Las claves de la nueva Selectividad en Sevilla a partir de 2025

La reforma educativa introduce el aprendizaje por competencias como principal requisito a la hora de formular estas pruebas

Los estudiantes habrán de prepararse todo el temario, al reducirse el número de opciones en los exámenes

Las notas de corte en Sevilla: 17 carreras exigen más de un 13 para entrar

Estudiantes a la espera de que comience un examen de Selectividad en la Universidad de Sevilla.
Estudiantes a la espera de que comience un examen de Selectividad en la Universidad de Sevilla. / José Ángel García

08 de julio 2024 - 06:10

Una Selectividad nueva. La publicación de las notas de corte de las carreras universitarias, tras la primera adjudicación de plaza, marca el tramo final del acceso a la enseñanza superior. Un mes después de los exámenes realizados -en convocatoria ordinaria- a principios de junio, el jueves se dieron a conocer las calificaciones necesarias para entrar en la titulación deseada. La demanda y el número de plazas condicionan dicha puntuación. Una situación que podría ser distinta a partir de 2025, cuando estas pruebas cambien bastante respecto a la reciente edición, al adaptarse de pleno a la reforma educativa impulsada durante la primera legislatura de Pedro Sánchez. La denominada Lomloe trae consigo una forma distinta de concebir la educación, que habrá de evidenciarse en estos temidos ejercicios.

Debe recordarse que la principal aportación de la Lomloe a la enseñanza es el aprendizaje por competencias. No se busca que el alumno memorice infinidad de conceptos, sino que éstos los sepa extrapolar a su ámbito más cercano, a la realidad cotidiana. Una importante propuesta que también ha de evidenciarse en la Selectividad, lo que, por ende, conlleva una adaptación del profesorado a tales postulados.

Las pruebas de acceso a la universidad a las que se sometarán los estudiantes a partir de 2025 cuentan ya con un real decreto que las regula, publicado hace un mes. Esta semana se ha conocido la propuesta de las comunidades gobernadas por el PP de una Selectividad "homogénea", que evite diferencias de oportunidades entre territorios. No se trata de un examen igual en todas ellas (como se planteó al principio), sino de formatos, fechas de celebración y criterios de corrección similares. Entre los presidentes populares que apoyan la causa se encuentra Juanma Moreno, que ha acusado al Ejecutivo socialista de "imponer" un modelo de pruebas sin el respaldo mayoritario.

Por competencias

Se trata del principal cambio que introduce la Lomloe en estas pruebas. La reforma educativa de Pedro Sánchez se basa en un principio pedagógico del que se viene hablando en España desde los 90 pero que, pese a recogerlo las anteriores leyes de enseñanza, no se ha empezado a aplicar en las aulas hasta ahora. Los alumnos habrán de demostrar que el aprendizaje saben aplicarlo a realidades concretas. Se persigue, de este modo, potenciar la capacidad crítica, reflexiva y de pensamiento del estudiante. Este cambio ha de observarse en los exámenes de Selectividad. Por tal motivo, las pruebas no estarán pensadas para demostrar la memoria de los futuros universitarios, sino las cualidades antes citadas.

Fruto de esta propuesta, las preguntas tipo test, es decir, aquéllas que sólo se contestan con un dato (ya sea en forma de palabra, fecha o frase), tendrá mucho menor peso en los ejercicios. No deberán superar nunca el 30% del contenido. En cambio, ganarán importancia las que permiten contestaciones más largas, que invitan a la reflexión y análisis por parte de los estudiantes.

Tales cuestiones habrán de referirse a situaciones de la vida cotidiana del alumnado. Se trata, en suma, de extrapolar los conocimientos adquiridos en clase a la realidad más pragmática. Se aplicará en todos los ámbitos, ya sea el científico, tecnológico, el de las Humanidades o las artes. Adiós al aprendizaje memorístico.

Menos opciones

Relacionado con lo anterior, la nueva Selectividad pesigue que el estudiante demuestre en dichas pruebas el mayor número de competencias obligatorias adquiridas para llegar a la universidad. Aquí radica uno de los principales cambios. Desde la pandemia, el estudiante contaba, como mínimo, con dos opciones en los ejercicios, lo que facilitaba que se presentara a los exámenes sin tener estudiado todo el temario. Ahora tal posibilidad mengua. Habrá un solo examen con varias preguntas a elegir por el alumno. Selección que, en todo caso, ha de garantizar que se cumplen las competencias exigidas en cada materia. De lo contrario, las posibilidades de lograr una nota alta se reducen bastante.

