La ciudad de El Corte Inglés
Se cumplen 40 años de la inauguración de los almacenes de la Plaza del Duque, una fecha que supuso un hito en el comercio e incluso en la sociedad sevillana
Con la llegada de El Corte Inglés a Sevilla, en 1968, se consolidó un nuevo estilo de comercio iniciado por Galerías Preciados en 1959. Hasta entonces, el sector mercantil de tejidos, confecciones y paquetería mantuvo un estilo heredado del siglo decimonónico, apenas modernizado en el escaparatismo, que fue donde hubo innovaciones interesantes, pero limitadas a las fechas de Corpus Cristi, Semana Santa y Feria, Navidad y algún acontecimiento excepcional. El resto del año, el escaparatismo no aportaba grandes innovaciones y la imagen de la ciudad comercial aparecía anticuada.
Las grandes firmas de la primera mitad del siglo XX, como Los Caminos, Ciudad de Sevilla, Almacenes Contreras, Ciudad de Londres, Almacenes del Duque, Ferbu, Iglesia, Pérez y Soro, Pedro Roldán, El Águila, Los Madrileños y poco más de un censo muy nutrido de pequeños y medianos negocios, algunos muy acreditados y especializados, pero anclados en el pasado, no habían aceptado el reto iniciado por los Grandes Almacenes de Madrid y Barcelona desde comienzo del medio siglo XX, poco después de la II Guerra Mundial que conmocionó a Europa. Fueron firmas innovadoras del sector con modelos europeos de horarios, aperturas en domingos y festivos, publicidad diaria bien diseñada, pagos con tarjetas de créditos, aparcamientos gratuitos, ofertas diversificadas entre temporadas, escaparates muy costeados y renovados casi a diario, ventas especiales, etcétera.
El comercio de tejidos, confecciones y paquetería no hizo frente a la nueva competencia y mantuvo, salvo excepciones, su viejo estilo heredado del siglo XIX. Las innovaciones promovidas por los Grandes Almacenes en Madrid y Barcelona no fueron asimiladas por la mayoría de los empresarios mercantiles sevillanos. Los horarios no tenían en cuenta las necesidades de las familias cuando las mujeres comenzaron a trabajar fuera del hogar y los maridos se incorporaron a las compras familiares, sobre todo en el sector alimentario. Los domingos y festivos no se abrían los comercios, en ninguna circunstancia especial. La publicidad, salvo las honrosas excepciones de Ángel Casal, el Rey de los Bolsos, y Vilima y poco más, se limitaba a pequeños recuadros tipográficos felicitando a la clientela por Navidad y Año Nuevo o anunciando el comienzo de las rebajas de enero. Los pagos aplazados se limitaban a familias burguesas y aristócratas que tenían créditos personales por ciclos de cosechas, con derecho a dependientes propios y sillas, y a las ventas directas de los diteros en los corrales de vecinos. Algunos comercios ofrecían el apartado de géneros a clientes de confianza mientras pagaban el importe total en fracciones.
Hasta 1957 no se produjo la primera iniciativa autóctona de montar tiendas al estilo de los almacenes modernos. Fue cuando Sebastián Mendoza Díaz, un onubense de Paymogo, fundó Galerías San Sebastián en la esquina de las calles Velázquez y Rioja, obteniendo un merecido éxito comercial, que se extendió a otras sucursales. Hubo otras iniciativas positivas, como las de Burrelier en la calle Cuna y Lubre en la plaza del Duque, de Juan Zapata Cubeiro.
Dos años más tarde, en 1959, se inauguró en la plaza de la Magdalena la primera sucursal de Galerías Preciados en Sevilla, instalada en la citada plaza esquina a calle O'Donnell, ocupando toda una manzana en la que estuvo la casa sede de Falange Española. La citada sucursal fue dirigida por Andrés Tassara. Sevilla comenzó a vivir los prolegómenos de una verdadera revolución comercial que tuvo su apogeo en los años 60, con la ampliación de Galerías Preciados (1970) en lo que fue el edificio del Hotel Madrid, en las calles San Pablo y Méndez Núñez, y la incorporación de El Corte Inglés (1968) en la plaza del Duque de la Victoria. Naturalmente también comenzó el declive de numerosas tiendas tradicionales. Comerciantes clamaron por la ruina que provocarían los Grandes Almacenes. Ahora, casi los mismos comerciantes claman para que El Corte Inglés no cierre los tres locales que mantiene en el centro histórico. La clientela valoró los servicios de aparcamientos gratis en la calle San Pablo y la plaza del Duque, el uso generalizado de las tarjetas de créditos y la información publicitaria diaria y pormenorizada y con diseños atractivos. Un mundo mercantil nuevo.
