Los comercios de Sevilla acatan el apagón energético entre dudas y recelo

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El sector reconoce que "no se discute el fondo", pero teme la pérdida de calidad laboral de los empleados y las repercusiones económicas por la subida de temperaturas

Algunos negocios aseguran que "se están superando los 30 grados" dentro del local

Los hosteleros piden "diálogo, consenso y sentido común" con las medidas de ahorro energético

Sevilla no apaga sus monumentos

La encargada de la tienda JVZ en Los Arcos cierra la puerta del local. / Juan Carlos Vázquez

Toca ahorrar energía y bajar la calefacción en invierno, de modo que no supere los 19 grados, y reducir el aire acondicionado en verano para que no baje de los 27. Son las instrucciones del Gobierno dentro del plan de eficiencia y ahorro energético que regirán, de momento, para todos los edificios que presten servicios públicos y para negocios privados. Pero, el control de la temperatura no será la única obligación que tendrán que cumplir las empresas ya que sus puertas tendrán cierres automáticos y los escaparates se apagarán a las 22:00 horas.

Un paseo por la ciudad deja claro que la intención es cumplir con la normativa, pero las "dudas" y las "prisas" han marcado las primera horas de la aplicación de las medidas en los comercios y negocios sevillanos desde su entrada en vigor la pasada madrugada. Desde los grandes a los más pequeños.

Ejemplo del termostato con el que controlan la temperatura los comercios. / Juan Carlos Vázquez

En el Corte Inglés de la Plaza del Duque, por ejemplo, ya se pudo ver hace unos días el apagado total de su fachada y escaparates. "Empezamos a hacer pruebas hace algunos días antes de la aplicación del decreto", explica el responsable de comunicación de la firma en Sevilla, Francisco Mendoza, que indica que la empresa se está "ciñendo" a lo que marca la normativa". "Se está aplicando sin ningún tipo de problemas. La clientela de momento no nos ha trasladado ninguna queja. La temperatura en la tienda es agradable", afirma.

Aunque la gran mayoría del sector es consciente de la necesidad de adoptar medidas que controlen el gasto energético, especialmente tras el incierto futuro que provoca la guerra de Ucrania en cuanto al abastecimiento de energía, también se tienen dudas sobre la efectividad de estas medidas, y si las mismas serán suficientes para el ahorro del 15% del consumo en el global del país, como se ha comprometido España dentro de la Unión Europea. Se tiene claro que si no se llega a este porcentaje, los recortes podrían ir a más.

A la vez, se teme la incidencia que en los ingresos del sector podrían tener estas medidas. Por una parte, y aquí juega más la hostelería, la temperatura podría provocar que la clientela optase por no entrar en comercios y bares. Por otra, no se ha cuantificado el coste que tendrá adoptar los accesos a los locales para evitar puertas abiertas, sobre todo con la precipitación que se han tomado las medidas, según se denuncia.

Antonio es uno de los camarero de la histórica confitería La Campana, en el centro de la ciudad. El local ha abierto este miércoles sus puertas a 25 grados, una temperatura que, sostiene, no afecta a los productos de pastelería, porque se encuentran en cámaras refrigeradas, pero sí a su calidad laboral. "La medida a quien los está afectando es a nosotros. No entendemos por qué se no ha impuesto esta temperatura sin tener en cuenta las circunstancias especiales de cada zona del país. Sevilla no es Bilbao", manifiesta el empleado, que hecha de menos "más información" y "detalles" sobre lo que supone el nuevo decreto.

La gerente de la Taberna El Papelón, Sandra Avilés, junto al cartel colocado en la puerta del local. / Juan Carlos Vázquez

En la Taberna El Papelón de la calle Gonzalo Bilbao esquina con Amador de los Ríos, su gerente, Sandra Avilés, nos muestra nada más preguntar el cartel que ha distribuido la empresa de la mano de la Asociación de Hosteleros de Sevilla y Provincia. El texto indica que el establecimiento está climatizado a 25 grados y se cumplen los requisitos que determina el decreto. No obstante, Sandra asegura que en el interior del local se están superando este miércoles los 30 grados. "Tu llegas, pones el aire a 25 grados y cuando se empieza a masificar un poco el comedor empiezan a subir los grados y la temperatura deja de ser agradable para los clientes", explica. "Aquí hay gente que viene para estar frescos y poder apagar el aire en sus casas y si aquí van a tener también calor, dejarán de venir", añade.

Lo que piensa el sector lo ha puesto en palabras claras estos días el presidente de la Asociación de Hosteleros de Sevilla, Antonio Luque, que pide "diálogo" y "sentido común". "Los hosteleros sevillanos aplicarán el decreto cumpliendo con las exigencias establecidas por la ley pero anteponiendo la salud de los trabajadores y el bienestar de los clientes. Todos tenemos que colaborar para el ahorro energético, pero decisiones tan importantes como éstas se deberían presar al diálogo antes de aprobarse", apostilla Luque.