Pulcritud ortográfica

La ortografía importa. Y mucho. En una sociedad que escribe a la velocidad del rayo -y sin mucho esmero- en redes sociales y whatsapp, el Gobierno quiere que las futuras generaciones de universitarios cuiden de forma especial la expresión escrita. Por tal motivo, la estructura gramática, la riqueza léxica y una correcta ortografía supondrán hasta un 10% en estos exámenes. Conviene tenerlo muy en cuenta, pues no son pocas las quejas de las facultades y escuelas técnicas al constatar el cuestionable nivel que presentan muchos jóvenes en este aspecto. No sólo se trata de demostrar conocimientos, sino de saber expresarlos, estructurarlos y sin faltas de ortografía que sonrojen. Mucha atención habrá que poner a las tildes.

Las troncales

Este cambio ya se ha introducido en la reciende edición. La novedad ha llegado en la segunda materia. Hasta 2023, al examen de Lengua y Literatura Castellana le seguía el de Historia de España. Aquí al estudiante se le ofrece ahora como alternativa Historia de la Filosofía, que vuelve a ocupar su puesto en las asignaturas obligatorias (recuperación de la Lomloe) tras años entre las optativas. La tercera materia troncal es Lengua Extranjera y la cuarta, la asignatura obligatoria dentro de la especialidad del Bachillerato que se haya estudiado. Todas conforman la fase de acceso, imprescindible de realizar para entrar en la universidad.

Una joven repasa los apuntes antes de un examen de Selectividad.
Una joven repasa los apuntes antes de un examen de Selectividad. / Juan Carlos Muñoz

Para subir nota

En la fase de admisión de la Selectividad, los alumnos que así lo deseen podrán examinarse de una, dos o tres asignaturas para subir nota, en función de la carrera deseada, interés que vendrá condicionado por la nota de corte (servirá de orientación la registrada cursos anteriores). Podrán afrontarse hasta cuatro ejercicios si el estudiante elige un segundo idioma extranjero. Hasta ahora había un mínimo fijado para esta fase, que eran dos. En este 2024, y fruto también de la aplicación de la Lomloe, se ha ampliado ya a 39 el número de asignaturas que pueden ser objeto de examen en estas pruebas.

Alegaciones

En caso de que un alumno no esté de acuerdo con la nota de la Selectividad, podrá reclamarla. Si en la revisión hay una diferencia de dos o más puntos, se solicitará una tercera corrección, de la que se encargará un tribunal constituido por dos docentes. El resultado de esta última fijará la calificación defitiniva.

Nuevo nombre

Las pruebas de acceso a la universidad han recibido las últimas décadas distintas designaciones para, al final, acabar llamándolas como coloquialmente se las conoce: Selectividad. A partir de 2025, y conforme a la Lomloe, el Estado las denominará PAU, aunque cada comunidad le dará el nombre que considere oportuno. Se trata de un acrónimo que equivale a Pruebas de Acceso a la Universidad, el cual ya fue empleado a principios de este siglo, con el Gobierno de Zapatero. Todo vuelve.

Lo que no cambia

Además de las asignaturas obligatorias, los exámenes seguirán durando hora y media, después de que se descartara la propuesta inicial del Ministerio de Educación de que se ampliaran a 105 minutos. Ello hubiera supuesto un importante quebradero de cabeza para las comunidades autónomas a la hora de organizar las pruebas. Se temía que la duración se alargara hasta los cinco días. Inasumible.

Como ocurre ahora, cada distrito universitario establecerá los documentos o herramientas que se podrán emplear en cada examen. Entre estos utensilios se incluyen diccionarios, calculadoras y tablas.

La nota global del alumno para acceder a una carrera universitaria se regirá por la fórmula actual. De este modo, la fase de acceso tendrá una ponderación del 40% (hasta cuatro puntos) y la calificación media del Bachillerato supondrá un 60%. Se podrá llegar hasta un 10. Cabe la posibilidad de elevar nota con la fase de admisión y alcanzar un 14, opción especialmente interesante para las titulaciones de excelencia académica. Este año -tras la primera adjudicación de plaza- han sido 17 las que han integrado este grupo en Sevilla, para las que se exige más de un 13. La escasa oferta de plazas de algunos grados, sumada a la alta demanda que reciben, está detrás de dicha inflación.

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