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Las comidas navideñas se diversifican en Sevilla: de las empresas a los amigos del parque

Hostelería

Cualquier vínculo sirve para organizar estas reuniones que adelantan su celebración a mediados de noviembre

La subida de los precios complica encontrar un menú por menos de 40 euros

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Una comida de Navidad en Vida Jonda. / Juan Carlos Vázquez

Empezaron siendo cenas corporativas y han acabado convertidas en una excusa para reunirse en torno a una mesa, al menos, una vez al año. Son las comidas navideñas, tan frecuentes en esta época que muchos negocios han colgado ya el cartel de completo para los próximos fines de semana. Un éxito absoluto tras varias ediciones en las que no pudieron organizarse por las limitaciones sanitarias del Covid. Y ello, pese al encarecimiento de los precios del menú en un 2023 en el que el coste general de la vida ha castigado los bolsillos de los ciudadanos.

El concepto de comida navideña ha cambiado sustancialmente. A principios de este siglo eran encuentros corporativos incluidos en la agenda de las empresas. Los empleados acudían -principalmente por la noche-, comían y la compañía pagaba. Era una de las pocas veces en las que todos los trabajadores se reunían fuera de las oficinas (y gratis). Dicho modelo se propagó y ya no sólo reservaban en restaurantes y bares grandes sociedades, sino también pymes que, con un presupuesto más modesto, propiciaban estas cenas.

Llegó la crisis económica de 2008 y el modelo cambió por completo. La debacle financiera impidió que muchas empresas siguieran costeando este gasto, que pasó a asumirlo la plantilla por su cuenta. Los empleados desde entonces convocan día y hora para comer de su bolsillo. Fue el inicio de la importante diversificación que ha llegado a la actualidad. Cualquier vínculo se ha convertido en excusa para organizar este tipo de encuentros que suponen una de las inyecciones económicas más importantes para el sector hostelero.

Desde hace un mes

"Aquí tenemos reservas de comidas desde principios de noviembre. Las hay de empresas y hasta de amigos que coinciden jugando al pádel". Quien así se expresa es Gabi, uno de los empleados de La Flor de mi Viña, negocio situado en pleno centro de Sevilla, conocido por su cocina casera y por ser uno de los mejores sitios donde probar la ensaladilla rusa. Su comentario evidencia el cambio experimentado en estas comidas. "Ya todos los comensales pagan el menú de su bolsillo y hay quienes acuden aquí varias veces, por formar parte de distintas reuniones", apostilla.

El dinero destinado a almuerzos navideños (se han impuesto a las cenas) resulta muy curioso, pues una misma persona puede acudir a más de un encuentro durante el mes de diciembre. Así, a la clásica comida con compañeros de trabajo se suman las de amigos, familias o conocidos con los que el motivo de unión es de lo más variopinto: de coincidir en el gimnasio o la peluquería a compartir horas en los parques caninos, como refiere Alberto Muñoz, partícipe en una comida con propietarios de perros a los que conoce por ir al mismo pipican.

Jesús Becerra, delante de una mesa preparada para una comida navideña en el restaurante Becerrita. / Juan Carlos Vázquez

Varios hosteleros consultados por este periódico explican que, tras los años de pandemia, acogen una gran variedad de reuniones. Hay ganas de festejar alrededor de una mesa. Una celebración que cada vez más se adelanta en el calendario y para la que el encarecimiento de la vida no supone freno. Jesús Becerra, propietario del restaurante Becerrita, es testigo de dicho auge. Desde la tercera semana de noviembre tiene reservas en su negocio de la calle Recaredo. Pasado el puente de la Inmaculada y hasta Navidad están "a tope", excepto en las cenas de lunes a jueves. "Creo que estas fiestas van a superar, en lo que se refiere a ventas, a las del año pasado", afirma.

Hasta socios de casetas

En cuanto al tipo de reuniones -que reclaman sus célebres ensaladilla y las croquetas de rabo de toro (entre otros muchos manjares)-, las hay de toda índole. Desde las de empresas (que en caso de las grandes compañías suelen organizarse por departamento) hasta las de grupos que buscan cualquier excusa para citarse: socios de una caseta de la Feria de Abril o quienes alquilan una casa del Rocío en la romería. Vínculos esporádicos o temporales que hasta no hace mucho tiempo quedaban fuera de la agenda de estas celebraciones. Ahora tienen su hueco. Y cada vez más importante.

