Las Carnicerías Mayores, un edificio de la Sevilla desaparecida
El Rastro de la Historia

Las antiguas Carnicerías Mayores pertenecen a eso que podríamos denominar la Sevilla desaparecida, esa ciudad fantasmal que ya solo vive en los libros de los eruditos locales o reaparece brevemente en algún artículo periodístico. A veces, estas extinciones de edificios sirvieron para lucrar a unos pocos especuladores y políticos sin escrúpulos, pero otras, sin embargo, lo hicieron para mejorar el urbanismo de la ciudad según los criterios del momento. Es el caso de las Carnicerías Mayores. Al igual que la demolición del convento de la Encarnación fue necesaria para la construcción de la plaza homónima -ubicado donde hoy se encuentran las Setas- y la del convento de San Francisco posibilitó la traza de la Plaza Nueva, la desaparición de las Carnicerías fue necesaria para el ensanchamiento, en el siglo XIX, de la actualmente conocida como Plaza de la Alfalfa, sin la cual hoy no se comprendería el centro de la ciudad. He aquí su historia.
Fue en tiempos del emperador Carlos V, en 1545, cuando se mandó levantar las Carnicerías Mayores de Sevilla, edificio de dos plantas en torno a un patio central que acogía 48 puestos o tablas para vender la carne del ganado que, proveniente de la Dehesa de Tablada, se sacrificaba en el matadero extramuros de la Puerta de la Carne. La arquitectura del edificio era sobria y de clara raigambre renacentista. Como únicos adornos constaban el gran escudo del César Carlos acompañado por la cruz de San Andrés y las dos columnas con la leyenda Plus Ultra, además de las armas del Cabildo de la Ciudad, como se observa en la aguada a color que pintó el viajero romántico inglés Richard Ford el 16 de marzo de 1831, durante su larga estancia en Sevilla. Al describirlas en el siglo XVI, Alonso de Morgado señala que las Carnicerías Mayores constaban de dos puertas, una que daba a la Plaza de la Alfalfa (mucho más pequeña por aquellos años) y otra que comunicaba con la entonces llamada Plaza de las Berzas o Verduras. Ambos nombres nos recuerdan que esta zona era desde la Edad Media uno de los principales centros de venta de alimentos y otras mercancías de la ciudad. De hecho, con el paso del tiempo, en 1776, el edificio dejó de estar dedicado exclusivamente al comercio de la carne para convertirse en una plaza de abastos generalista, como señala el arquitecto e historiador de la Arquitectura Víctor Pérez Escolano en La arquitectura civil: obras singulares, capítulo perteneciente al catálogo La Sevilla de Richard Ford 1830-1833, exposición realizada por la Fundación El Monte en 2007.
La construcción de las Carnicerías Mayores de Sevilla respondió a una preocupación general de la Corona por mejorar el abastecimiento de la carne en el reino. Es por eso que se levantaron otras similares en ciudades de Castilla como Toledo, Medina del Campo, Madrid, Baeza o Priego. Finalmente, el edificio no pudo sobrevivir a un siglo XIX en el que una de las principales preocupaciones urbanísticas era hacer respirar a las ciudades. Es decir, despejar los compactos caseríos como el de Sevilla para trazar plazas que, además de aumentar la higiene y ventilación de las calles, sirviesen para mejorar el tránsito urbano y el esparcimiento público. Con tales motivos, las Carnicerías Mayores fueron demolidas en 1837 y su solar sumado a la entonces pequeña Plaza de la Alfalfa.
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