El difícil equilibrio entre lo tradicional y el turismo
Cómo hemos cambiado | Calle Francos
De paso obligado en la ruta entre la Catedral y las ‘setas’, cuenta con varios de los comercios más singulares
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UNA de las calles más históricas de la ciudad. Su situación la convierte en una de las más transitadas del centro. Sobre todo desde que se inauguraron las setas. Son miles los turistas que la recorren a diario para dirigirse de la Catedral y la Giralda a la Plaza de la Encarnación. Su carácter peatonal la convierte en una vía ideal para los negocios. Son varios los históricos que sobreviven y, aunque las franquicias no se han instalado en ella, cada vez so más los negocios enfocados hacia el público foráneo, como tiendas de souvenirs, mercados asiáticos y tiendas de regalos, algo que le resta un poco de la autenticidad que siempre ha tenido. También son numerosos los pisos turísticos que se han instalado, expulsando a la mayoría de los residentes.
Francos es una de las calles con el nombre más antiguo de la ciudad. Data del siglo XIII y no se denomina así por los comerciantes franceses, como muchos piensan. Es por la concesión de franquicias que hace el propio rey Fernando III a los vecinos. Les libra de pagar determinados impuestos. Sin embargo, no toda la calle se ha llamado siempre de este modo. El ensanche final, desde el siglo XV, y al menos, hasta comienzos del XVII, fue conocida como plaza de Entalladores. También se ha llamado calle Imagen o Plazuela del Silencio, topónimos que se relacionan con el retablo cerámico de la Virgen de Belén con el Niño.
Las mayor parte del comercio de la calle Francos tiene nombre y apellidos, evidenciando la clara apuesta de los empresarios locales: Guantearía Pino, camisería de Ana Valencia, Peletería Reyes, Corsetería Modelo, Casa Rodríguez, Velasco o Cordonería Alba. Se trata de establecimientos que cuentan con el valor añadido de ofrecer un género que prácticamente sólo se puede encontrar en ellos. Es el caso de Casa Rodríguez, de artículos religiosos; y de la Cordonería Alba. Son dos tiendas centenarias que ofrecen una artesanía única que es demandada desde muchos lugares de Andalucía y del resto de España. Emblemas de la ciudad, como ha reconocido recientemente el Ayuntamiento.
El inicio de la calle Francos lo marca La Despensa de Palacio, un exquisito establecimiento que ha venido a aportar el toque dulce. Y la cierra, antes de la bifurcación en Conteros y Placentines, el restaurante El Pintón, un local enfocado esencialmente al público extranjero. Uno de los espacios más icónicos de Francos es el que ocupaban los almacenes Peyré. Actualmente, y tras un prolongado cierre, parte del espacio lo ocupa un gimnasio. En mitad de la calle encontramos un establecimiento que organiza excursiones y tours para los turistas. Es habitual que se formen grandes concentraciones ante este espacio, algo que no es acogido de buen grado por los negocios colindantes.
Uno de los problemas que ha arrastrado Francos en los últimos tiempos es el de la inseguridad. Prácticamente a diario, los comercios sufrían robos. Incluso a plena luz del día. Por ello, los propietarios le sugirieron al alcalde, José Luis Sanz, que incrementara la seguridad con patrullas, sobre todo por las noches. Así ha surgido la figura el sereno, o agente cívico nocturno, que patrulla las calles desde diciembre. Desde entonces, confirman los comerciantes, la actividad delictiva ha desaparecido prácticamente.
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