La Cava de los Civiles y la cava de los Gitanos en Triana: parte de la historia de Sevilla
La especulación urbanística durante el franquismo obligó al realojamiento de muchas familias trianeras en la periferia
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En Triana hay dos cavas que cantan los serafines, la Cava de los Gitanos; la otra, la de los Civiles. En esta copla se recoge buena parte de los orígenes del barrio sevillano. El término 'cava' se refiere a una excavación que rodea una fortaleza, cuya construcción se remontaría al siglo XIII durante el dominio almohade. Según la tesis de la historiadora Mercedes Díaz Garrido, la Cava habría conformado un sistema defensivo junto al castillo de Triana (de San Jorge, tras la conquista de Fernando III) y la muralla que unía la Torre del Oro con el Alcázar. El objetivo era proteger la alquería de Triana y, sobre todo, el Puente de Barcas, del que dependía buena parte del abastecimiento de la ciudad.
No se sabe si la Cava se asentaba sobre un antiguo cauce del Guadalquivir ya seco entonces o se trataba de un gran foso construido por el hombre. Lo cierto es que su trazado coincidiría con la actual calle Pagés del Corro. La división histórica es sencilla: la calle San Jacinto marcaba el límite entre las Cavas de los Gitanos (la Nueva o Alta) y los Civiles (la Vieja o Baja), que se extendían hasta las plazas de Cuba y Chapina respectivamente.
Una historia de convivencia, pese a la represión
Estos últimos nombres comenzaron a utilizarse a partir del siglo XIX, pues la de los Gitanos destacaba por la presencia de pobladores de esta etnia, mientras que la de los Civiles se llamaría así por la existencia de un cuartel de la Guardia Civil (o por simple oposición). No obstante, "existen evidencias seculares de la Cava de los Gitanos de Triana desde el siglo XV", apuntan desde la Asociación de Mujeres Universitarias Romí Andaluzas para la Defensa de sus Intereses (AMURADI), con sede en Sevilla. En Andalucía hubo otras gitanerías como la de Santiago en Jerez de la Frontera, el Sacromonte en Granada o la Puerta Osario, también en Sevilla, pero la de Triana destacó "por ser cuna de una cultura sin parangón de la que emanaron músicas, gastronomía, oficios y una idiosincrasia gitano-sevillana", afirman.
Pese a todo, la población romaní convivía armónicamente con los no gitanos, incluso los registros de la parroquia de Santa Ana corroboran la celebración de matrimonios mixtos desde el siglo XVII. Entre los oficios que regentaban este colectivo, destacan "las fraguas, la cerámica, la cestería o, más tarde, las cigarreras de Altadis". Durante el siglo XVIII, muchos fueron encarcelados o apartados de Triana en virtud del Decreto de Expulsión de los Gitanos de Fernando VI, lo que popularmente se llamó La gran redada. En aquella época convulsa nace la Hermandad de los Gitanos, a los que se denegó hacer estación de penitencia en Santa Ana y fueron obligados a cambiar numerosas veces de sede. Con más de 270 años de historia, se trata de la institución gitana más antigua del mundo.
Con el franquismo, la especulación urbanística provoca los realojamientos
La Cava sufrió durante años la acumulación de inmundicia, hasta que el teniente de alcalde Francisco Pagés del Corro, quien promovió su acondicionamiento y asfaltado. No obstante, la especulación urbanística de mediados del siglo XX puso fin a la cultura propia forjada por esta gitanería durante siglos. "Fue un impacto integral: económico, laboral, de vivienda, educativo y también psicológico. Con la expulsión de los vecinos (gitanos y no gitanos) de la Cava, se pierden los saberes, las redes de apoyo y en definitiva, se promueve un desarraigo identitario, cultural y espiritual", asegura la entidad, adherida a la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas (FAKALI).
Durante la dictadura franquista, los gitanos fueron realojados en zonas periféricas y con conexiones deficientes con el centro urbano, en chabolas en el Polígono de San Pablo o el Prado de San Sebastián; o en poblaciones como Pañoleta (Camas), con el tiempo llamada la Triana Chica. Algunos resistieron en el barrio de El Tardón; otros lograron ahorrar y con el tiempo volvieron a vivir a Triana.
Muchos descendientes de los gitanos trianeros viven en riesgo de exclusión
Para FAKALI, el primer ejemplo de la gentrificación lo sufrieron las gitanerías de Triana o los patios de vecinos de San Bernardo, entre otros. "Vivir en la exclusión tiene sus consecuencias, según la Universidad de Sevilla, esperanza de vida en los barrios pobres, sobrerrepresentados de familias gitanas, es hasta nueve años menor que las del resto de la ciudad", apunta su portavoz, José Vega
AMURADI, en Sevilla, trata de poner en valor y recuperar el legado cultural que dejaron los gitanos en Triana, a través de iniciativas como las rutas guiadas por la anigua Cava de los Gitanos "Conociendo la Triana Gitana" y la digitalización de las vivencias de sus antiguos moradores, con apoyo de la Junta de Andalucía. "La resistencia ha sido una de nuestras características históricas como Pueblo: resistir, pese a todo. Y Triana; la Triana gitana resiste, pese a todo", concluyen.
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