Una biblioteca de carne y hueso
Calle Rioja
Homenaje a Saramago. Trece días después de su muerte, la Casa de la Provincia acogió un masivo acto de recuerdo del Nobel portugués con lectura de sus obras.
HACE quince días, estos muros oían la lectura de textos de James Joyce. Ayer le tocó a José Saramago. El escritor portugués murió dos días después del Bloom's day y Lisboa, con la complicidad de Lanzarote, tomó el testigo de Dublín.
Saramago es como el Cid Campeador. Sigue ganando batallas literarias después de muerto. Un privilegio del que no gozaron ni Juan Ramón ni Aleixandre, los otros dos andaluces con el Nobel. Han pasado dos semanas de su muerte y la Casa de la Provincia se convirtió en una improvisada Biblioteca José Saramago.
La escritora Nerea Riesco dio entrada a las diferentes lecturas y evocó al escritor que hace cuatro años pregonó en el Alcázar la Feria del Libro de Sevilla, la ciudad de Pilar del Río. Mucha gente se quedó fuera por razones de seguridad. Hasta Ángel del Río, antropólogo, el cuñado de Saramago que viajó desde Argentina a Lanzarote para encerrarse tranquilamente a terminar su tesis doctoral en 1998 y de pronto estalló la bomba: a su cuñado le acababan de dar el Nobel de Literatura.
Dos poetas, Pedro Luis Ibáñez Lérida y Martín Lucía, miembros de la institución Noches del Baratillo, organizaron el homenaje y fueron los primeros sorprendidos por la respuesta pese a la canícula. Dos Jerónimos aparecieron en las intervenciones: Jerónimo de Sousa, secretario general de los comunistas portugueses, que envió un comunicado leído por su correligionario andaluz Felipe Alcaraz, que leyó fragmentos del blog de Saramago República y recordó el mensaje que le envió a Pilar al conocer el 18 de junio la muerte del escritor: "Sensación de planeta deshabitado". Y Jerónimo, el abuelo materno de Saramago, el analfabeto que tanto le enseñó.
Las Personas-Libro de la Asociación Farenheit 451, secuela de la novela de Ray Bradbury, previenen contra los riesgos de los enemigos de la lectura. Y las mujeres que porfiaron en el barrio de Alcosa por la construcción de una biblioteca, crearon la tertulia literaria José Saramago. Nati Asuero, una de sus integrantes, contó la emoción que le produjo recibir firmados los carnés de socios de la tertulia de Pilar y de José de Sousa Saramago, y leyó fragmentos del discurso de aceptación del Nobel en Estocolmo. De fondo, una imagen del portugués saludando al rey Gustavo de Suecia, que ha pasado de las páginas de literatura a la prensa del corazón tras la boda de su hija y heredera con su entrenador personal. Cien años después de que una revolución pusiera fin el 5 de octubre de 1910 a la monarquía portuguesa.
Laura Verdejo, concertista de piano de 13 años, fue la más joven de cuantos intervinieron en las lecturas de Saramago. Una biblioteca como la que reivindicaban las mujeres de Alcosa. En la Casa de la Provincia sonaron fragmentos de El Evangelio según Jesucristo, La balsa de piedra, El viaje del elefante, Ensayo de la ceguera, Todos los nombres, Caín. Hubo fados, sonetos, cartas de Saramago a Benedetti y hasta un emotivo martinete cantado por Manuel Gerena.
Fue reivindicado el poeta comunista con la presencia de Alcaraz y Antonio Rodrigo Torrijos. Se hizo un hermanamiento simbólico con Miguel Hernández, paradójicamente capturado en la frontera hispano-portuguesa entre El Rosal de la Frontera y Vilaverde de Ficalho cuando huía hacia Lisboa, donde inútilmente le esperó Neruda.
Noches del Baratillo ya organizó un homenaje similar cuando falleció Miguel Delibes, otro grande de las letras ibéricas. Los dos llamaron Cipriano al protagonista de sus novelas El hereje y La caverna, best-seller de Saramago de la que también se hizo lectura. Fueron numerosas las instituciones que apoyaron la iniciativa, incluida Coo-Tura, Poesía y Acción, que resume el espíritu de compromiso del Nobel homenajeado.
Saramago impregnó la cultura andaluza de otras miradas: desde el que hizo su tesis doctoral sobre la arquitectura en la obra de Saramago a la ópera que dirigió José Carlos Plaza. El teatro estuvo representado en el homenaje por Ricardo Iniesta, director del grupo Atalaya. Con un autor del mismo ámbito idiomático, Valle Inclán, Atalaya prepara un viaje a Miami para estrenar Divinas Palabras.
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