En la misma línea se ha pronunciado este miércoles su homólogo en la Confederación Provincial de Comercio, Servicios y Autónomos de Sevilla (Aprocom), Tomás González. "Las medidas denotan un desconocimiento brutal por parte del Gobierno sobre el se sector, con el que no se ha sentado a negociar, porque nosotros llevamos más de diez años trabajando en nuestros locales en pro de la eficiencia energética con luces led, doble acristalamiento para mantener el clima en valores adecuados o cambiando máquina de refrigeración por otras que consumen menos, por ejemplo. Es un objetivo claro que tiene todo empresario y no entendemos que ahora venga este decreto por imposición", sostiene rotundo.

Otra cosa es que esté de acuerdo con que a Sevilla se ponga en el mismo nivel que otras ciudades españolas con un clima infinitamente más benigno, a pesar de que las últimas olas de calor han afectado a toda la Península, que no lo está. "El desconocimiento también viene por la unanimidad de la normativa sin tener en cuenta las regiones. No es lo mismo el calor que hace en Sevilla que el que puede hacer en Asturias, por ejemplo. Que los termostatos se pongan a 25 grados no quiere decir que el local se mantenga a esa temperatura. Es un valor estimado y puede hacer que en el local se superen los 30 grados y eso es calor", apostilla.

Las tiendas del centro de Sevilla apagan sus escaparates. / Juan Carlos Muñoz

Con respecto al cierre de puertas para mantener el clima en el interior del local, González indica que el decreto genera "mucha confusión" y lleva aparejadas "muchas incógnitas". "Hay una cosa que es muy antigua que son las cortinas de aire y eso hace la función de puerta impidiendo que la temperatura interior del local salga al exterior. También tenemos establecimientos que no tienen puertas porque es cierto que tener las puertas cerradas en los negocios es una medida totalmente anticomercial", afirma y añade, "y luego están las medidas sanitarias". "Estamos empezando a recuperarnos de una pandemia de más de dos años en las que se nos pedía que abriéramos puertas y ventanas para que hubiera buena ventilación y ahora que cerremos. ¿Qué debe prevalecer para el empresario la salud o el ahorro energético? Es un sinsentido", apostilla.

En definitiva, añade, existe "preocupación por una norma que está generando falta de consenso, de concreción y de seguridad jurídica" y que provoca "muchas incertidumbres".

Y esa es la sensación que tenían durante las primeras horas de aplicación del decreto algunos de los comercios visitados por este periódico este miércoles. En la tienda de Mango de la calle Velázquez, por sus características, con un gran patio interior con techo de cristal, prácticamente no se nota el aire acondicionado a 25 grados, que es la única medida que asegura una empleada que se ha aplicado hoy. "Me consta que se está estudiando la aplicación del decreto y que los técnicos de mantenimiento han estado por aquí mirando las máquinas y demás pero no tenemos más información", manifiesta. Por su parte, en Calzedonia del centro, sus empleados, explican que están cumpliendo "toda la normativa" este miércoles. Puerta automática cerrada y aire acondicionado a 25 grados. "Tu misma lo has podido comprobar al entrar que aquí dentro hace mucha calor", responden a las preguntas sobre la aplicación del decreto.

Interior de una tienda de cosméticos en el centro comercial Los Arcos. / Juan Carlos Vázquez

En el centro comercial Los Arcos, la climatización general de la galería comercial también se ha adaptado este miércoles a lo que rigen las nuevas medidas para reducir el gasto energético. Particularmente, cada negocio trata de controlar la temperatura en el interior de su local. Desinformación e incomprensión son las dos sensaciones más repetidas entre el personal de las tiendas consultadas.

Isabel de peluquerías Marco Aldany trabaja este miércoles sin cambios. "No se nos ha dicho que hagamos nada", afirma. En la tienda de la firma JVZ, Lucía de la Flor indica que sí se ha empezado a aplicar la normativa, por ahora, con la subida de temperatura del aire acondicionado. De momento, las puertas del local se mantienen abiertas " a la espera de que se cambien por otras correderas si es necesario", señala. Por su parte, en la tienda de cosméticos, perfumes y productos de higiene personal Druni, su encargada, Cristina Jiménez, asegura que la temperatura en el local no ha bajado en toda la mañana de los 29,2 grados, lo cual juega a la contra de la conservación de los productos que comercializa. "Los cosméticos y cremas se pueden ver perjudicados porque se deben conservar a temperaturas inferiores a los 25 grados", explica.

Las dudas sobre las posibles repercusiones negativas no se limitan sólo a los comercios, también los cines temen que la subida de los aires acondicionados aleje a los espectadores de las salas. Las primeras quejas ya han llegado al cine en Los Arcos. Vanesa es una empleada de la taquilla que explica que llevan varios días ajustando la temperatura a lo que marca el nuevo decreto y que la gente "protesta porque, dependiendo de la sala, hace calor". "El confort es una parte fundamental para que los espectadores acudan a las salas de cine, si no lo tienen, es complicado que la gente venga", indica.

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