La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los 30 elegidos por Carlos Herrera
Las 'kellys' de la dependencia
En lo que va de año, dos auxiliares de ayuda a domicilio de la provincia de Sevilla han fallecido en accidentes de tráfico mientras se desplazaba entre un servicio y otro.
Los desplazamientos forman parte del día a día de estas trabajadoras, que suelen acudir en una misma jornada a varias casas de personas con movilidad reducida. Sin embargo, las empresas sólo les contabiliza como horas laborales el tiempo que pasan con el usuario, no los desplazamientos.
Rosa Perza trabaja en Tomares desde hace nueve años. Esta auxiliar se considera una privilegiada, ya que su contrato es de 35 horas semanales, casi una jornada completa, algo que sólo disfruta el 10% de los trabajadores de este sector, según datos de CCOO.
En la mayoría de los casos, los beneficiarios de este servicio a domicilio son personas mayores encamadas o de movilidad reducida, aunque también existen casos de personas jóvenes con alguna discapacidad física o intelectual, problemas de movilidad o de salud mental. Todos ellos dependientes.
Rosa Perza comienza su jornada a las ocho de la mañana en casa de un hombre de 32 años al que tiene que asear. Luego, acude a otro domicilio, donde asiste a una persona de 79 años. A continuación, se desplaza hasta un tercer domicilio, donde realiza una labor de compañía y aseo personal, además de ordenar la habitación del usuario, de 57 años, y mantener su ropa limpia. Finalmente, su jornada concluye en una cuarta casa de una persona encamada de 80 años, donde cuenta durante 30 minutos con el apoyo de otra compañera.
"Yo no me puedo quejar para como están otras compañeras, con jornadas de muchas menos horas y, para colmo, con turnos partidos. Hay compañeras que, después de realizar un servicio y desplazarse hacia otro, tienen que esperar 20 ó 30 minutos para entrar de nuevo a trabajar", cuenta Roza Perza, delegada de Tomares, donde trabajan unos 40 auxiliares. "Cuando sumamos todo ese tiempo muerto, llegan a tener hasta una hora y media perdida, tiempo en el que no pueden hacer nada, no pueden irse a sus casas porque la mayoría son de fuera de Tomares y no les cuenta como parte de su jornada”, continúa. "Sólo pedimos que las empresas hablen con los usuarios y se adapten los horarios para que no sea siempre la auxiliar la que salga perdiendo. Esto no es un servicio a la carta".
Otro de los problemas que denuncia el sector es que la mayoría de los domicilios no están adaptados. "Las camas son muy bajas o no se elevan lo suficiente para que quede a la altura de la cadera, lo que dificulta nuestro trabajo", añade Eva Ortega, auxiliar de La Rinconada. "En muchos casos, el usuario está acostado en una cama de matrimonio porque no quiere dormir separado de su pareja, lo que complica aún más el trabajo", continua Sonia Lora, de Castilleja de la Cuesta.
La mayoría de los cuartos de baños de los usuario tampoco están adaptados y son pocos los domicilios que cuentan con una grúa en casa que ayude a mover al usuario. "En estas condiciones de trabajo acabas deslomado", asegura Eva Ortega.
Dolores de espalda, contracturas musculares, cervicalgia, el síndrome del túnel carpiano, dolores lumbares, depresión o estrés son algunos de los problemas de salud que sufren las kellys de la dependencia, además de acoso sexual y agresiones verbales y físicas. "A veces nos tratan como si fuéramos la chacha y no somos chachas", relata Rosa Perza.
Por otro lado, "la prevención de riesgos laborales en nuestro trabajo brilla por su ausencia", comenta Eva Ortega. "A mí me han llegado a pasar un ratón y cucarachas por al lado mientras trabajaba. Algunos usuarios padecen el síndrome de Diógenes o son de clases sociales muy bajas y las condiciones de higiene son mínimas".
Las auxiliares de ayuda a domicilio reivindican también que las mujeres embarazadas puedan darse de baja antes de la semana 32, como está actualmente estipulado, ya que tienen que trabajar con usuarios encamados, coger peso y mover a personas que no pueden colaborar. "Sólo se tiene en cuenta como riesgo las horas que permanecen de pie, pero incluso aquí hay desigualdades", comenta Sandro Moreno, responsable de Servicios de Ayuda a Domicilio en el Sindicato Provincial de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO.
"Las embarazadas no pueden trabajar más de 20 horas semanales de pie. Esto provoca un agraviocomparativo entre las auxiliares que trabajan de lunes a viernes y las que lo hacen los fines de semana, ya que éstas últimas trabajan menos horas pero concentran todo el trabajo en dos días, y la mutua no tiene esto en cuenta", explica Moreno. "A las primeras le dan la baja y a las segundas no".
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