Hacia la biblioteca universitaria del siglo XXI en Sevilla: menos libros y más mesas de estudio

Universidad

Centros de la US como el CRAI Antonio Ulloa reservan cada vez más espacio para los trabajos en equipo

El número de estanterías se reduce en beneficio del equipamiento multimedia

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Una de las salas de biblioteca del CRAI Antonio Ulloa.
Una de las salas de biblioteca del CRAI Antonio Ulloa. / Juan Carlos Muñoz

Cambian los métodos de enseñanza y también las bibliotecas. De aquellos centros situados en sótanos, con pocas luz y colmatados de estanterías a instalaciones diáfanas, luminosas y donde priman las mesas de trabajo. Así es la configuración que prevalece en el Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación (CRAI) Antonio Ulloa, en el campus de Reina Mercedes, una de las 17 sedes de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla (BUS). Distribuido en cuatro plantas, cuando se inauguró en 2013 aglutinó las bibliotecas de Física, Química, Biología y Farmacia, lo que supuso que en estas facultades se liberasen espacios para otras necesidades.

"El objetivo que prima ahora es que sean lugares cómodos de trabajo, no sólo para la lectura y consulta, sino también para el descanso y el encuentro", señalan Rosario Gil, directora de la BUS, y Marisa Balsa, jefa de servicios del CRAI. Un recorrido por sus instalaciones confirma la aseveración. En sus cuatro salas prima el blanco. La nota de color la aportan la señales de movilidad, las de localización y las que informan de los distintos usos. La concienciación sobre el reciclaje y la sostenibilidad es uno de los principios del centro universitario.

Otro de los fines que se persigue es que el alumno sea lo más autónomo posible desde que pone un pie en la biblioteca. De ahí que a la entrada de cada sala estén instaladas unas pantallas para que los usuarios, con su clave, puedan gestionar por sí solos los préstamos, devoluciones y consultas. En caso de duda, siempre hay personal disponible. Este centro cuenta con una plantilla formada por una treintena de trabajadores (siete pertenecen al equipo de informática). En toda la BUS los empleados se acercan a los 250.

Salas de trabajo del CRAI Antonio Ulloa.
Salas de trabajo del CRAI Antonio Ulloa. / Juan Carlos Muñoz

En la visita al CRAI se comprueba la necesidad cada vez más acuciante de contar con un depósito externo para el material impreso. Las estanterías se reducen y ganan espacio las mesas para estudio y las salas de trabajo. En este centro el 85% de las mesas ya están electrificadas. Las hay de muy distinta tipología, alargadas o circulares. Con separadores o sin ellos. Hay puestos que poseen dos enchufes. Uno para el ordenador y otro para cargar el móvil. La era digital lo demanda. "Después del Covid hemos observado que se ha reducido el número de préstamos de material informático. Cada vez son más los usuarios que vienen con su ordenador", asegura Gil.

Reservas con una semana

Hay salas con equipamiento multimedia. Son las de trabajo, situadas en la primera planta. El CRAI cuenta con 21. Deben reservarse con una semana de antelación, como mínimo. Están pensadas para albergar desde ocho usuarios a uno (normalmente para quienes tengan que realizar videollamadas). Disponen de mesas, pantallas y pizarras. Un servicio muy demandado para alumnos que no poseen en sus domicilios zonas propicias para el estudio o para este tipo de reuniones.

En el CRAI, por cierto, se ha instalado esta Navidad el programa Quodus, un sistema de información mediante el que los usuarios pueden conocer con antelación el nivel de ocupación de las salas de estudio. Ahora se encuentra en fase de pruebas. Se trata de una herramienta muy útil en esta época de exámenes. Este centro abre todos los fines de semana.

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