Un chivatazo a un narco frustró una gran operación antidroga en Sevilla

Un policía avisó, presumiblemente a cambio de dinero, a un traficante de que lo estaban investigando

"Madre mía, quillo, qué torpes sois", reprochó otro agente a un colaborador al que cazaron

La Policía investiga a varios agentes antidroga por 'trabajar' para narcotraficantes

Alijo de cocaína en el puerto de Algeciras, por donde entraban los envíos de la organización investigada. / Erasmo Fenoy

Un chivatazo de un policía nacional a un narcotraficante frustró una operación contra el tráfico de cocaína a gran escala en Sevilla. Así consta en los informes de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional sobre varios policías de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de Sevilla, a los que se investigaba por estar al servicio de personas que controlaban el tráfico de drogas en la capital andaluza.

"Se ha podido averiguar cómo algún miembro o miembros de la Policía Nacional destinados en la Udyco de Sevilla habrían podido alertar a alguno de los investigados" en una operación que tenían en marcha el Grupo de Respuesta Especial contra el Crimen Organizado (Greco) de Cádiz y el juzgado Central de Instrucción número 4 de la Audiencia Nacional, "lo que habría perjudicado gravemente la investigación".

Esta fuga de información está relacionada con uno de los mayores alijos de cocaína intervenidos por la Policía Nacional en Sevilla. En concreto, se trata de un cargamento de 1.200 kilos decomisados en una finca de El Palmar de Troya, en mayo de 2019. En esta operación fue detenido un traficante, lo que llevaría a ascender en la organización que se investigaba a la persona que terminaría recibiendo el chivatazo, hasta adquirir un "papel predominante". En esa investigación ya participaba el servicio de Asuntos Internos de la Guardia Civil, que trataba de averiguar el grado de colaboración de un teniente destinado en Sevilla con la banda de narcotraficantes.

El soplo se produjo en octubre de 2019, y la Policía detectó justo después que el sospechoso "estaba abandonando apresuradamente su domicilio con intención de ocultarse". Días más tarde, la organización para la que trabajaba sufrió dos caídas de sendos cargamentos en origen, uno primero de 1.060 kilos de cocaína ocultos entre limones en Colombia, y otro de 200 kilos camuflados en piñas simuladas en Ecuador. Ninguno de estos envíos llegó a España, como probablemente habría ocurrido de no haberse dado el chivatazo. Se frustró así la posibilidad de seguir adelante con la investigación y de detener a más personas relacionadas con la organización criminal que se dedicaba a introducir cocaína a gran escala por el sur de España.

Las sospechas sobre la fuga de información se confirmaron poco después, cuando unas escuchas a otro narcotraficante revelaron que una persona de su confianza había estado con unos narcos de La Línea de la Concepción, y éstos le habían dicho que había una investigación en marcha desde Madrid y que había tenido seguimiento incluso en Colombia.

Para la Policía, eso supuso una "más que evidente fuga de información de una investigación catalogada como secreta", lo que motivó la apertura de una investigación interna sobre la unidad antidroga de Sevilla, y en concreto, sobre varios agentes de los grupos IV y VI. Según las conclusiones de Asuntos Internos, el policía que avisó al narco, al que conocía porque lo había detenido anteriormente, le habría pedido después una "indeterminada cantidad económica por la información".

"Hasta el momento en el que (el narcotraficante) fue presuntamente alertado de la existencia de una investigación sobre su persona, estaba muy avanzada una operación de importación de cocaína", a través de una empresa de exportación de alimentos de Sevilla que ya había recibido un primer envío de prueba, un cargamento de limones, en el puerto de Algeciras.

Asuntos Internos destaca que el narco que fue avisado estaba registrado como colaborador de la Udyco, si bien los responsables de esta colaboración asegurarían al conocer el inicio de la investigación que no había aportado ninguna información importante en los últimos años. Sin embargo, a los investigadores les resultó llamativo que en las bases de datos policiales se hicieran modificaciones relacionadas con este narco precisamente en los días en los que se estaba iniciando la investigación interna.

A pesar de esta filtración, la Udyco de Sevilla ha realizado en los últimos años decenas de operaciones importantes contra el tráfico de drogas a gran escala y ha dado un fuerte impulso a investigaciones contra las plantaciones de marihuana, que han proliferado recientemente en distintas zonas de la ciudad y la provincia.

