Los dos hermanos mayores de Antonio Machado

Calle Rioja

En el 150 aniversario de su nacimiento, el recuerdo de Manuel Machado es la reivindicación de una hermandad afectiva y literaria con Antonio, el de Dueñas y Colliure

Donde no hay harina, todo es mohína

Antonio Machado sentado y Manuel de pie, fotografiados por Alfonso. / Redacción Sevilla

02 de septiembre 2024 - 06:21

Antonio Machado tenía dos hermanos mayores. Uno de sangre, Manuel, nacido once meses antes, el mayor de los siete hijos de Antonio Machado Álvarez, Demófilo, y Ana Ruiz. El otro, figurado, sería Rubén Darío (1867-1916), el poeta nicaragüense con el que sellarán la amistad en París. “Rubén es nuestro hermano mayor, declara Antonio Machado”. Quien esto escribe es Rafael Cansinos-Asséns (1873-1944) en el primer volumen de La novela de un literato.

Esa declaración de fraternidad literaria forma parte de una aventura genial. El punto de partida es el anuncio que hace Villaespesa: “¡Juan Ramón ha venido, Juan Ramón está en Madrid! Acaba de escribírmelo. Está en el Sanatorio de El Rosario. Tenemos que ir a verlo”. Manuel Machado muestra sus dudas ante la enfermedad del poeta de Moguer. “¡Bah!, aprensiones… algo de neurastenia… ¡Con la vida que podría darse! En Francia…, en París y con dinero… Pero él no sale de los Sanatorios… ¡Pose! A cada cual le da por una cosa”.

Quedaron en hacerle una visita en el Sanatorio el domingo siguiente y el lugar de reunión “sería la casa de los Machado, que vivían en los altos de Fuencarral, número tantos –más allá del 100-, a las dos de la tarde”. Los amigos (Villaespesa, Antonio de Zayas, duque de Amalfi, Ortiz de Pinedo y se supone que el propio Cansinos) llegan al domicilio familiar de los Machado. “Uno de los Machado, creo que Antonio, en mangas de camisa, se estaba acabando de afeitar ante un trozo de espejo sujeto en la pared, como los que se ven en las carbonerías”. El hermano pequeño de Manuel afeitándose como el gordo Buck Mulligan en la torre Martello en la primera escena del Ulises de James Joyce, novela que Alfonso Guerra está convencido de que Antonio Machado conoció a juzgar por alguna reseña literaria.

Juan Ramón admite el predicamento de Rubén Darío. “Rubén es el príncipe… aunque desde hace algún tiempo, parece agotado”. Manuel Machado asiente a medias. “Sí… algo de cansancio… el ajenjo… se ahoga en el mar glauco de Verlaine… Pero él es grande y ha hecho cosas magníficas… y las hará. Tiene derecho a un poco de reposo… Esperemos… Como decía Lagartijo: ‘El que tiene una onza la cambia’ y Rubén tiene muchas”.

La ruta sevillana de los Machado

Hay una ruta sevillana en la que coinciden los Machado con Juan Ramón. Éste residió como estudiante en una casa de la calle Gerona, muy cerca del Palacio de las Dueñas donde nace Antonio el 26 de julio de 1875, y de la iglesia donde su hermano Manuel contrajo matrimonio con su prima Eulalia Cáceres en junio de 1910. Un año antes, 30 de julio de 1909, se había casado su hermano Antonio a sus 34 años en una iglesia de Soria con Leonor Izquierdo, que tiene 16. Manuel vive en Las Dueñas cuando nace su hermano. Él viene al mundo el 29 de agosto de 1874 en una casa de la calle Pedro Mártir, una calle no demasiado grande cerca del Museo de Bellas Artes en la que también nacieron el pintor Gonzalo Bilbao y el poeta y letrista de coplas Rafael de León. Además del poeta Alejandro Sawa (1862-1909), el modelo en el que se inspiró Valle-Inclán para su Max Estrella de Luces de bohemia. En una placa está el epitafio que le dedicó Manuel Machado: “Jamás hombre más nacido para el placer fue al dolor más derecho”.