En Becerrita se sirven durante estas fechas entre 2.500 y 3.000 menús para este tipo de encuentro (sin contar el servicio normal). El precio medio oscila entre los 60 y 65 euros por comensal, un coste que se ha incrementado un 5% este año, debido al encarecimiento del género y las materias primas. En este restaurante, además, se permite a los clientes de los almuerzos navideños permanecer hasta las 19:30, con lo cual pueden disfrutar del denominado "tardeo" (expresión muy madrileña que sustituye al sevillano "relío") con las copas que se sirvan.

En La Flor de Mi Viña las primeras comidas de Navidad se sirvieron hace un mes, a principios de noviembre. "Aquí ya hay grupos de todo tipo, hasta de los que juegan al pádel", refiere uno de sus empleados. Por cada reunión acude una media de entre ocho y diez personas. Apenas queda hueco para más reservas las próximas semanas. "Ya está casi todo completo", explica este camarero, quien asegura que la modalidad más elegida -especialmente tras la crisis de 2008- es de varios platos al centro (ensaladilla, chacinas y pescado frito) y uno individual, que suele ser la carne. La cantidad y variedad, claro está, depende del precio a pagar, que va desde 40 a 70 euros por comensal, tarifas que han aumentado un 10% por efecto de la inflación.

3.000 menús navideños

Robles es otro de los clásicos de la hostelería sevillana. Desde finales de noviembre sirven comidas para encuentros navideños en sus diez establecimientos. Esta importante oferta permite acoger a una amplia diversidad de grupos. Desde mesas de siete personas en los negocios más céntricos de la capital, hasta de más de 100 en Robles Aljarafe, ocupadas por las comidas corporativas. En las demás, se imponen los encuentros entre amigos o conocidos.

"Los precios han subido un poco, una media del 7%", señala Pedro Robles, responsable de esta importante firma hostelera, que sirve unos 3.000 menús navideños en esta época del año. Para este empresario, dicha subida queda por debajo del encarecimiento general de todos los víveres, aunque reconoce que si fuera acorde, se resentiría el número de clientes. Hay menús desde 45 euros, aunque los más frecuentes oscilan entre los 50 y 60. Como ya se sabe, el marisco y los vinos son los productos que más aumentan el gasto.

Un camarero de Vida Jonda sirviendo cervezas. / Juan Carlos Vázquez

El nombre de Javi Abascal se ha hecho habitual cuando se habla de los mejores chefs de esta tierra. Su restaurante La Lola, en Conde de Torrejón, se ha convertido en uno de los más referidos en buena cocina. Su última apuesta en el sector de la restauración -junto con su socio y tocayo Javier Vargas- es Vida Jonda, en Relator, 56. La política sobre comidas navideñas ha cambiado este año, de ahí que todas las concentre en este local, cercano a la Plaza del Pumarejo. Las reservas están completas los fines de semana desde finales de noviembre hasta el 7 de enero.

Hay grupos de ocho comensales y otros que llegan a 16. El precio medio del menú es de 45 euros, un coste que se ha encarecido unos tres euros respecto a 2022. Este año sí se están reservando cenas, aunque la mayoría de las reuniones que se decantan por este horario lo hace al no haber hueco ya en los almuerzos, como segunda opción.

Otro enfoque

Pese a la importante inyección económica que supone este tipo de comidas para la hostelería, algunos establecimientos han cambiado el enfoque a la hora de organizarlas. Ahí está el caso de Javi Abascal con La Lola, pero también el del Grupo Baco, que ha recuperado este 2023 el emblemático bar Victoria Eugenia, frente a la Plaza de Villasís.

Esta última apertura ha motivado que sean muy pocas las reservas gestionadas para los encuentros navideños, que sólo tienen cabida en el restaurante Cuna 2, que hasta el año pasado acogía un buen número de estas comidas. De las pocas que se han aceptado, algunas hicieron la reserva en octubre, lo que demuestra que este tipo de celebración vive su época dorada. Habrá que ver en próximos años si se trata de una moda pasajera -como la de aquellos cotillones de Nochevieja- o se mantienen en el tiempo.

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