Biógrafos de Cunqueiro en El Mosquito

calle rioja

Lois Caeiro, prestigioso periodista gallego, encontró en una librería de Santiago la biografía de Cunqueiro de Rivero Taravillo y le dedica una elogiosa reseña en un periódico de Lugo

Los estudiantes sevillanos se echan a la calle contra el acoso escolar: "Todos somos Sandra"

Portada de la biografía de Cunqueiro de Rivero Taravillo.
Portada de la biografía de Cunqueiro de Rivero Taravillo.

Una de las últimas voluntades de Antonio Rivero Taravillo (1963-2025) fue casarse con Teresa Merino, el amor de su vida. Con ella cierra el prolijo capítulo de agradecimientos de su obra ‘Álvaro Cunqueiro. Sueño y leyenda’ (Renacimiento). “A Teresa Merino le debo su aliento siempre, parejo a su paciencia. A.R.T. Octubre de 2024”.

Dicen los que lo han leído, yo estoy en ello, que no le sobra una sola de las 580 páginas de esta biografía del escritor gallego. Con la que escribió de Luis Cernuda, que muere el año que nace Rivero Taravillo, ganó el premio Antonio Domínguez Ortiz. La de Cunqueiro aparece como una suerte de testamento, con lo que el biografiado fabulaba a cuenta de vivos y de muertos.

Lois Caeiro es un buen amigo, un periodista gallego que dirigió ‘El Progreso’ de Lugo. El 18 de octubre, festividad de San Lucas, pretendía disfrutar de las fiestas patronales de Mondoñedo y ver el espectáculo principal, el paso de los caballos por el empedrado de la ciudad para regresar al monte. Había tanta gente en la villa natal de Cunqueiro que no pudo aparcar y tuvo que desistir. La compensación le llegó en el escaparate de la librería Cronopios, en Santiago de Compostela, donde al ver las palabras Álvaro y Cunqueiro no se pudo resistir.

En las mismas páginas del periódico que dirigió, que aparece en alguna novela de Torrente Ballester, ha publicado una reseña muy elogiosa de la obra de Antonio. “Una biografía al modo anglosajón”, dice Caeiro. “No es una biografía autorizada”, matiza, “tampoco necesita una versión edulcorada de su vida el escritor de Mondoñedo”. Alguna vez le oyó decir a Torrente Ballester que si Cunqueiro hubiera escrito en otra lengua y se hubiese promocionado le habría llegado el Nobel de Literatura antes que a Camilo José Cela. Caeiro anima a leer esta biografía del autor de ‘Crónica de un sochantre’ donde, entre otras excentricidades de su autor, habla del episodio del tiovivo que compró en Madrid y mandó para las fiestas de su pueblo “en tiempos de escaseces, hambres y tristezas”.

La abuela de Álvaro Cunqueiro y la madre de Valle-Inclán eran primas

Esta declaración de amor de Antonio Rivero Taravillo en el capítulo de agradecimientos del libro me traslada a nuestra luna de miel, en la que precisamente pasamos por la Galicia que tanto aparece en las historias de Cunqueiro. Alguna vez le he dicho a otro amigo periodista gallego, Caetano Díaz Vidal, que fue subdirector de El Correo Gallego de Santiago de Compostela, que Sevilla tiene más biógrafos de Cunqueiro que Galicia. Los dos biógrafos ‘sevillanos’, Antonio Rivero Taravillo y Manuel Gregorio González, que con su ‘Don Álvaro Cunqueiro, juglar sombrío’ también ganó el Domínguez Ortiz de Biografías, hicieron un viaje a Vigo y compartieron un almuerzo en el restaurante El Mosquito. Un lugar mítico de la ciudad donde Cunqueiro fue director de ‘El Faro de Vigo’ en el que se encargaba personalmente de las quinielas, un detalle que le hubiera gustado conocer a Javier Mérida. El restaurante El Mosquito aparece en la galería gráfica del libro en una comida que compartió Cunqueiro con Josep Pla y Torrente Ballester.

