Santa Clara y la Torre de Don Fadrique, ideas para un espacio único
Patrimonio
El proyecto de este entorno con origen en el siglo XIII debe tener tal altura de miras que no oculte a la ciudad su aprovechamiento total, incluida la visión de la torre y su apertura a Sevilla hacia el este
"Hay algo de refugio materno en el compás de un convento. Un silencio terapéutico, reparador, sanador, que te envuelve y se filtra con una calidez placentera", ha escrito recientemente la historiadora María José Caldero en un artículo sobre el convento de Santa Paula, que conserva la clausura, aun con sus visitas programadas o espontáneas, como contraste al de Santa Clara, semiabierto ya a todos los sevillanos. ¿Pero cuán abierto será el entorno de Santa Clara y la Torre de Don Fadrique?
El viernes 10 de febrero de 2023 fue una fecha histórica: Sevilla recuperó la iglesia del convento de Santa Clara, que será reabierta al culto después de la bendición que de su restauración realizó el arzobispo José Ángel Saiz Meneses. "Es la culminación de una historia de ilusión", dijo monseñor, poniendo énfasis en este hito para la ciudad, no sólo para la Iglesia.
No sólo el culto litúrgico
El Arzobispado de Sevilla tiene previsto que la iglesia compatibilice su uso cultual con algún uso cultural, según anunció Isacio Siguero, secretario general de la Archidiócesis, antes de la bendición: "Habrá misas misas dominicales en principio y luego se irá viendo qué uso pastoral se le puede ir dando". "Habrá también exposiciones, aprovechando el coro alto y el coro bajo, y actividades culturales", y un "proyecto en relación con la pastoral de la cultura y la educación", prometió.
Será Gumersindo Melo, director de la Casa Sacerdotal de la calle Becas, el rector de la iglesia, cuyos horarios para el culto aún no se han definido. Pero Santa Clara y su entorno, con la Torre de Don Fadrique como mudo testigo de su historia desde que nacieran ambos edificios recién conquistada Sevilla por Fernando III, es mucho más que el vestigio de aquella Sevilla del siglo XIII y de su devenir a lo largo de más de 800 años.
Sólo la iglesia, como señaló hace un lustro el historiador Manuel Jesús Roldán, cuando su restauración era embrionaria, podría ser el museo en Sevilla de Juan Martínez Montañés. Los cinco retablos de la misma salieron del genio y la gubia del imaginero puente entre el Renacimiento y el Barroco.
Un proyecto histórico y con vocación global
Sevilla, sin celos ni postureos, debería poner empeño en recuperar en toda su dimensión este espacio que es historia de la ciudad y que, gracias al esfuerzo del Ayuntamiento y del Arzobispado, ha recuperado parte de lo que fue. Sólo parte… Porque mientras el proyecto de Santa Clara siguió su curso hasta que el consistorio de Antonio Muñoz cumplió afortunadamente la promesa de restaurar la iglesia con cargo a las arcas municipales y también estatales, nada menos que tres millones de euros, surgió una nueva amenaza.
El mismo concejo proyectó recientemente una modificación de su Plan Municipal de Vivienda que puede cercenar la idea de todo el entorno Santa Clara-Torre de Don Fadrique como algo global: el uso del garaje de la calle Becas que Juan Talavera de la Vega levantó a principios del siglo XX, respetando en aquella esquina con la calle Lumbreras la visión de la torre, que sería tapada por el nuevo bloque de viviendas proyectado por Emvisesa, como advirtió recientemente el arquitecto municipal jubilado José García-Tapial en un excelente artículo que ya solicitaba no hurtar del horizonte de Sevilla la preciosa edificación del siglo XIII.
La recuperación de Santa Clara, junto a Don Fadrique, debe ir mucho más allá, por todo lo que significó el convento de clarisas, exclaustrado en 1996, y lo que sigue significando su entorno junto a la torre medieval cuyas dos primeras plantas conservan el único vestigio románico en Sevilla, con el arco de medio punto como testimonio. En la planta superior ya se apuntaron al cielo los arcos, como era ya de uso en aquella época gótica, en ese anhelo de ascensión que tuvo el infante -hijo de Fernando III y hermano de Alfonso X-, cuyo legendario amor prohibido hacia la joven viuda del rey santo, la francesa Juana de Dammartín, fue menoscabo de su figura y causa de su caída en desgracia. Aunque la realidad fue otra más prosaica y política.
Fue en 1998 cuando el Ayuntamiento y el Arzobispado, con Soledad Becerril y Carlos Amigo Vallejo al frente, firmaron el primigenio convenio que daría como resultado una permuta de espacios que poco a poco fue viendo la luz, a tres bandas, pues estuvo implicada también la Junta de Andalucía: la Casa Sacerdotal para la Iglesia y el Espacio Santa Clara para Sevilla, con la contraprestación también de la cesión desde 1989 del antiguo seminario del Palacio de San Telmo para que acogiera, tras su restauración, la sede central del Gobierno andaluz.