Daniel Pineda Novo le dedicó 520 páginas a Manuel Machado en un libro que publicó Ediciones Rilke con prólogo de Manuel Álvarez Machado, nieto de Francisco Machado, hermano de los poetas. El libro lo titula Manuel Machado el gran desconocido, con un segundo volumen de fotografías. En realidad, el hermano de sangre de Antonio y figurado de Rubén Darío más que desconocido es el gran olvidado. Un olvido que la Academia de Buenas Letras, el año que se cumple siglo y medio de su nacimiento, quiere mitigar con una exposición antológica.

Ya combatió el olvido Joaquín Pérez Azaústre con su libro El querido hermano, galardonado con el Premio Málaga de Novela. El título procede de unos versos de Antonio Machado: “Está en la sala familiar, sombría, / y entre nosotros, el querido hermano / que en el sueño infantil de un claro día / vimos partir hacia un país lejano”.

Es curioso. Antonio fue tras los pasos de su hermano Manuel cuando éste en marzo de 1899 decide establecerse en París. “¿Por qué lo hace?”, se pregunta Pérez Azaústre. “París es otra cosa. ¿Se lo ha dicho Alejandro Sawa, tras regresar de allí en 1896, el mismo año de la muerte de Verlaine?” Hay razones menos literarias y más poderosas: la muerte del abuelo, Antonio Machado Núñez, el que fuera alcalde de Sevilla, gobernador civil y rector de la Universidad, cuya ausencia deja a la familia con una mano delante y otra detrás. Porque el padre de los poetas ha muerto seis años antes que el abuelo después de una enfermedad que contrajo cuando trabajó de registrador de la Propiedad en Puerto Rico. El país donde se había exiliado Juan Ramón Jiménez y le comunican en 1956 el Nobel de Literatura. Antonio llega a París tres meses después que su hermano para trabajar con él en la editorial Garnier.

La encerrona burgalesa

Cuarenta años después, es Manuel el que realiza el mismo viaje tras los pasos de su hermano Antonio. Pero la motivación ahora es bien distinta. Se ha enterado en Burgos de que su hermano ha muerto en Francia, donde su madre, que morirá unos días después, le preguntaba todos los días por Manuel. Esa encerrona burgalesa, el infortunio de que la sublevación se produzca dos días después del día del Carmen (nombre de la cuñada monja a la que van a ver en la capital castellana), la pérdida de un tren, propicia la infame extrapolación de los dos Machados a las dos Españas. El viaje a París lo reconstruye el autor de El querido hermano.

Hicieron teatro juntos, una Fundación lleva en Sevilla el apellido de los dos, igual que un Premio Iberoamericano de Poesía que en las dos últimas ediciones han ganado Antonio Jiménez Millán y Felipe Benítez Reyes. Antonio tuvo mala suerte con las celebraciones y acontecimientos históricos. Cuando se casa con Leonor, quieren viajar a Barcelona en luna de miel, donde les espera su hermano Manuel, pero cambian de itinerario porque se produce la Semana Trágica. En enero de 1911, Antonio y Leonor viajan a París para que el poeta y catedrático de Francés participe en unos cursos de Filosofía Francesa. Planean unas vacaciones en Bretaña, pero su joven esposa sufre una hemotisis (tos con sangre) y no encuentran ningún médico porque es 14 de julio, fiesta nacional en Francia. Muere el 1 de agosto con 19 años.

Devoto de Frascuelo y de María

Más que el hermano mayor de los Machado (de Antonio y de José, Joaquín, Francisco, Cipriana y Ana) parece el hermano pequeño de los Álvarez Quintero, dicho sea con el máximo respeto y consideración a los dramaturgos de Utrera, porque, parafraseando a Antonio, Manuel era devoto de Frascuelo y de María. Hablaba de Lagartijo y se murió el mismo año que Manolete. Fue bibliotecario en Santiago de Compostela, donde nace su padre, y a diferencia de su hermano sí pudo leer su discurso de ingreso en la Academia de la Lengua. Hay como unos puntos suspensivos de los Machado con la generación de 1898: Baroja nace en 1872; Azorín, en 1873; Manuel Machado, en 1874; Antonio, en 1875. Valle y Unamuno son de la década anterior. Los dos murieron en 1936, el año que separa a los hermanos para siempre. Unidos como nunca.

Manuel es el más sevillano de los dos. Volvió a Sevilla para hacer un curso en el Instituto San Isidoro, matricularse en la universidad y casarse en San Juan de la Palma con la hermana de la monja.

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