Un cartel de fiestas primaverales con palabras
Sus sevillanas se han cantado y bailado en 48 países (según la SGAE)
En la foto está lo más grande: Paquita Rico, Antoñita Moreno, Imperio Argentina, Marifé de Triana, Juanito Valderrama, Enrique Montoya, Rafael Farina, El Príncipe Gitano… A un lado, Manuel Melado. Al otro, fuera del objetivo del fotógrafo, Carlos Cano. Los reunió la Sociedad General de Autores para reconocer la relevancia de los temas que compusieron o cantaron. Esta fotografía, que verán los que acudan a su peluquería en la calle Amor de Dios, aparece en el álbum fotográfico de Luz Creadora, el último libro de Manuel Melado. Hace el número 23 de su producción. Ya prepara el número 24, que titulará Me mató una soleá.
Sus sevillanas se han cantado y bailado en 48 países (según la SGAE)
Luz Creadora es mucho más que un libro. Para empezar, son muchos libros. Poemas escritos cuando Manuel Melado Prado (Sevilla, 1940) tenía 25 años y alguno escrito este 2025 en el que va a cumplir 85. Es también un homenaje a su amigo Antonino Parrilla, pintor recientemente fallecido, criado como Melado en el barrio de San Julián, que firmó en 2012 un cartel de fiestas primaverales cuya protagonista era su bellísima hija, Marina Parrilla, a la que se llevó en plena juventud una repentina enfermedad. Y es también una alianza entre dos calles paralelas de la ciudad, la calle Amor de Dios donde a sus 84 años sigue cortando el pelo en un negocio familiar (hijo y padre de peluqueros) que comenzó en 1927, y la calle Trajano donde tiene su librería Padilla, de cuyos talleres ha salido este libro.
Se presentó en el Círculo Mercantil. Lo hizo Paco Robles, uno de sus tres prologuistas, además de Aurelio Verde y Ángel Vela. Sevilla y Triana hermanadas. La familia arropó al autor. Acudieron tres de sus cinco hijos: Pepe, Miguel Ángel y Elisa. Faltaron Rocío, que vive en Lepe, y Antonio, que había viajado a Bruselas a recoger a su hija Elena. En representación de sus siete nietos, acudió Miguel, que acaba de cumplir 18 años.
El salón de actos del Mercantil se llenó de amigos. Casi todos se llevaron un ejemplar de Luz creadora. El autor es un tipo singular: durante 18 años fue speaker del Betis, es reputado peluquero con premios internacionales en el oficio, ha escrito novelas, muchos poemarios y es autor de algunas de las sevillanas más populares del género. No consta que Fernando III le cantara Mírala cara a cara a Axataf cuando tomó Sevilla, pero forma parte de la primera estrofa de las Sevillanas para conquistar. Uno puede llevarse el libro a la próxima Feria de Abril (en mayo) porque contiene las letras íntegras de estas sevillanas y de A bailar, a bailar, Que no nos falte de ná y Quiero cruzar la Bahía (pero que sea por Punta Umbría), sevillanas que se han cantado y bailado en 48 países. Melado es la marca Sevilla, por si algunos no se han enterado.
El muecín del Betis cruza a diario la orilla de la amistad. En el libro aparece fotografiado con sus amigos béticos Rafael del Pozo y Eduardo Anzarda y entre el público del Mercantil estaba Pablo Blanco, leyenda del Sevilla, más de cuatrocientos partidos, ojo clínico en la visión de futuras estrellas (Sergio Ramos, Reyes, Jesús Navas). En Melado no hay rivalidad. “Blanco me invitó al Sánchez-Pizjuán cuando le dieron el dorsal de leyenda y tuve ocasión de saludar a Bertoni”. El sevillista que marcó uno de los goles a Holanda en la final del Mundial de Argentina 78. Paco Robles recordó un gol de Pablo Blanco al Dinamo de Moscú. “En el Benito Villamarín, para más inri, en el Trofeo Ciudad de Sevilla”, señaló el interfecto. Como se entere Putin.
