La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Sevilla fina en la caja de Sánchez-Dalp
Raquel Revuelta
NACIÓ en el aniversario de la toma de la Bastilla y un año antes del mayo francés. Hija del verano, Raquel Revuelta (Sevilla, 14 de julio de 1967) brinda los cánones de la revolución sevillana por excelencia, la primavera. "Los sevillanos nos revolucionamos todos los días del año, pero es verdad que en la primavera el ánimo invita al cambio".
Dicho y hecho, la sevillana que conquistó las artes bellas (representó a España en Los Angeles en el concurso de Miss Universo) y ejercita con paleta y pincel las bellas artes, se prepara para su particular Reconquista, el regreso a Los Remedios. El barrio en el que se asentó después de nacer en la clínica de Fátima, donde con cinco años vio llegar una Feria del Prado de la que sólo tiene constancia fotográfica, el colegio de sus hijos, la oficina de su empresa, Doble Erre, porque Raquel se hizo empresaria antes de cumplir los 25 años, en plena Expo.
Salimos de la Puerta del Príncipe. Su padre, el doctor Manuel Revuelta, relevista junto a Garmendia y González Green, le contagió "la inquietud por la fiesta nacional". Su madre, Amalia Armengou, vasca de Mondragón, forjó el molde de la sevillana que tiene pendientes escapadas a Kenya y a la India aunque su paraíso, teniendo un precio astronómico, es una ganga. Se llama Sevilla. "Los sevillanos somos unos privilegiados viviendo en una ciudad como ésta".
Ha pasado el rubicón de las veinte ediciones de Simof, la feria de la moda flamenca, "el único traje regional que evoluciona, el único que está sujeto a tendencias". En ese escenario vivió el tránsito de la bonanza a la hecatombe. "Iba a decir el sector, pero el sector no existía. Se retrocedió muchísimo y este año hemos batido el récord de firmas expositivas y de diseñadores".
La niña de Los Remedios, frisando la adolescencia, se muda a Valencina de la Concepción, los dominios antaño de Alfonso Grosso, hogaño de Kiko Veneno. Dólmenes para una musa de la modernidad nunca excluyente con la tradición. Un botón de muestra. "Cuando empezaron a salir las mujeres nazarenas, a mí no me hizo mucha gracia porque cada uno está educado en sus tradiciones. Lo he vivido desde pequeña. Mi abuelo paterno fue hermano mayor de la Esperanza de Triana, tuvo una labor decisiva en la Capilla de los Marineros. Mi primo Guillermo es de la junta de gobierno de la hermandad. Y yo, desde esa primera reserva a las mujeres nazarenas, me estoy pensando seriamente la posibilidad de salir este año".
Un año de propósitos entre los que figura este regreso a Los Remedios después de sus escalas en Valencina, Mairena del Aljarafe y la calle Baños, cuando dio con una casa grande en una calle pequeña. Nunca es tarde, se repite en su fuero interno. "Me he propuesto por fin aprender a cocinar". Se rompió el menisco jugando al paddle.
Entre la torre de Santa Ana y la Giralda, las dos mitades con el río como pasarela de anhelos y afanes. Se graduó en la Expo, cuando la ciudad fue capital del mundo, carabela descubierta por embajadas de lejanas latitudes, y no perdió el pulso ni las ganas. Le gusta la novela negra y tiene entre manos La verdad sobre el caso Harry Quebert, la obra de un suizo veinteañero, Jöel Dicker, como el alma veinteañera de la mujer que emprendió antes de que se inventara la palabra.
Le gusta cruzar puentes que nunca separan, siempre unen. Y jamás se cansa de una liturgia urbana. "Llego andando hasta la plaza de la Contratación y después, como si lo viera por primera vez, aunque no sé cuántas lo habré visto, la Giralda, el Alcázar, se puede una enamorar de una ciudad". La ciudad que fue en tiempos Miss Universo, la corona está a la espalda de Raquel, la torre del Oro, podio de la historia, galeones de Indias, aventureros de Europa, y Sevilla pasarela de legajos, encomiendas y cuadernos de bitácora. Afanes pretéritos gracias a los cuales Los Angeles, donde Raquel Revuelta paseó el nombre de Sevilla en el celofán de España, se llama Los Angeles. Proclamada Miss España en el valle de la Orotava en 1989, el año que cayó el muro de Berlín y con él el espejismo de ese país de comisarios políticos y nadadoras sobrenaturales.
Marzo es a abril lo que abril a mayo en la Sevilla de los pasos cambiados en el calendario. "La Semana Santa y la Feria son complementarias". En el cincuentenario del gol de Marcelino a la URSS, recuerda que el gol de Iniesta lo vio en Ibiza. De la patria de los Cinco Magníficos llegó a Sevilla un torero que baila sevillanas con aliento de jota, trasvase Ebro-Guadalquivir. "La Semana Santa y la Feria las vivo intensamente, pero pocos días".
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