Cempoala, la gran ciudad mexicana que Cortés llamó Sevilla

El Rastro de la Historia

Hernán Cortés, saliendo de Cempoala con porteadores totonacas.
Hernán Cortés, saliendo de Cempoala con porteadores totonacas.
Silverio

12 de febrero 2025 - 03:00

Dentro de la apasionante historia de la conquista de México por Hernán Cortés, entre 1519 y 1521, la ciudad de Cempoala tiene un lugar especial. Fue el primer gran núcleo urbano mesoamericano con el que se topó el conquistador español y allí, tras entablar relaciones amistosas con el pueblo que la habitaba, los totonacas, comprendió que el imperio azteca era un gigante con los pies de barro que basaba su poder en el sometimiento por la fuerza de numerosos pueblos que esperaban la oportunidad para sacudirse su yugo. A partir de entonces, Hernán Cortés desarrolló una estrategia basada principalmente en una gran alianza con estos pueblos sometidos por los mexicas que fue fundamental para la conquista definitiva de México-Tenochtitlán y la creación del Virreinato de Nueva España. Como se suele decir, "La conquista la hicieron los indios y la independencia los españoles", en una clara alusión a estas alianzas entre Cortés y los nativos antiaztecas y a la importancia de las élites criollas en los procesos de emancipación.

Lo curioso es que Hernán Cortés llamó a Cempoala Sevilla. Lo cuenta él mismo en la segunda de sus Cartas de relación al emperador Carlos V, documentos en los que el conquistador cuenta sus peripecias por México:

"Con este propósito y demanda me partí de la ciudad de Cempoal, que yo intitulé Sevilla, á 16 de agosto, con quince de caballo y trescientos peones lo mejor aderezados de guerra que yo pude y el tiempo dió á ello lugar".

La Cempoala a la que llegó Cortés en 1519 estaba habitada por unas 30.000 personas, era la capital de los totonacas y una de los principales ciudades ceremoniales y comerciales de Mesoamérica. Sin embargo, desde mediados del siglo XV, estaba dominada por los mexicas, a los que los totonacas tenían que mandar una importante cantidad anual de tributos en forma de mercancías y niños que eran usados como esclavos o para sacrificarlos a los dioses aztecas. Cuando llegó Cortés a la ciudad, el rey de la ciudad era Chicomecatl, al que las crónicas llaman el Cacique Gordo. Él fue el que permitió los españoles entrar en la ciudad y solicitó a Cortés su ayuda para sacudirse el yugo de Tenochtitlán. Chicomecatl fue, en definitiva, el gran aliado de los castellanos en México.

Las crónicas cuentan los gritos de admiración que los soldados españoles dieron cuando vieron un caserío que creían cubierto de plata, quizás por la argamasa que usaban los totonacas para enfoscar sus moradas, fabricada con una mezcla de agua, arena y cochas molidas que la hacían brillar con intensidad. Independientemente de esta fantasía, Cempoala era una ciudad muy rica y fértil, con numerosos canales, huertos y jardines que le daban un aspecto fastuoso a ojos de aquellos conquistadores provenientes de Castilla (en náhuatl Cēmpoalātl significa Lugar de las Veinte Aguas). La mayoría de las fuentes coinciden en señalar que Cortés la llamó Nueva Sevilla precisamente por esta pujanza, ya que la capital andaluza era por entonces el núcleo urbano más próspero de Castilla. Tanto era la riqueza de Cempoala que los castellanos la denominaron también Villa Viciosa, manera común del momento para nombrar las urbes pudientes o con entornos muy fértiles. Pero también hubo otros motivos, como dicen Félix Báez-Jorge y Sergio Vásquez Zárate, de la Universidad Veracruzana:

"Hernán Cortés llamó Sevilla a Cempoala, seguramente motivado por el calor, la humedad en el ambiente, la luz del sol brillante, el suelo fértil y el agua por doquier, que acaso le harían recordar la ciudad andaluza situada a orillas del río Guadalquivir, que fuera capital del reino de Taifa".

También tuvo que ayudar para este bautizo el que Cempoala usaba sus murallas principalmente para la defensa de las inundaciones provocadas por el cercano río Actopan, exactamente igual que la Sevilla de entonces con el Guadalquivir.

Pese a que Cempoala fue una ciudad que siempre le trajo suerte a Cortés -allí, en 1520, también derrotó a las fuerzas de Pánfilo Narváez que venían a detenerlo en nombre del gobernador de Cuba, Diego Velázquez-, lo cierto es que a ella no le fue bien con la conquista española. Debido a la terrible de epidemia de viruela desatada en Mesoamérica entre 1575 y 1577, que se estima causó unos dos millones de muertos, la ciudad amiga de Cortés quedó diezmada, sus supervivientes trasladados a otros núcleos y el caserío abandonado y olvidado. Solo la arqueología la recuperó siglos después. Hoy es un yacimiento visitable.

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