El libro tiene once cuadros de Antonino Parrilla, a quien le dedica un poema: “Te presiento emperador, de esta / Bética difícil, / coronado de laurel por las murallas / que cercaron tu niñez de macareno”. Su obra póstuma, se puede decir. Cuadros llenos de alegría con la pena que da hablar de alguien en pasado. Cada cuadro es como el separador estético de los diversos contenidos del libro: poemas nuevos, poemas antiguos, Fandangos, Saetas, Sevillanas. Porque Luz Creadora es un cartel de fiestas primaverales con palabras. Un poema dedicado a José López El Pelao, capitán de la Centuria macarena, que según Pilatos, y no era broma, desfila en Sevilla mejor que en Roma. Romanos con gracia de toreros que fueron grabados por el grupo Los de la Trocha. O Jóvenes costaleros, un emotivo homenaje a la cantera de la trabajadera que se le ocurrió viendo a unos chiquillos que sacaban una cruz de mayo en Monte-Sión.
Melado fue recitando algunos de sus poemas. Se le da mejor decirlos de memoria, “me siento incómodo leyendo”. Refuta el dicho de que la inspiración te tiene que coger trabajando. “Yo no me siento a romper papeles”. Tiene poemas “pasionales” a la pubertad y a la primera noche de bodas. Robles le presentó una de sus novelas eróticas, El deseo de mi marido y bromeó con las calenturas. Melado se defendió ante un hipotético Santo Oficio. “Si alguien escribe novelas de crímenes, no dicen que es un asesino. Si tú cuentas historias subidas de tono, te llaman pervertido o degenerado”.
La presentación la condujo Lola Chaves, vicepresidenta primera del Círculo Mercantil, donde Melado ha bautizado algunos de sus libros. Robles se pidió la lectura del primer poema del libro, El puerto de la nostalgia, y aprovechó la coyuntura para darle las gracias a su peluquero personal (que es como un entrenador del cabello). “Fue de las primeras personas que apareció por mi casa cuando conseguí salir del ictus del 21 de marzo de 2000. Se presentó con unas tijeras, un peine, los avíos de pelar, una botella de manzanilla y una caja de almax”.
Melado rinde tributo a quienes le marcaron. A su amigo Manuel Garrido, autor de las Sevillanas del Adiós que le cantaron al papa Juan Pablo II cuando visitó Sevilla en noviembre de 1982. A Pepe Suero, voz y música de Ganarás el pan; a Federico García Lorca, a quien le dedica el Romance del llanto oculto; a Paco Palacios, El Pali, el Trovador de Sevilla.
Luis Clemente, en la reedición de su libro Triana, con nuevos materiales, confirma lo que cuenta Melado. “Me di a conocer con un grupo de rock, Alameda. Yo tenía entonces la peluquería en el Alameda Multicines. En 1979. Luis Moreno, uno de los componentes de Alameda, tenía un pub inglés muy cerca. Me pidieron un tema que no fuera ni de Feria ni de Semana Santa. Así surgió Hacia el alba que empezaba con algo que es muy actual: yo no quiero fronteras”.
No faltaron sus amigos médicos Julián Conejo y Esteban Blanco. Dice que cuando se hizo la última analítica, la doctora “me dijo que tengo el colesterol estupendo, que me podía comer una pringá”. Tampoco faltó su inseparable Eligio González, de Mariscos González. En este libro están el primer Melado, el de Poemas de la vida misma (de 1965) y el más reciente, el que no quiere que cante el gallo. En el libro publica un buen puñado de soleares. Prepara “Me mató una soleá”. “Antonio Burgos me decía que era incapaz de escribir una soleá. Lo mismo le pasaba a Romero Murube. Son buenos sonetistas, pero se les resiste”. Una poesía minimalista (“siempre choca mi alegría / con el muro que separa / tu casita de la mía”) de la que ha encontrado variantes en Cervantes, Lorca, Montesinos o Caballero Bonald.
Parafraseó a Neruda en Cuatro estaciones de amor para una primavera perdida. Es un sevillano de 1940, el año de Alfonso Guerra, Rojas-Marcos, Eduardo Saborido, Rogelio Reyes o Joaquín Caro Romero. Unos sevillanos de la posguerra que siguen dando guerra. En el caso de Melado, por saetas, fandangos, sevillanas y hasta por villancicos.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por St. Mary’s School Sevilla
Contenido ofrecido por CEU en Andalucía