Nosotros llegamos a Vigo en nuestra luna de miel en agosto de 1989 después de escalas en Ayamonte, Sines, la cuna de Vasco de Gama, Lisboa, Oporto y Corcubión. Alguien nos recomendó El Mosquito. Nunca olvidaré la entrada y los saludos cordiales de dos matrimonios: el escritor Gonzalo Torrente Ballester y el ex ministro Pío Cabanillas Gallas con sus respectivas esposas. La Transición y el Realismo Mágico.

La portada de ‘Viajes Imaginarios y Reales’ (Tusquets), de Álvaro Cunqueiro, parece una estampa de las Mil y una Noches con Simbad el Marino en la proa de un barco que zozobra. ‘De la Sagrada Familia a la suya (si no eran ambas la misma)’ (1911-1922) titula Rivero Taravillo el primer capítulo de la biografía de Álvaro Cunqueiro (1911-1981). Nace el 22 de diciembre de 1911 junto a la fuente vieja de Mondoñedo. El día de la Lotería. Como nació rollizo, el médico no pudo evitar decirle a la madre: “Le ha tocado a usted el Gordo”. “Yo debo ser uno de los últimos mindonienses que a punto de salir del vientre de mi madre, le tocó la Petra para que Dios me hiciese nacer sin dificultades”, escribía. La Petra es una campana que poco después dejó de sonar para anunciar partos y sólo quedó para las agonías. Muere el 28 de febrero de 1981, es decir, el primer aniversario del 28-F en el año del 23-F.

“Las personas de carácter fabuloso tienden a crearse sus genealogías”. Son las primeras palabras de esta biografía de Cunqueiro. Algunas no son inventadas. Rivero Taravillo ha comprobado de modo fehaciente su parentesco con Valle-Inclán: la abuela de Cunqueiro, Carmen Montenegro Morfino, era prima de la madre del autor de ‘Luces de bohemia’. Fabulaba con parientes igualmente ilustres, como el padre Feijoo, el autor de las ‘Cartas eruditas y curiosas’. Este sacerdote ilustrado se llamaba Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro y por el segundo apellido podría conectar con el director del Faro de Vigo. Uno de esos raros periodistas que dirigieron periódicos y ganaron el premio Nadal, como Miguel Delibes, José María Requena o José Luis Martín Descalzo.

Hablaba Cunqueiro de un tiempo en el que era frecuente encontrar en su pueblo nombres como Lanzarote, Amadís, Tristán o Roldán. Era el segundo de cinco hijos. Su padre, farmacéutico, era originario de Cambados, la patria chica del bar de Heliópolis donde casi medio siglo después siguen viéndose los campeones del Betis de la Copa del 77. “Mi familia lleva siglos en esa pequeña ciudad sin ferrocarril, que es una de las importantes sedes episcopales de Galicia”.

Mondoñedo es un Macondo gallego sin pretensiones. “Todo aquí es más antiguo y reposado, pero de aquella cotidiana antigüedad que decía Balzac de la provincia francesa”, con palabras del propio Cunqueiro. Me emociona leer en el libro de Rivero Taravillo las palabras de Álvaro Mutis, el colombiano, admirador de Cunqueiro, citando de su relato ‘Un bel morir’ a “los que habían conocido la dulzura de vivir”. Era el relato que dejé de leer cuando el tren llegó a Sevilla la última vez que vi en esta ciudad a mis abuelos, de los últimos que conocieron la dulzura de vivir para con la misma alcanzar el bel morir.

Pasará Halloween y llegará la Navidad con su Epifanía. Nadie como Cunqueiro escribió tanto y tan bien de los Reyes Magos. En sus fábulas de parentesco, decía que el pintor Toulouse-Lautrec estaba emparentado con algún descendiente del rey Melchor.

stats