Un vertido de aceite desata el clamor vecinal contra los okupas en la calle Feria: “Esto es el Bronx”

Seguridad ciudadana

El derrame de varios litros en algunos portales es el último episodio de una situación que los residentes califican como “demencial” e "insostenible"

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Panorámica de la acera próxima al 158 de la calle Feria llena del serrín que echó Lipasam para quitar el aceite vertido.
Panorámica de la acera próxima al 158 de la calle Feria llena del serrín que echó Lipasam para quitar el aceite vertido. / M.G.

Los vecinos de la calle Feria, sobre todo los que viven en el tramo que ya casi da a la Resolana, contemplan con una mezcla de hartazgo y preocupación el devenir de su barrio en los últimos años, en especial a raíz de que varias personas entrasen a vivir sin permiso en el número 158. Desde entonces, la calidad de vida en la zona ha disminuido sensiblemente, o eso denuncian los residentes en un grupo de Whatsapp donde más de un centenar de ellos comparten las penurias que les hacen pasar los okupas. El último episodio, ocurrido durante el pasado fin de semana, ha sido especialmente llamativo. Y grave. El sábado, apenas unas horas después de un incidente de uno de ellos con hasta dos vecinas, tres portales aparecieron inundados de aceite, con el consiguiente peligro para quienes viven en esos bloques e incluso para los viandantes. De hecho, como mínimo se registraron cinco caídas antes de que Lipasam acudiese allí, limpiase los suelos y echase serrín.

“Este trozo de la calle Feria es como el Bronx”, lamenta Ángela, la vecina que llamó la atención a uno de esos okupas porque este había insultado a otra vecina por no darle el dinero que le exigió cuando vio que estaba con el coche aparcado junto al bloque. La mujer sencillamente estaba preparándose para ir a pasar el fin de semana con su hijo, pero el okupa no se avino a razones. “Esto viene a raíz de aquello”, afirma Ángela.

“Esa misma tarde había por allí un indigente haciendo sus necesidades. Una vecina me dijo que echáramos lejía cuando él se fuese, pero el hombre se quedó dormido y no llegamos a bajar para limpiar. Sin embargo, la vecina bajó más tarde a tirar la basura y vio el portal limpio, o eso le pareció. Me lo contó, bajé y cuando vi lo que había le dije ‘esto no es limpio, esto es que han echado aceite’. Y efectivamente así era”, relata la afectada.

Desde el primer momento, además, la vecina tuvo la certeza de que el vertido “había sido adrede” y no un accidente. “Había aceite en nuestro portal, en el de la confitería y en otro bloque. Y en la rampa que se hizo en su día para las personas con problemas de movilidad, también. Se ve que echaron el aceite por ahí para que se deslizara y cayese también dentro del bloque”, explica Ángela.

Como es natural, las vecinas llamaron inmediatamente a Lipasam, aunque antes dio tiempo para que se resbalasen y se cayesen unas cinco personas, según el recuento de Ángela, que entre otros cita el caso de dos vecinos y el de dos jóvenes que iban en motocicleta y que se vieron obligados a transitar por la acera porque la calzada ya estaba ocupada por el coche de la empresa municipal de limpieza.

“Cuando Lipasam llegó, echó serrín y los operarios nos dijeron que en efecto era adrede, que lo mismo habían hecho otros okupas en la calle Santa Clara y que era como represalia contra algún vecino”, refiere la testigo. Es más, otro vecino le comentó que horas antes del incidente había visto a un okupa con una garrafa de aceite en la mano. “Blanco y en botella...”, sentencia.

Este episodio es el último de una larga serie de desencuentros entre las personas que entraron a vivir en el número 158 y los residentes de los bloques aledaños, sin olvidar el trasiego de indigentes que suelen frecuentar esta zona provenientes del entorno de la calle Don Fadrique, también con un amplio y antiguo historial de conflictividad social. “Esto es como el sarampión, se va extendiendo desde la zona del supermercado que hay al lado del Parlamento de Andalucía”, lamenta también Ángela. “Entre la Resolana y la Cruz Verde he contado 38 contenedores. Ellos están sacando basura constantemente. Y menos mal que conseguimos que la Policía quitase una cuba de chatarra que tenían amarrada a una señal de tráfico”, prosigue.

“No saben el infierno que vivimos en este trozo de la calle Feria. Hay peleas, gritos, trapicheos de droga, nos piden dinero aunque no estemos aparcando... Además, el robo de coches o la rotura de cristales han aumentado muchísimo. Es demencial, es como vivir en un suburbio. Y con lo del aceite se ha cruzado un límite”, afirma Ángela, que echa la vista atrás y opina que el problema, aunque viene de “hace más de diez años”, se ha agravado con la llegada de los sin techo. “Ahora la situación es insostenible, aunque los peligrosos son los okupas. Los indigentes sólo afean y ensucian”, señala.

No es la única manifestación de descontento con la situación que atraviesa el barrio. Otra vecina, Cristina, denuncia igualmente que ese “derrame de aceite” que se vertió sobre la acera se hizo “para amedrentar a los vecinos” después de una denuncia interpuesta por la ocupación del bloque casi contiguo y “por la suciedad, los conflictos y los cortes de luz que está generando en el barrio”. “La situación se está volviendo cada vez más desagradable y violenta para los vecinos”, añade.

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