La cola del supermercado se pasa a la calle en Sevilla por el coronavirus
Muchos negocios piden a los clientes que aguarden fuera para que no coincidan demasiadas personas en el interior
Los empleados llevan guantes y mascarillas, pero dudan de que el suministro esté garantizado
La cola del supermercado se traslada a la calle para que no coincida un elevado número de personas en el interior del local. Así se está haciendo en numerosos establecimientos de Sevilla desde primera hora de la mañana de este lunes. En la puerta de los negocios hay personas que se dan la vez y aguardan haciendo una fila con más de un metro de distancia entre cada una.
Esa imagen puede verse en muchas calles de la ciudad. En la calle Monzón, por ejemplo, en la zona Sur de la ciudad, había varias personas esperando su turno a las puertas de un supermercado de la cadena El Jamón. La misma escena se repite en otro local de la misma empresa en la calle Sinaí. La cola se guarda en silencio y a distancia, con la mayoría de los clientes que esperan consultando sus teléfonos móviles.
Una vez dentro, hay mascarillas y guantes. Lo mismo ocurre en otros negocios de la capital andaluza. Lo que no está tan asegurado es el suministro de todos los productos. En un establecimiento especializado en productos cárnicos apenas quedaba carne. No había pollo y sólo quedaban restos de ternera y cerdo, aunque sí había un buen surtido de embutidos.
A falta de pollo, un cliente coge una gallina. En ese momento un proveedor trae cinco pollos. Sólo cinco. Se agotan en nada. El comercio sólo permite la estancia de cinco personas en el interior del local, al margen de los empleados, que van todos protegidos con guantes y mascarillas. Las cinco aves vuelan, y eso que ya hace tiempo que fueron sacrificadas y desplumadas.
Las fruterías y panaderías están abiertas. También se guarda la cola en la calle. La pescadería está cerrada, pero es normal porque es lunes. Todo apunta a que el martes abrirá con normalidad, aunque no se sabe si podrá ofrecer toda la gama de productos que habitualmente.
En la puerta de otro supermercado de Nervión, una pedigüeña sigue pidiendo como si fuera un día normal. El primero en la cola se separa de ella. Las puertas automáticas del negocio están permanentemente abiertas para facilitar la ventilación. A unos metros, un gorrilla hace gestos a los pocos coches que circulan. Es una calle en la que habitualmente hay aparcacoches africanos, que este lunes no están. Han sido sustituidos por uno local, que desafía al virus aunque se queja a viva voz de lo poco que está sacando. "Cincuenta céntimos llevo en toda la mañana".
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