El conde-duque se bajó del caballo de Velázquez
Calle Rioja
Homenaje. El Tercio de Olivares, asociación cultural de recuperación histórica, escenificó la rendición de Breda y el regreso de Flandes con actividades en la casa natal de Velázquez
DON Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, se bajó del caballo del retrato ecuestre de Velázquez y se presentó con sus Tercios en la casa natal del pintor, una calle semioculta entre la plaza del Buen Suceso y la del Cristo de Burgos. Uno es tabernero de Olivares, otro policía local de La Algaba, distintos oficios y procedencias, pero venían de Flandes “de recuperar Breda para la religión verdadera”.
En el 420 aniversario del bautizo de Diego de Silva y Velázquez (1599-1660) en la pila de la iglesia de San Pedro, diferentes voluntades se unieron para reivindicar la vida, la obra “y la sevillanía” del yerno de Pacheco, del “pintor de la luz”, como reza la estatua de Antonio Susillo que preside la Plaza del Duque.
Velázquez agradeció los cumplidos de sus paisanos. Salió al balcón de la casa donde nació, encarnada su personalidad por Alfredo Bravo Buendía, el reverso del pintor. “Velázquez nació en Sevilla y murió en Madrid, yo nací en Madrid y vivo en Sevilla”. Reside para más señas en Olivares, los dominios del conde-duque, el valido de Felipe IV. “Vine a Sevilla a hacer dibujos animados, soy pintor y caricaturista”.
María Valdivieso se asomó al balcón para regalarle al pintor un tanguillo, “quien no haya visto el mar que se levante”, y una colombiana. Un lugar propio de saetas fuera de temporada, acompañada a la guitarra por Alfredo Lagos. La cantante también ha hecho un videoclip rodado en la casa natal del pintor.
El rey que lo acogió en su Corte no podía faltar. Felipe IV tiene cambiados los números romanos del rey Felipe VI que ha iniciado consultas para formar gobierno. Al rey planeta, como fue conocido el monarca, lo hizo suyo en atuendo y en gestualidad Manuel González, propietario de la Taberna Ágape, un local de Olivares que es la sede oficiosa de la Asociación Cultural y de Recreación Histórica Tercio de Olivares.
Si fueran cuadros, sus títulos serían Se Alquila y Asegurada de Incendios. son los dos carteles que se leen junto a la casa natal del artista. La vivienda tiene ahora dos administradores que la quieren potenciar como espacio cultural: Enrique Piñeyro y Enrique Bocanegra. “Las ciudades europeas homenajean a sus genios. Salzburgo lo hace con Mozart, Stanford-on-Upon con Shakespeare”, dice el segundo. Un agitador cultural curioso. Entre 2007 y 2018 organizó once galas de los Goya como coordinador cultural de la Academia del Cine. Ganó el premio Comillas de Biografías por su obra Un espía en la trinchera (Tusquets), el rastro de Kim Philby en la guerra civil española, y viaja al siglo XVII para reivindicar a Velázquez.
El cumpleaños fue una tarde muy pictórica. En la iglesia del Buen Suceso empezaba la misa de ocho y media entre las maravillas de Domingo Martínez que recrean la genealogía de Jesús; Félix Gómez esperaba las visitas en su galería de arte de calle Morería. Los Tercios de Olivares pasaban junto al restaurante donde cenó Obama. Ex presidente de un país donde Velázquez es junto a Cervantes, Rafa Nadal y Plácido Domingo uno de los principales exponentes de la marca España.
Diego Velázquez, por boca de su alter ego Alfredo Bravo, se comprometía a pintar algo sobre tan gozosa jornada. Justino de Dassau rindió pleitesía ante Ambrosio de Spínola por la rendición de Breda. El tercio de Olivares vino de Flandes “evitando al pérfido francés” –extrapolación de la pérfida Albión– en galera hasta Cádiz y río arriba hasta Sevilla, su gran patria chica.
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