunidad restaurar el espacio y obtener recursos para su gran labor pastoral y caritativa

Las fotos del convento de San Alberto de Sevilla

Proyecto de hospedería en el convento de San Alberto / José Ángel García

Ni hotel, ni apartamentos turísticos. El claustro del convento de San Alberto de Sicilia, sede de los padres filipenses en Sevilla, acogerá una hospedería con 28 habituaciones. Este proyecto promovido por la empresa sevillana Nüa Hotels y que firma el arquitecto Honorio Aguilar cuenta con la particularidad de que las personas hospedadas podrán disfrutar de un espacio en pleno centro de Sevilla que es un oasis y un remanso de paz que rezuma espiritualidad. Esta es precisamente la novedad y la clave de esta iniciativa. El edificio mantiene su uso religioso y los hospedados podrán convivir con la comunidad, y empaparse de su esencia, que permanecerá en la mitad del claustro que colinda con el templo. La empresa promotora y la comunidad han firmado un acuerdo por el que se alquila a largo plazo parte del claustro para que acoja la hospedería a cambio de llevar a cabo una rehabilitación completa de los espacios. La iniciativa permite a los religiosos conservar un edificio de gran valor patrimonial a la vez que obtienen recursos muy necesarios para desarrollar su actividad pastoral y asistencial. Está previsto que las obras arranquen en breve y el plazo de ejecución estimado es de 18 meses. 

“Este proyecto responde a lo que la comunidad ha querido desde un principio. Ofrece la posibilidad de estar hospedado y compartir vida con la comunidad y en este espíritu no caben ni un hotel ni unos apartamentos turísticos. Más adelante podemos ofrecer visitas a la iglesia, organizar cultos...”, explica el sacerdote Alfonso Muruve Fernández-Piedra, prepósito (superior) de la comunidad de los filipenses en Sevilla. “Es, en definitiva, una experiencia vinculada a lo que significa alojarte en un convento y más en este que es un remanso de paz en pleno centro de Sevilla”, añade Macarena Álvarez Núñez, representante de Nüa Hotels, que promueve la obra y explotará el alojamiento.

El bucólico claustro del convento con la cúpula de la iglesia al fondo.
El bucólico claustro del convento con la cúpula de la iglesia al fondo. / José Ángel García

Esta empresa sevillana, que ya cuenta con otros establecimientos en la ciudad, ha querido desarrollar toda una experiencia para el huésped en la que el propio edificio, su carácter, y la idiosincrasia de la ciudad –que se reflejará, por ejemplo, en detalles como los desayunos– estén presentes. A eso es a lo que invita el convento, enclavado en pleno centro, en la calle Manuel Rojas Marcos, a un paso de la Alfalfa y de la Catedral.

El proyecto para hacer una hospedería era algo que rondaba en la cabeza de los filipenses desde hacía algunos años. Así conseguirían, por un lado, darle valor al edificio mediante su restauración, a la vez que obtendrían recursos para su actividad pastoral y para la atención a las personas necesitadas. La comunidad cuenta actualmente por seis religiosos y tiene dos parroquias en la ciudad, en Sevilla Este y en la Avenida de Pino Montano. La persona que pone en contacto a los filipenses y la empresa es Juan Manuel Fernández Argüeso. “En 2018 empezamos a hablar. Tuvimos un parón por la pandemia y luego volvimos a retomar el contacto. Esto supone un balón de oxígeno importante. No sólo queremos salvar el edificio, también nuestra misión. Desde entonces hemos ido de la mano dándole forma al proyecto que queríamos”, indica el superior.

La Giralda desde la azotea del convento.
La Giralda desde la azotea del convento. / José Ángel García

La comunidad rechazó ofertas de fondos de inversión más onerosas

De hecho, la comunidad ha contado con otras ofertas mucho más onerosas para ellos por parte de fondos de inversión, pero que se alejaban mucho del espíritu conventual que es el que querían mantener a toda costa con la actuación. “No queríamos una piscina en la terraza, un bar de copas o el claustro lleno de mesas y sillas. Nos ofrecía mayor rentabilidad, pero los proyectos no eran respetuosos ni eran como queríamos enfocarlo”, añade el sacerdote.

El contrato de arrendamiento se ha cerrado por un plazo amplio de tiempo, 50 años, y en la negociación siempre estuvo en el primer plano el respeto al edificio y a la comunidad que lo habita. Negociar la renta siempre fue secundario para ellos. “Este es un proyecto de una familia sevillana que conoce la ciudad, su religiosidad, su patrimonio y quiere mantener todo eso”, comenta Macarena Álvarez. “Como comunidad nosotros estamos muy agradecidos por la paciencia que han tenido con nuestras peticiones. Han sido cinco largos años de encuentros y reuniones. Esto no ha sido fácil para la comunidad porque es nuestra casa”, incide el superior de los filipenses.

