Carlos San Juan, promotor de 'Soy mayor, no idiota': "Los mayores somos la carnaza para los tiburones informáticos"
Sevilla
Carlos San Juan, promotor de la iniciativa 'Soy mayor, no idiota', considera que muchas personas de este colectivo se bloquean ante el mundo digital por miedo
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La situación de los colectivos de la tercera edad es delicada en lo que respecta a ladigitalización. No por la falta de tesón que ponen en familiarizarse con sistemas de mensajería como WhatsApp, con aprender a manejar YouTube o con desarrollar sus destrezas para realizar determinadas gestiones como solicitar una cita médica a través de la web. Aunque esto último resulta tedioso para cualquiera.
El concepto de brecha digital se repite sin cesar, se aborda en los programas políticos e incluso las empresas privadas ponen su empeño para organizar talleres centrados en desarrolla las habilidades tecnológicas de los colectivos más vulnerables. De hecho, los cursos municipales agotan sus plazas en pocos días, porque el interés por seguir formando parte de un mundo en el que el móvil se ha convertido en una extensión del brazo no entiende de edades.
A pesar de ello, o precisamente por esto último, la ciberdelincuencia ha experimentado un enorme crecimiento en los últimos años. De hecho, tal y como ha expuesto Diario de Sevilla, los delitos informáticos subieron un 41% entre 2021 y 2022 y más de un 104% entre 2019 y 2022. Una situación que ha puesto en jaque a la tercera edad. Así lo puso de manifiesto Carlos San Juan, promotor de la iniciativaSoy Mayor, no idiota en CSI Radar, el primer congreso sobre ciberseguridad internacional que se celebró en Sevilla hace un par de semanas.
La lucha de este médico jubilado ha llenado titulares y noticiarios, a nivel nacional e internacional. En febrero de 2022 se atrevió a desafiar al sector bancario y empezó a recoger firmas para reclamar una atención más humana para la personas mayores ante la incesante sustitución del personal de las oficinas por cajeros automáticos. Pero esta no es la única razón que motivó la creación de su iniciativa. También lo fue la progresiva digitalización de los bancos que obligaba (y sigue haciéndolo en muchos casos) a realizar determinadas gestiones a través de las aplicaciones de las entidades.
Un año después, el médico valenciano explica a Diario de Sevilla que "han mejorado mucho las cosas, pero de una manera muy desigual". Una de las tareas pendientes, según San Juan, es precisamente la simplificación de las aplicaciones "que siguen siendo muy complicadas para todas las personas". El siguiente escollo es el cierre de sucursales: "Los cajeros no resuelven los problemas. Sí que los necesitamos, pero acompañados de una oficina".
A pesar de que le han llegado a decir frases tan hirientes como "este abuelo no se ha enterado que la banca no es una ONG", San Juan ha visto cómo gran parte de su lucha se materializó en la aprobación de la ley de defensa del usuario financiero en el Congreso de los Diputados el pasado mes de mayo. "La ministra Nadia Calviño tuvo el detalle personal de llamarme para comentarme con alegría que la norma se había aprobado y pasaría al Senado".
Un proceso que ha quedado en modo de espera, como tantos otros procedimientos legislativos, ante la disolución de las Cortes Generales por la inminente convocatoria de elecciones generales. A pesar de ello, el médico no duda en agradecer el apoyo y empatía que han mostrado Calviño y el secretario general del Tesoro, Carlos Cuerpo, por todos los esfuerzos realizados.
"Si los mayores no interesamos a la banca, porque es un negocio privado, mi propuesta es que, al menos en las zonas rurales o en los puntos donde hay un gran número de personas mayores, se implante el trato personal en las oficinas como había antes con las cajas de ahorro", indica San Juan.
"Muchos mayores tienen miedo a la digitalización"
Pero la acuciante falta de personal humano en las sucursales no es la única contrariedad que encuentra el colectivo. Ahora se han convertido en "la carnaza para los tiburones informáticos. Es muy fácil engañarnos". El valenciano cuenta que ha recibido numerosas quejas e incluso ha visto a muchas personas llorar, "porque inocentemente han ofrecido sus cartillas para que les sacaran dinero en los cajeros" y los han estafado a través de la técnica conocida como lazo libanés.
En esta modalidad de robo se simula la ranura en la que se introduce la tarjeta de crédito para operar en el cajero con un dispositivo de plástico o de cartulina. Su parte final esta rodeada por un lazo confeccionado con cinta magnetoscópica, que impide que el cajero reconozca la introducción de una tarjeta y se quede atascada. Cuando la víctima cree que es una avería del cajero y se marcha, el estafador regresa para recuperar la tarjeta.
Precisamente, debido a este tipo de técnicas y al aumento de los ciberdelitos "muchos mayores sienten miedo y se cierran a la digitalización". Pese a que existen numerosas personas de este grupo de edad que "no sufren peligro porque directamente no tienen acceso" a las nuevas tecnologías, "los que sí estamos dispuestos a aprender nos sentimos desprotegidos".
Además, indica que los bancos deben proteger a sus clientes ante "errores humanos" como puede ser el caer en determinadas estafas. Como esa en la que los criminales suplantan a los bancos para hacerse con las claves de acceso a las cuentas de sus clientes. "¿Por qué en un caso de hackeo, el cliente perjudicado no está respaldado por un seguro bancario? Me llama la atención que estemos desprotegidos ante un ciberataque", se pregunta el médico.
Un detalle muy importante para él es el tema de la legislación: "Habrá que cambiarla. Los grandes hackers cuando han cumplido una condena testimonial, tienen la oportunidad de trabajar después en grandes empresas y lo hacen de protector ante piratas informáticos. Esto creo que incluso los estimula, porque cobran millones de euros".
Una preocupación que se extiende a los nietos
La preocupación de San Juan no se queda exclusivamente en las personas mayores. También le quita el sueño el bullying que hay en Internet. "Me da miedo por mis nietas también. Se debería invertir fuerte en los blindajes y hacerlos más asequibles. Yo personalmente soy muy desconfiado y tengo ansiedad de que cualquier cosa que haga pueda invadir mi intimidad o que incluso me estén robando".
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