Chisteras de Sevilla para los invitados a la coronación de Carlos de Inglaterra

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Fernández y Roche ha confeccionado 200 sombreros para la ceremonia de este sábado en la Abadía de Westminster

Están elaborados con fieltro de cator o liebre y en las tiendas alcanzan un precio de 700 euros

La coronación de Carlos III, en cuatro momentos clave

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Las chisteras de Fernández y Roche para la coronación de Carlos de Inglaterra.

Cuando José Fernández Caro y Antonio Roche Verdugo fundaron en 1885 la compañía Fernández y Roche para fabricar sombreros, nunca se les habría pasado por la cabeza -pese a la ambiciosa apuesta que se traían entre manos- que casi 140 años después sus artículos estarían presentes en la coronación de un rey inglés. Una gesta empresarial que sus herederos han hecho posible y que se evidenciará el próximo sábado en la ceremonia en la que se le entregará a Carlos de Inglaterra los atributos monárquicos.

Más de 200 chisteras han salido de la fábrica que esta enseña sevillana posee en el Polígono Los Llanos, dentro del término municipal de Salteras, para el acto que se celebrará en la Abadía de Westminster y que será seguido por millones de espectadores de todo el mundo a través de la televisión e internet.

Dichos artículos no han sido entregados directamente a los invitados que acudirán a la ceremonia, sino a dos sombrererías inglesas (una de ellas del siglo XVIII) situadas en el exclusivo barrio londinense de St James's con las que Fernández y Roche tienen desde hace años firmado un contrato de exclusividad. La casa real inglesa es clienta de ambos comercios.

100.000 sombreros al año

Las chisteras para Inglaterra, elaboradas por Fernández y Roche. / José Ángel García

"Al año fabricamos entre 90.000 y 100.000 sombreros, la mitad de ellos son para los judíos ortodoxos, tanto los que viven en el barrio de Williamsburg en Nueva York como los que residen en Israel", explica Abraham Mazuecos, director general de Fernández y Roche, quien aclara que las chisteras no suponen uno de sus principales productos, pese al importante aumento de demanda que han tenido estos meses.

Así, de las 200 que piden las dos sombrererías londinenses cada año se ha pasado a casi 450. Las fechas de entrega dieron la pista de que el pedido estaba relacionado con la coronación del sucesor de Isabel II de Inglaterra. "La otra mitad las usarán sus clientes para las carreras de Ascot", añade Mazuecos.

"La chistera es un sombrero de copa rectangular, cuyo material es el fieltro", explica Enrique Fernández, presidente de la compañía y bisnieto de uno de los fundadores. El fieltro está realizado con pelo de castor o de liebre "siempre de animal muerto, pues se trata de un subproducto de la industria alimentaria", incide Fernández. "Se caracterizan, además, por poseer un brillo que antes se conseguía con una seda y ahora se logra con la aplicación de una grasa", detalla este empresario. El precio de la chistera de castor alcanza los 700 euros y la de liebre, los 400.

Se trata de un sombrero que sólo se usa con frac, nunca con traje de chaqueta ni chaqué (como se vio en la boda de un torero famoso celebrada en Sevilla). El bombín, cuya copa es redonda y más reducida de altura, sí se puede emplear con traje de chaqueta. Es bastante frecuente en la indumentaria inglesa.

Pabellón propio en la Expo del 29

Una empleada de Fernández y Roche confecciona una chistera. / José Ángel García

La trayectoria de Fernández y Roche desde que se fundó a finales del XIX simboliza el éxito empresarial. Sus creadores eran dos artesanos de talleres de sombreros, muy habituales en la Sevilla de aquella centuria, en la que dicho complemento era muy frecuenten en el vestir de los ciudadanos, con independencia de su clase social. Desde el principio, la compañía se caracterizó por un importante volumen de exportación, especialmente con los países iberoamericanos. Tal fue su relevancia, que en la primera mitad del siglo XX contaba con una plantilla formada por 600 trabajadores. Muestra de dicho auge fue el pabellón propio que poseyó en la Exposición Iberoamericana de 1929, construido por José Espiau, arquitecto ligado a la firma de sombreros y a quien se debe sus fábricas primitivas, en la calle Castellar y Arroyo.

