La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Los comercios tradicionales
Más de 80 años de historia en 17 metros cuadrados. Si hace 15 meses el barrio de la Alfalfa asistía al cierre de unos de sus establecimientos más emblemáticos, el Bar Manolo, en pocos días también presenciará como pone fin a su actividad la calentería de esta céntrico enclave. La subida del alquiler y la pérdida de vecinos autóctonos están detrás de la decisión tomada por su dueño, Antonio Paz Tejada, que trasladará su negocio a Gelves, localidad donde vive.
Los últimos calentitos que saldrán del número 4 de la Alfalfa se podrán consumir el domingo 20 febrero. Es la fecha para poner fin a una actividad que cuenta con más de 80 años de historia. Así lo recuerda Paz Tejada, quien heredó este negocio de su padre, que se llevó 50 años con él.
La Sevilla de entonces poco tiene que ver con la de hoy. Unas diferencias que han arrastrado a multitud de comercios y bares tradicionales a echar el cierre. El principal motivo para haber tomado esta decisión es que el local donde se encuentra pasó a manos de otros propietarios hace varios años. La llegada de los nuevos dueños supuso la subida del alquiler, un coste que se hace imposible con los ingresos actuales.
Y en esta segunda circunstancia, Paz Tejada se refiere al cambio que ha sufrido el centro de la ciudad los últimos años, en los que la actividad turística se ha adueñado de los pisos de la zona, donde cada vez es menor el número de vecinos autóctonos. Todo ello ha perjudicado a los negocios tradicionales, que habían estado enfocados a clientes locales.
La primera medida que perjudicó seriamente a esta calentería, según su propietario, fue la eliminación del mercadillo de animales que se celebraba los domingos en la Alfalfa. Luego, las diversas restricciones que han implantado los gobiernos locales y que también han perjudicado al sector. Paz Tejada recuerda, por ejemplo, la prohibición de abrir su negocio en la Madrugada, una jornada de la Semana Santa en la que se hacían unos buenos ingresos y para la que requerían la ayuda de la familia para atender la demanda.
Además de Antonio, en la calentería trabaja su mujer, Inmaculada Carnal Rodríguez. El matrimonio seguirá con este trabajo, pero a partir de ahora lo hará en Gelves, localidad en la que ambos residen desde hace 30 años. Allí abrirán el nuevo negocio, en el Callejón del Pandero, número 3, detrás de la ITV que existe en dicho municipio.
Y aunque suponga salir del centro de Sevilla y trasladarse a la provincia -o con mayor precisión, al área metropolitana-, esta familia seguirá en su afán de seguir denominando calentitos a los que muchos (especialmente los turistas) llaman churros. "Yo continuaré siendo calentero hasta que me jubile", asegura.
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