La llegada de El Corte Inglés supuso para la ciudad dos aportaciones extracomerciales y extraordinarias, sin precedentes ni continuidad. Ramón Areces, presidente de la citada empresa, compró en la calle Abades la casa palacio de Los Pinelo, un edificio de principios del siglo XVI que había sido utilizado en las últimas décadas como Pensión Don Marcos, y que se encontraba en avanzada ruina y a punto de ser derribado. Lo compró El Corte Inglés y también costeó su rehabilitación, hecha por el doctor arquitecto Rafael Manzano Martos, para donarlo a la ciudad con motivo de la apertura de su primer establecimiento. Y más aún, ofreció al Ayuntamiento más de medio centenar de objetos procedentes de la casa palacio de Miguel Sánchez-Dalp, como artesonados y alfarjes, tejaroces y aljimeces, rejas y cancelas de forja, fuentes, azulejos, columnas, capiteles, bancos, etcétera. Un valioso tesoro del que pocos años después se desconocía el paradero de más de la mitad de los objetos donados por Ramón Areces a la ciudad.
El año 1968, como casi toda la década de los 60 del pasado siglo, fue rico en acontecimientos. Este año, los dos clubes de fútbol sevillanos, Sevilla F. C., último clasificado en la Liga, y Real Betis Balompié, penúltimo, descendieron ambos de Primera a Segunda División y fueron símbolos futbolísticos del estado de ánimo de una ciudad sumida en permanente crisis.
Se registró la última estancia del general Franco en la ciudad, en el mes de abril. El jefe del Estado visitó Sevilla en 17 ocasiones con carácter oficial. Los príncipes Juan Carlos y Sofía visitaron la Feria de Abril por primera vez. Comenzó el proyecto del metropolitano con los primeros sondeos. Nueva sede social de la Compañía Sevillana de Electricidad, en la avenida de la Borbolla. Polémica por la Corta de la Cartuja y el uso del cauce antiguo. Apertura de la plaza de los Marineros Voluntarios. Manuel Ferrand obtuvo el Premio Planeta con la novela Con la noche a cuestas. La ciudad participó con fervor en el VII Congreso Eucarístico Nacional (17 al 23 de junio). José María Cirarda Lachiondo, obispo auxiliar de Sevilla desde el 9 de abril de 1960, fue designado obispo de Santander el 22 de julio. Fueron nombrados Hijos Adoptivos de la ciudad el doctor Antonio Cortés y el marqués de Luca de Tena.
Este año, el 30 de marzo, comenzaron las apariciones de la Virgen en El Palmar de Troya (Utrera). El hecho inicial lo protagonizaron las niñas Ana García, Rafaela Gordillo, Josefa Guzmán y Ana Aguilera.
Juan Delgado Alba pregonó la Semana Santa. José María Javierre ganó el premio Ciudad de Sevilla con una biografía de Sor Ángela de la Cruz. Los ganadores del concurso de carteles premiados por el Ayuntamiento, fueron Ramón Escudero Molina (Semana Santa), y Manuel Flores Pérez (Feria de Abril).
En la Real Maestranza se celebraron 34 festejos -17 corridas de toros y 17 novilladas-, más un festival en beneficio de Cáritas Diocesana. Los trofeos taurinos Feria de Abril otorgados por la Real Maestranza de Caballería se concedieron al matador triunfador: Diego Puerta. Mejor faena: desierto. Mejor estocada: Jaime Ostos. Mejor rejoneador: desierto. Mejor subalterno en banderillas: Almensilla. Mejor subalterno en brega: Chaves Flores. Mejor picador: Gabriel Márquez. Corrida más completa: Lisardo Sánchez. Mejor toro: desierto.
Fallecieron en 1968 Florencio Quintero Martín (Fundador de Noches del Baratillo), Manuel Giménez Fernández (ex ministro), Miguel Barbudo Barrera (ex concejal), José María Piñar y Pickman (empresario), Eduardo Llosent y Marañón (escritor y político), Antonio Ortiz Muñoz (escritor y periodista) y Francisco Hohenleiter (pintor).
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