De la contracultura a la Basílica
Calle Rioja
Emotiva visita de Manolo Cuervo a la Macarena, hermandad que le encargó el cartel del 19 a este artista que ilustró el cine, el jazz y otros símbolos de la modernidad
NO os vayáis a asustar. El que avisa no es traidor, da a entender Manolo Cuervo (Isla Cristina, 1955) a la delegación macarena que le abre las puertas de la Basílica al pintor al que le han encargado el próximo cartel. “En la Macarena siempre hemos sido modernos”, le dice con naturalidad Miguel Ángel Fernández, el prioste, que hace de guía en un viaje espiritual que tiene la cima en el camarín de la Virgen, “estoy emocionadísimo”, dice Cuervo, que hace una confesión. “Toda mi familia ha sido trianera, pero a mí siempre me tiró la Macarena. Y se van a enterar ahora”.
José Antonio Cabrero, el hermano mayor, es un marinero en tierra que cumple años el mismo día que los cumplía Alberti. Recuerda sus tiempos de marino mercante, que intercambia con la experiencia de Cuervo cuando hizo la mili embarcado en el Juan Sebastián Elcano.
El prioste le dice que el ancla representa la virtud teologal de la esperanza. Manolo Cuervo es el noveno pintor que acepta este envite desde que la hermandad le confió esta tarea a Ricardo Suárez, que forma parte de esta selecta pinacoteca junto a Joaquín Sáenz y Carmen Laffón.
La visita empieza en el bar Plata, el mismo que está fotografiado a comienzos del siglo XX con un gentío cubierto de gorras, sombreros y algún tricornio. Un bar macareno, Macarena se llama la dueña, con una camarera romana (Simonetta) y música de ópera, Los Cuentos de Hoffman.
Manolo Cuervo, pintor de la contracultura sevillana, enseña a sus anfitriones –Suárez, Cabrero, el prioste y el fiscal primero, Pepe del Castillo– unos collages de la Macarena de 1985. Quien quiera conocer la obra del autor del cartel 2019, está en la librería Un Gato en Bicicleta y el teatro Central. En su palmarés nazareno, “yo no soy capillita”, de niño salió con San Benito y de grande hizo el cartel de la Hiniesta.
Está a punto de comenzar la misa de once y media. Hacen fotos a lo de siempre. A Cabrero le subleva civilizadamente que la gente que se fija en la tumba de Queipo no alce la vista para ver el crucificado de Ortega Bru. Este santaderino de cuna es hermano mayor de la Macarena porque Brenes está muy cerca de Cantillana. “De Juan Manuel Rodríguez Ojeda no me preguntéis, de Joselito el Gallo lo que queráis”.
En el cartel de Juan Miguel Sánchez de 1930, Manolo Cuervo no sólo ve elementos “de psicodelia”, sino que reconoce al autor de los muebles que decoraron el antiguo Laredo, el de los paisanos de Cabrero, y los frescos de la estación delPrado.Y tararea la letra de Triniá, la copla que compuso Rafael de León. “Al Museo de Sevilla / iba a diario Juan Miguel / a copiar las maravillas / de Murillo y Rafael”. Le enseñan una verdadera primicia. La túnica pontificia de Pablo VI, santo reciente, que donó a la hermandad un franciscano. El Papa Montini fue quien le dio rango de Basílica al templo de la Macarena.
Entre los dos mantos de Rodríguez Ojeda, de 1901 a 1930, va un tercio de siglo. Joselito el Gallo sufragó muchos de sus diseños. En 2020, Cabrero quiere conmemorar los 450 años de la fundación de la hermandad y el centenario de la muerte de José en Talavera. El torero al que inmortalizó Federico García Lorca, de quien está el poema Tardecilla del Jueves Santo. La Capilla Chica antaño fue una calle que daba a Casa Cornelio. Cuervo repara en dos carteles. El viernes da una charla en el instituto Bécquer donde es profesor Javier Buzón, que hizo el cartel del 18. Félix de Cárdenas le mandó una copia del suyo dos días antes de morir. El próximo lo firmará él. La contraseña icónica de 14.400 hermanos más los sesenta nuevos que jurarán el próximo sábado.
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