Un cadáver enterrado en la basura

El camión que vació el contenedor es de carga lateral · La maniobra es controlada desde la cabina por un solo operario · El cuerpo pudo ser depositado en el vertedero de Montemarta sin que fuera detectado

En primer plano, la cabina desde donde Miguel Carcaño llamó a Samuel Benítez. Al fondo, los contenedores de basura a los que fue arrojado el cuerpo.
Alejandro Martín / Sevilla

18 de marzo 2009 - 05:03

La nueva declaración de Miguel Carcaño da un vuelco a la búsqueda del cadáver de Marta del Castillo. Según su versión actual de los hechos, el cuerpo fue arrojado a un contenedor de basura situado en la esquina de la calle Jorge de Montemayor con León XIII, a unos 90 metros de la vivienda donde supuestamente fue asesinada la joven. Esta confesión plantea nuevas dificultades para encontrar el cuerpo, dado el tiempo transcurrido y el proceso de tratamiento al que son sometidos los residuos.

Marta del Castillo fue asesinada el sábado 24 de enero. El contenedor donde fue arrojado su cuerpo es de carga lateral y tiene una capacidad de unos 3.200 litros, tres veces más que los tradicionales. La calle Jorge de Montemayor forma parte de la ruta de un camión de Lipasam que inicia su recorrido en Barqueta, para continuar por la avenida Alberto Jiménez Becerril, las calles Avicena, Maimónides, José Díaz y Manzana. Finalmente, entre las 1:45 y las 2:00, el vehículo llega al contenedor donde fue arrojada supuestamente la joven .

Su conductor no notó nada extraño aquella noche. La descarga de estos recipientes es controlada por un único operario mediante una cámara de televisión, que le permite verificar que no hay nadie cerca del contenedor y que éste se engancha correctamente al vehículo. Sin embargo, la cámara no visiona su contenido. Además, el camión estaba ya medio lleno, pues a esa altura ya había recogido el contenido de unos 25 contenedores. Esta basura habría amortiguado el ruido provocado por un peso de 50 kilos al caer dentro del vehículo pesado.

Los residuos fueron sometidos dentro del camión a un primer proceso de compactación por una prensa hidráulica. Como cada noche, el vehículo finalizaría su recorrido en la calle Fray Isidoro de Sevilla, dirigiéndose de nuevo a la planta de transferencia de Lipasam, adonde llegan cada día 800.000 kilos de basura.

Los residuos se vertieron allí en una tolva y se prensaron por segunda vez con compactadores de mayor potencia. A continuación, se cargaron en contenedores de 36 metros cúbicos, y fueron trasladados al vertedero de Santamarta-Cónica, en la carretera de la Estación de Don Rodrigo, en el término de Alcalá de Guadaíra. Es el mayor centro de Andalucía, con unas 100 hectáreas de superficie, y es gestionado por la firma privada Aborgase mediante una concesión administrativa de la Junta de Andalucía. Recibe diariamente 1.300 toneladas de basura del área metropolitana de Sevilla, el 70% procedente de la capital andaluza.

Los residuos fueron depositados en un foso de 25 metros de longitud por diez de profundidad situado dentro del edificio de la planta. Aquí pudieron estar hasta un mes antes de ser introducidos en el proceso de reciclaje. El siguiente paso fue pasar la basura por un bombo de 2,5 metros de diámetro. Este dispositivo gira continuamente y está cubierto de agujeros de 15 centímetros por los que van saliendo los restos orgánicos, rompiendo las bolsas de basura, que se destinarán a la generación de biogas. Los despojos de mayor tamaño circulan bajo un imán, que retira los elementos metálicos, y una cinta transportadora los lleva a unas de las líneas donde los operarios seleccionan manualmente los componentes reciclables. La basura que resta, denominada rechace, cae en un camión para su traslado al vertedero. Los desperdicios son acumulados aquí bajo varias capas de arena. Lipasam y el director general de la Mancomunidad de Los Alcores para la Gestión de los Residuos Sólidos Urbanos, Juan Ramón García, consideraron ayer "prácticamente imposible" que el cadáver no fuera detectado durante estos procesos.

Sin embargo, fuentes consultadas por este diario consideran factible que esa basura haya sido "enterrada directamente en el vertedero" por estar colmatado el foso de recepción. La planta trabaja a tres turnos todos los días salvo sábados -sólo funciona por la mañana- y domingos -no hay actividad-. Cada sábado se intenta vaciar el foso "al máximo" para hacer hueco a la basura del fin de semana. Pero a veces no basta. "Si no hay capacidad suficiente en el foso o la planta está parada, la basura va al vertedero, algo que puede pasar un domingo por la mañana", indicaron. Y desde la desaparición de Marta, ya han pasado por allí más de 67.000 toneladas de residuos.

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