La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
El comercio físico está perdiendo terreno frente al electrónico. Es una realidad inherente al impulso de las grandes empresas y sus respectivas plataformas, tanto de difusión como de compra online. Por ese motivo, sobrevivir en un mercado cada vez más competitivo no es nada sencillo; y menos para los pequeños comercios locales que encontramos tan cerca de casa.
Así es como surgió hace ya unos años la iniciativa Bono Sevilla del Ayuntamiento hispalense. Su finalidad era, precisamente, la de apoyar el consumo en las tiendas de barrio con un presupuesto inicial de 600.000 €. El éxito fue rotundo y, “en apenas siete días, se agotaron los 29.262 bonos de 50 € (20 € de ellos asumidos por el Consistorio de la ciudad) que se habían puesto a la venta para canjearlos en los establecimientos adheridos al proyecto”, tal y como recogía entonces este mismo diario.
Después de sucesivas ediciones desde aquel ‘programa piloto’, el Bono Sevilla continúa siendo un verdadero apoyo para la economía local, favoreciendo no sólo el auge de sectores más pequeños, sino también la relación entre los vecinos y sus tiendas de barrio.
Ahora, tal y como recoge la página web del Ayuntamiento sevillano, el Bono Sevilla permite a las empresas que quieran ser parte de la iniciativa ofrecer a sus clientes “el 40% de descuento” financiado por la municipalidad, sin que repercuta un coste extra sobre el comercio.
Asimismo, “el bono cuesta 15 €, pero su valor de compra en el establecimiento es de 25 €”. Se trata, por lo tanto, de una iniciativa que busca aproximar a clientes y vendedores, facilitando el camino para ambos y apostando por la sostenibilidad a la hora de elegir entre diferentes opciones de compra.
No cabe duda de que la pandemia de la Covid-19 trajo consigo algunos desajustes en lo referente a cómo solíamos relacionarnos las personas. Con el auge y la comodidad de las compras por Internet y la eclosión de grandes superficies con más recursos para hacer frente a la situación, uno de los sectores más resentidos por esta crisis fue el comercio local.
Muchas empresas de barrio se vieron en la obligación de cerrar; y, mientras que las grandes cadenas, lograban recuperarse una vez pasado el período de confinamiento, la situación distaba mucho de la que se vivía en los sectores con un tejido productivo más vulnerable.
Por todo ello, es importante tener presente que comprar en las tiendas que tenemos cerca de casa es contribuir al desarrollo económico de nuestra zona. El dinero invertido seguirá circulando por el barrio, al tiempo que lo irá enriqueciendo. Además, si un espacio de la ciudad cuenta con bares y una gran diversidad de tiendas propias, su atractivo como zona de referencia también se verá incrementado.
Por último, las ventajas no son pocas. Entre ellas, conocer la procedencia de lo que estamos comprando es una de sus principales garantías. Así como también, la atención personalizada, la cercanía humana y el fomento del empleo local.
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