Sede fija de artes escénicas
Desde aquel final del siglo XX fue reconstruyéndose el sueño de Santa Clara, propiedad municipal excepto la iglesia ya desde 2001, y la Torre de Don Fadrique. Incluso en aquella época, tras una primera restauración de la torre, antes de la definitiva que culminó con su reapertura en julio de 2022, ya empezó a ser usada ésta como espacio escénico. Allá por el año 2000, la compañía de teatro La Tarasca representó por primera vez ante la misma la obra El secreto de la Torre de don Fadrique, de Ramón Bocanegra.
Aún recuerdo la emoción compartida con mi madre cuando accedimos por el callejón del antiguo compás y la portada de la primigenia universidad de Sevilla, el Colegio de Santa María de Jesús, de principios del siglo XVI, que fue trasladada allí. Fue como retrotraernos a aquellos paseos infantiles cuando, entre Santa Ana y La Barqueta, íbamos a casa de mi abuela materna y se podía acceder tanto al compás de las clarisas como al cisterciense de San Clemente, coetáneo de Santa Clara.
La Torre de Don Fadrique y el Espacio Santa Clara ya han cobrado vida como escenario de obras teatrales, de la Bienal de Flamenco y del Festival de Música Antigua. De forma esporádica, de forma guadianesca. La recuperación global permitirá que esa vida escénica y expositiva tenga un curso continuo, transformándose en un verdadero centro cultural vivo.
Un gran espacio artesanal
Allá por los años 70, Santa Clara aún tenía vida, en las viviendas anexas al compás, sus huertos y sus talleres de artesanos. Muchas de estas zonas están incluidas en el proyecto de recuperación del compás, con un presupuesto de 5,7 millones de euros -con un 45% de financiación por el Ministerio de Fomento- y un primer plazo previsto hasta 2024: la restauración del acceso desde la calle Santa Clara, las edificaciones del norte del compás, el ala oeste del claustro, la sala de profundis, las edificaciones de vida particular, las crujías norte del claustro y los antiguos huertos. Aunque esto va para muy largo, a ver si para 2030...
¿Y no sería posible crear ahí un espacio artesanal a gran escala, ahora que la presión inmobiliaria está echando los talleres artesanos de antiguos enclaves del casco como la Plaza del Pelícano o Pasaje Mallol, en el entorno de Santa Paula, la calle Goles en la trasera del convento del Carmen y ahora Conservatorio, o el corralón de Castellar tras el Palacio de las Dueñas y el convento del Espíritu Santo? Dotar de vida a este entorno único sí que sería crear un museo vivo y a un tiempo íntimo de la ciudad. Ya que se ha implicado a la Universidad de Sevilla también, no estaría mal que su departamento de Antropología Social estudiara las posibilidades de enmarcar y rememorar aquel contexto de convivencia junto a las clausuras conventuales.
Lo museístico y la referencia a Cambridge
El Ayuntamiento ha sido sensible a la necesidad de recuperar Santa Clara en distintas legislaturas y con Antonio Muñoz, de la mano de monseñor Saiz Meneses, se ha abierto la espita de una nueva esperanza. Pero es que da tanto de sí este espacio… También para lo museístico. Porque el proyecto de recuperación integral de Santa Clara ha implicado también el acuerdo con el Rectorado de la Hispalense para el anhelado museo de la Universidad de Sevilla, un acuerdo firmado el viernes 20 de enero de este 2023. Irá en el antiguo Colegio Cervantes, que también formó parte del convento, hacia la calle Becas y junto al Espacio Santa Clara.
En la firma del acuerdo con la Hispalense, Antonio Muñoz comparó el sueño de Santa Clara y la Torre de Don Fadrique con Cambridge. "La transformación de Sevilla en uno de los espacios relevantes de la cultura europea, a la manera que otras universidades han conseguido hacer como Cambridge", dijo ese viernes 20 de enero. ¿Pero se imaginan en Cambridge que un bloque de tres plantas más el ático tapara su altanera joya, la torre del malhadado infante que no pudo ver cumplido el sueño de su amoroso palacio al norte de la ciudad y frente al río?
Emvisesa y la ocultación de la Torre
Si no se cambia de lugar el muy necesario proyecto de viviendas sociales en la esquina de Becas con Lumbreras, donde Juan Talavera padre levantó con mesura las naves del antiguo garaje, se cercenará la posibilidad de esa concepción global, viva, abierta a la ciudad, para disfrute de residentes y visitantes, desde todos los puntos cardinales, también hacia el este y el norte.
Como recordó José García-Tapial, "el dilema está planteado". "Levantar el bloque de viviendas, ocultando la torre y asfixiando el centro cultural, o mejorar y ampliar éste, respetando además la imagen histórica de la torre dominando el caserío", sugirió el arquitecto municipal. "Confiemos en la demostrada sensibilidad hacia el patrimonio histórico de la ciudad en general, y hacia Santa Clara en particular, de nuestro alcalde", añadió. Amén. Y que la realidad política no oculte la leyenda. Que no se repita la traición de Don Fadrique.
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