Dos policías "desatados"

Estas pesquisas centrarían también las sospechas sobre otros dos policías antidroga, que "brindaban protección a narcotraficantes y participarían también en las actividades delictivas relacionadas con el tráfico de drogas". Estos dos agentes maniobraron para hacerse cargo de las investigaciones contra sus supuestos protegidos, para así quitarse a otros policías de encima y luego cerrarlas ellos en falso. Varias personas del submundo de la droga llegaron a decir de ellos que estaban "desatados".

Como adelantó este periódico en una primera información sobre este asunto, uno de estos dos agentes fue captado entrando en la casa de un narcotraficante unos minutos después de que en ella se hubiera producido una transacción de droga. La investigación sobre este funcionario desveló una "praxis profesional de dudosa legalidad". En las escuchas, figura que le pidió a su pareja (que tiene antecedentes por hurtos y simulación de delito) que robara una piscina hinchable de un bazar chino, algo que ésta intentó pero no consiguió porque no podía ocultar del todo el artículo bajo su vestido. "Se veían tres deítos, tenía que haberme puesto un vestido más largo todavía". La piscina valía 30 euros.

Este mismo agente recibió la llamada de una persona que se dedicaba a cultivar marihuana, y que tenía a la Policía Local debajo de su casa, después de que le hubieran intervenido una furgoneta cargada de arena utilizada para las plantaciones, y que temía de que le practicaran un registro en dos viviendas del bloque en las que tenía las plantas. "Madre mía, quillo, qué torpes sois", le reprocha el policía al cultivador de marihuana después de que le hayan sorprendido transportando la arena.

El interlocutor alega que cree que los policías locales tenían información buena. "Parece que venían chivaos" y "parece que nos estaban esperando, quillo" son algunas de las frases que utilizada para defenderse. El agente antidroga lo tranquiliza y le dice: "No creo que entren sin saber el piso exacto". El cultivador de marihuana le explica con todo detalle que tiene plantas en dos viviendas, una suya y otra de su suegro, aunque todavía están en fase de crecimiento y no desprenden olor. El policía se compromete a decirle algo al día siguiente, pero lo calma explicándole que si no huele "a lo mejor no entran, porque no van a saber qué piso es, ¿no?".

Efectivamente, a primera hora de la mañana siguiente, accedió a la aplicaciónSidenpol, que gestiona todas las denuncias y atestados, para "conocer las actuaciones llevadas a cabo por la dotación actuante en relación con la plantación de marihuana, así como las diligencias de investigación practicadas al respecto". En aquella operación se intervinieron 1.300 plantas de marihuana y el colaborador del policía fue citado como investigado no detenido.

Días más tarde, le preguntó los pormenores en otra conversación telefónica, en la que el policía ya fue reacio a seguir hablando por teléfono y le emplazó a hablar "en persona mejor". Poco después, el policía y su jefe intercedieron para que el cultivador de marihuana recuperara la furgoneta intervenida, para lo que hubo que hacer varias gestiones porque el vehículo estaba a nombre de otra persona.

Clembuterol por Viagra y contrabando de tabaco

En otra conversación telefónica, el policía recibe la llamada de un hombre que le cuenta que está vendiendo pastillas de clembuterol como si fueran medicamentos contra la disfunción eréctil. "Soy una puta máquina de compraventa, hermano. Tío, estoy vendiendo clembuterol como si fueran pastillas para empalmar, y todo el mundo flipando con las pastillicas". Le sigue contando que la gente le pide más fármacos y que los vende a 15 ó 20 euros cada comprimido.

Igualmente, el agente recibió una propuesta para "un negocio de dudosa legalidad", en el que un intermediario adquiría "tabaco de la marca Ducados por debajo de su precio de mercado por motivos que se ignoran para, posteriormente distribuirlo utilizando canales diferentes a los legalmente establecidos, y todo ello para obtener un beneficio económico". La inversión sería de cuatro mil euros, que les rentaría 300 en un mes.

En cuanto a la investigación patrimonial, Asuntos Internos destaca "el poder adquisitivo real que parece ostentar" este agente y su mujer, pues "pagan mil euros en efectivo a un tercero no identificado" y puede permitirse invertir los 4.000 euros en el negocio del contrabando de tabaco. Además, posee una parcela en suelo rústico en la costa de Cádiz, que alquila por un periodo de tres semanas y por la que obtiene 1.600 euros en concepto de renta.

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