Los chabolistas son desalojados de El Copero para terminar en San Juan
La Policía los expulsó de la Avenida de las Razas y la Bancada de la Expo, donde pretendían asentarse · Descartaron la Isla de Tercia por su lejanía · El alcalde sanjuanero exige que abandonen el término
Tres desalojos y un destino incierto. Es el resumen de la jornada vivida ayer por los chabolistas que hasta hace una semana se asentaban junto al puente de hierro y que ayer fueron expulsados de la carretera de El Copero para acabar a orillas del Guadalquivir, en terrenos de San Juan de Aznalfarache, tras buscar una nueva ubicación en la Avenida de las Razas, en el entorno del Estadio de la Cartuja y en la Bancada de la Expo.
El Ayuntamiento de San Juan ya ha anunciado que no permitirá un nuevo asentamiento junto al río. De momento, estas familias, que hace tres meses tuvieron que huir del Polígono Sur tras la represalias de un clan rival al morir un menor en un tiroteo, durmieron anoche en los terrenos junto a la antigua discoteca La Recua.
La constante incertidumbre del clan de los Caracoleños ha generado un estado de tensión que ayer se palpaba tras el desalojo de su último asentamiento, junto a la carretera que une el Puerto con la base militar de El Copero, donde permanecían desde el viernes. Los ánimos estaban tan crispados que llegaron a amenazar a periodistas y fotógrafos, que no pudieron acceder a la zona al activarse un dispositivo policial que restringió la entrada a dicha vía desde las ocho de la mañana.
El desalojo de los terrenos aledaños a El Copero se produjo sin incidencias. Los chabolistas no mostraron ninguna resistencia y comenzaron a recoger sus pertenencias después de que la Policía Portuaria y Nacional les indicara que tenían que marcharse, un desalojo del que ya fueron informados el martes por la Autoridad Portuaria, propietaria de estos terrenos.
A las 11:00 comenzaba un auténtico desfile de furgonetas en la Avenida de las Razas. Muchas familias se encontraban en esos momentos comprando agua y diferentes víveres en el centro de la ciudad, por lo que fueron avisados por otros chabolistas para que volvieran al asentamiento y recogieran sus bártulos. Otra vez eran expulsados.
A la salida la tensión era evidente entre algunas personas. No querían fotos ni hacer declaraciones. Llegaron a amenazar a algún cámara si grababa imágenes. Nadie sabía el nuevo destino. En ese momento lo único que conocían es que la Autoridad Portuaria les permitía que se quedaran una hora en una explanada baldía junto al colegio Corpus Christi, en la Avenida de las Razas, para que tomaran una decisión. Tenían de plazo hasta las 12:15, un límite que luego se traspasó.
Algunos chabolistas lo tenían claro. La solución a sus problemas era para ellos cada vez más evidente: la vuelta a las Tres Mil, donde sus pisos están precintados por la Consejería de Vivienda tras abandonar el barrio. El miedo a las represalias del clan de los Marianos parecía importar menos. La necesidad más urgente para estas personas es encontrar un lugar "digno" donde poder recuperar la estabilidad perdida hace tres meses. Mientras la incertidumbre se acentuaba, también comenzaron a surgir divisiones dentro del grupo. Algunos, como el patriaca Ángel Jiménez, llegaron a dudar de las "buenas" intenciones de algunos mediadores, como el secretario general de la asociación Unión Romaní, Manuel García Rondón, que en el momento del desalojo se encontraba fuera de Sevilla.
García Rondón se personó en la Avenida de las Razas a la una de la tarde, cuando los representantes de la Autoridad Portuaria le comunicaron a las familias que no podían estar por más tiempo en dichos terrenos. La tensión se incrementaba por segundos. El secretario de la Unión Romaní se entrevistó el martes con el Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo y lo único que sacó en claro fue un compromiso para obtener una rápida respuesta. Pero ninguna administración ha aportado una solución al problema. La desesperación y el nerviosismo reinante provocaron que un chabolista lanzara piedras contra los fotógrafos y cámaras que grababan la reunión. Los periodistas tuvieron que salir escoltados de la explanada por la Policía portuaria ante las continuas amenazas.
A partir de ese momento comenzó una auténtica caravana nómada por distintas zonas de la ciudad. La segunda parada fue en la Isla de Tercia, en unos terrenos cercanos al Estadio de la Cartuja, que ya fueron visitados el viernes pasado por estas familias y que volvieron a ser descartados por la lejanía de la ciudad, ya que el punto más cercano para abastecerse de agua potable se encuentra a 10 kilómetros, según los chabolistas.
El tercer intento de asentamiento fue en la Bancada de la Expo, en el antiguo apeadero de Renfe. En este lugar ya había un dispositivo policial preparado ante la llegada de los chabolistas, lo que impidió que se adentraran en los terrenos. Continuó la comitiva hasta llegar a la antigua discoteca La Recua, al otro lado del río Guadalquivir, en una zona donde buena parte de estas familias permanecieron el fin de semana pasado hasta reagruparse en la carretera que conduce hasta la base de El Copero.
Estos terrenos pertenecen al término municipal de San Juan de Aznalfarache, por lo que el alcalde de esta localidad, el socialista Juan Ramón Troncoso, ya se puso en contacto ayer con la Subdelegación del Gobierno para que ordenara el desalojo de la zona. "Entiendo el problema que vienen arrastrando estas familias -señaló Troncoso-, pero trasladar el asentamiento de un lugar a otro no soluciona nada, seremos flexibles y podemos permitir que duerman una noche, aunque el Ayuntamiento no va consentir que se establezcan permanentemente en estos terrenos".
Al cierre de esta edición, las familias seguían junto a La Recua, donde tenían previsto pasar la noche, aunque todo hace prever que hoy tengan que trasladarse de nuevo. La sensación que reina entre los Caracoleños es que si los vuelven a echar, la única alternativa es regresar a las Tres Mil, aunque sea la solución más peligrosa.
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