La central nuclear japonesa libera una nube radiactiva que llega a la capital
Una nueva explosión podría haber dañado la vasija que rodea al reactor número 2 de Fukushima · Francia asegura que el accidente tiene un nivel 6 sobre 7, que fue el caso de Chernobil
La situación en la planta nuclear de Fukushima en Japón entró ayer en una fase crítica tras un incendio y una nueva explosión que desataron una fuga de radiactividad y la declaración de un radio de exclusión de 30 kilómetros.
La situación más grave parece concentrarse en los reactores 2 y 3 de esa central, donde a primera hora de ayer tuvo lugar una explosión que, además de dañar el edificio de la unidad 2, parece haber afectado a su sistema de contención. El ministro portavoz, Yukio Edano, consideró muy probable que la vasija esté dañada y advirtió de que los niveles de radiación de la central son lo suficientemente altos como para ser perjudiciales para la salud.
El jefe de la autoridad independiente para seguridad nuclear en Francia (ASN), André-Claude Lacoste, subió el nivel del accidente nuclear en Japón a la categoría 6 en una escala de siete. "Está claro ahora", dijo Lacoste en París. El nivel 7 se alcanzó hasta ahora una única vez, en la catástrofe de Chernobil en 1986.
La ASN había señalado ya el lunes que la magnitud de la catástrofe desatada tras el terremoto del viernes en Japón podría alcanzar la de de Chernobil. La Agencia Internacional de la Energía Atómica clasificó primero el accidente en el nivel 4.
La operadora de la planta, Tokyo Electric Power (Tepco), reconoció una potencial fusión del núcleo del reactor, mientras el nivel de radiactividad en la entrada de la central llegó a marcar los 8.217 microsievert por hora, muy por encima de los 1.000 microsievert al año establecidos como límite seguro.
Mientras tanto, en las inmediaciones de la unidad del reactor 3, que también sufrió una explosión por hidrógeno, la radiactividad llegó a tocar 400 veces el nivel considerado seguro. En este reactor también se teme una fusión del núcleo a causa del fallo del sistema de refrigeración, pese a la inyección de agua marina con boro y a que se está liberando vapor de forma controlada para rebajar la temperatura y presión.
La situación la complicó un incendio, ya extinguido, en la piscina de combustible del reactor 4, que estaba apagado por mantenimiento cuando ocurrió el terremoto. Las piscinas sirven para guardar el combustible ya utilizado sumergido en agua a fin de evitar su sobrecalentamiento. Si el nivel del agua baja, la subida de temperatura puede llegar a provocar el fuego y, por tanto, nubes de material radiactivo, según los expertos.
El incendio de la piscina de la unidad 4 (aparentemente causada por una explosión de hidrógeno) hizo que los niveles de radiactividad llegaran a superar hasta cien veces el límite permitido, pero luego disminuyeron, según el ministro portavoz, Yukio Edano, que negó que hubiera una fuga en este reactor.
No obstante, Edano advirtió que los niveles en la central son lo suficientemente altos como para ser perjudiciales para la salud.
En la planta de Fukushima luchan por controlar los múltiples focos de crisis un puñado de 50 ingenieros, después de que el grueso, unos 800, fueran evacuados ante la subida del nivel de radiactividad en el recinto, mientas Tepco indicó que la radiación es demasiado alta para que sus empleados permanezcan en las salas de control.
Los residentes en un perímetro de 20 kilómetros alrededor de la central, unos 200.000, fueron evacuados desde el fin de semana, mientras que ayer el Gobierno extendió el área de alerta hasta los 30 kilómetros.
Los niveles de radiación han aumentado en amplias zonas, incluida Tokio, donde se han detectado pequeñas cantidades de sustancias radiactivas como cesio, aunque el gobierno metropolitano insiste en que los niveles todavía no suponen un riesgo apreciable para la salud.
Las autoridades de Japón elevaron a casi 6.500 los muertos y desaparecidos, y situaron en 25.000 los rescatados por el terremoto y posterior tsumani del viernes, mientras que cada vez son mayores los problemas de abastecimiento para los supervivientes.
Del total de 3.722 fallecidos confirmados, algo más de mil han sido identificados y unos 400 cuerpos han sido entregados a sus familias, según la agencia local Kyodo.
Por cuarto día consecutivo, los equipos de rescate se enfrentan a la doble tarea de remover las ruinas y escombros en el litoral en busca de cuerpos y de llevar ayuda a los damnificados en zonas aisladas como Oshima, una pequeña isla frente a la costa de la provincia de Miyagi.
Allí fueron encontradas con vida ayer cerca de 1.300 personas que escaparon del seísmo. Entre 7.000 y 8.000 residentes en Oshima perdieron sus casas y se han refugiado en escuelas.
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