El traslado al polígono de Salteras se produjo a principios del siglo actual. Enrique Fernández estuvo al frente del proyecto. Este directivo empresarial cuenta con una importante experiencia en el sector industrial. Fue director técnico de la Cruzcampo varias décadas. "Empecé a trabajar allí como jefe de laboratorios con 25 años. Cuando me jubilé, me entretenía más con este mundo empresarial que jugando al golf, para el que soy muy malo", comenta con cierta jocosidad Fernández.

"Hay tres factores que logran el éxito de esta compañía. Uno es poseer una materia prima de calidad, como son los fieltros y los diversos materiales de nuestros sombreros; luego, disponer de cientos de moldes de madera para los distintos diseños y, por último, buenos artesanos como los nuestros", defiende este empresario, quien detalla que la plantilla actual de Fernández y Roche la conforman 60 empleados, de los que 45 se encargan de elaborar los artículos. "El 90% de ellos son mujeres", recalca.

La tienda de la calle Rosario

Abraham Mazuecos y Enrique Fernández en la fábrica de la sombrerería. / José Ángel García

También a este directivo se debe la apertura de la tienda de la compañía en la calle Rosario, en pleno centro de Sevilla. "No lo hice para competir con otros negocios similares, que son clientes nuestros, sino para darle visibilidad a un negocio muy conocido en el extranjero pero muy poco por los sevillanos", refiere Fernández. Debe tenerse en cuenta que el principal grueso de clientes de Fernández y Roche son los comercios minoristas. Los destinatarios finales de sus productos, es decir, quienes van a lucir las gorras y sombreros, sólo se atienden en el establecimiento referido.

La fábrica de Salteras se distribuye en la sala de recepción, varias de exposición, otra de administración y en la nave donde se elaboran los sombreros. Ésta se divide en zona de mecanizado y de costura. En una de las instalaciones se fabrican las propias piezas para las máquinas que se emplean, debido al grado de personalización que tienen los artículos.

La expansión de esta enseña resulta fundamental para entender su éxito. Su mercado principal es la comunidad de judíos ortodoxos de Nueva York e Israel, para los que en 2022 salieron de este taller 52.000 sombreros, denonimados satmar y que son obligatorios para los seguidores de esta corriente religiosa a partir de los 13 años.

Cine, toreros y moda

Vista cenital de la fábrica de Fernández y Roche en Salteras. / José Ángel García

Pero el listado de clientes que completan esos 100.000 sombreros anuales es extensísimo. Lo conforman los responsables del atrezo de películas y series de televisión, como Indiana Jones, El Discurso del Rey o V de Vendetta. También trabajan para algunas agrupaciones del Carnaval de Cádiz que se suben al escenario del Teatro Manuel del Falla. "Son los diseños más particulares", afirma Enrique Fernández. Aunque para exclusividad, la de algunos famosos, como Morante de la Puebla. El torero cigarrero les encarga una gorra de campo muy peculiar, similar a la que emplea el diestro mexicano apodado El Pana. También elaboran aquí monteras y los pequeños gorros que usan las azafatas de la línea aérea Qatar Airways.

Las salas que sirven de exposición en la fábrica reflejan esta enorme variedad: Panamás, sombreros de ala ancha, sombreros de trajes regionales como el canario (con estructura troncocónica), de picadores, para boy scouts, guardabosques, catites y hasta un encargo especial que realiza cada cierto tiempo un patriarca cíngaro de Hungría. Sin olvidar los que fabrican para el uniforme de la Escuela de Oficiales de la Marina Francesa. Y los que en 1992 elaboraron para las azafatas de la Expo'92, de los que se conservan varios ejemplares.

A todo ello hay que sumar otra importante línea, la de alta moda, que les demanda al año 12.000 sombreros, muchos de ellos para firmas mundialmente conocidas, cuyos nombres no trascienden por la cláusula de confidencialidad firmada. Así ocurre con las dos sombrererías inglesas para las que han elaborado las 200 chisteras que se podrán ver este sábado en uno de los actos de mayor pompa de la realeza europea. Artesanía sevillana entre los Windsor.

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