El padre Alfonso Muruve, la promotora Macarena Álvarez; y el arquitecto Honorio Aguilar, en la azotea del convento.
El padre Alfonso Muruve, la promotora Macarena Álvarez; y el arquitecto Honorio Aguilar, en la azotea del convento. / José Ángel García

La hospedería del convento de San Alberto tendrá 28 habitaciones, entre dobles e individuales, que se construirán en prácticamente la mitad de las galerías del claustro. El ala del lado este, anexa a la iglesia, y parte de lado norte, sobre la sacristía, seguirán siendo de uso de la comunidad y mantendrán un acceso independiente. Las estancias tendrán todo el confort y el equipamiento propios de un establecimiento de cinco estrellas, pero sin perder la sencillez, como explica la responsable de la empresa: “La obra en el claustro será integral y el respeto al edificio será el máximo, por eso elegimos al arquitecto Honorio Aguilar. Es la persona adecuada para llevar a cabo este proyecto”.

La fabulosa cúpula encamonada con yeserías de la escalera principal del convento.
La fabulosa cúpula encamonada con yeserías de la escalera principal del convento. / José Ángel García

El arquitecto, por su parte, confirma esa idea de trabajo de conservar y potenciar los valores que hacen único a este inmueble: “Cuando entras aquí no te esperas algo de estas dimensiones, con este cielo... este silencio y la calma. Nuestra idea es respetar al máximo todo lo que hay. Vamos a recuperar el mortero de cal y la jabelga, pondremos barro donde hay barro. Y el mármol, rojo, gris y negro de la fabulosa escalera nos servirá de guía para otros lugares. El objetivo es que todo tenga el mismo estilo”. Estructuralmente, el edificio no tiene grandes problemas, incluida la iglesia, ya que los filipenses hicieron obras en las décadas de los 50 y 80 del siglo pasado. 

Convenio para restaurar las obras de arte

Los alumnos de Bellas Artes realizando tareas de restauración en la Dolorosa del calvario
Los alumnos de Bellas Artes realizando tareas de restauración en la Dolorosa del calvario / Juan Carlos Muñoz

Para que la experiencia de los huéspedes sean completa, la comunidad de frailes filipenses de San Alberto y la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla firmaron un convenio de colaboración para restaurar algunas de las obras de arte del cenobio. Estas piezas, tras su recuperación, seguirán formando parte de la decoración y contribuirán a que las personas alojadas tengan la misma experiencia que los propios religiosos que las disfrutaban hasta ahora. En concreto, son los alumnos del Máster Universitario en Conservación de Bienes Culturales adscrito a las Universidades de Sevilla y Huelva, y que cuenta con la colaboración del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), los que están realizando las tareas, como ya informó este periódico. Las primeras obras en pasar por el taller de la facultad han sido una pintura de gran formato de la Coronación de la Virgen, datado en el siglo XVI; y un calvario atribuido con certeza a Cristóbal Ramos, junto al dosel que lo cobija. El cuadro estaba en la escalera de acceso al claustro y volverá ahí una vez restaurado. Allí lucirá bajo la cúpula encamonada con bellas yeserías que se recuperará durante las obras. Por su parte, el calvario regresará a la sacristía.

Trabajos de limpieza en el rostro de la Dolorosa de Cristóbal Ramos.
Trabajos de limpieza en el rostro de la Dolorosa de Cristóbal Ramos. / Juan Carlos Muñoz

La comunidad ya ha recibido por parte de la universidad el nuevo convenio para que los alumnos de prácticas puedan continuar con la restauración de las obras de arte del convento. En los próximos meses está previsto que se intervenga. En concreto, serán una serie de 14 cuadros de apóstoles y santos relacionados con los filipenses. La intención de la comunidad es que se pueda hacer también un pequeño museo gracias a todas las restauraciones que se han hecho ya y que se harán en un futuro.

De los carmelitas a los filipenses

La iglesia del San Alberto fue el templo del Convento de San Alberto de Sicilia de los carmelitas calzados. Este cenobio contaba con un colegio, de ahí que tuviera una gran biblioteca, que en parte se conserva. Fue fundado en el siglo XVII y desamortizado en 1835. 

La escalera de acceso a las plantas superiores del claustro.
La escalera de acceso a las plantas superiores del claustro. / José Ángel García

Por su parte, los filipenses se establecen en Sevilla en 1698, en el Oratorio de San Felipe Neri. De allí fueron expulsados en 1868 por la Revolución Gloriosa. En 1877 la comunidad se constituyó de nuevo en unas casas de la calle Toqueros (actual calle Conde de Ibarra). El arzobispo Lluch y Garriga les cedió ese mismo año la iglesia del antiguo Convento de San Alberto. En 1879 trasladaron sus residencias a la calle Fabiola. En 1916 compraron una casa en la calle San Isidoro, que conectan con el templo. Finalmente, en 1944 compraron las dependencias del convento, que habían tenido diferentes usos civiles. Tras unas obras de restauración se trasladaron definitivamente en 1982.

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