Un barco oculto, un convento y bastantes nombres: estas son algunas curiosidades de la Plaza Nueva de Sevilla
Curiosidades de Sevilla
El centro histórico de la ciudad oculta numerosas curiosidades, fruto de su larga historia.
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Se acerca el fin de 2022 y con él muchos sevillanos saldrán de sus casas a celebrarlo y comer las uvas en la Plaza Nueva. Este enclave de la ciudad, tan céntrico, es una ventana al pasado de Sevilla y bajo su suelo se han llegado a encontrar cosas tan curiosas como un barco.
El barco de la Plaza Nueva
En el año 1981 se estaban desarrollando unas obras en la plaza, con motivo de la construcción del metro de la ciudad. El plan era que la entrada a uno de los túneles de ese transporte y una de las estaciones se situaran en la Plaza Nueva, por lo que se excavó un pozo de 40 metros de diámetro.
La construcción y vaciado del pozo llevaron a encontrar multitud de restos arqueológicos que se encontraron en su momento bajo las aguas del río Guadalquivir. Uno de los hallazgos más llamativos fue una pequeña embarcación, que se cree que pertenece a la época islámica de la ciudad por otros restos que se encontraron en el mismo estrato, aunque otros hablan que pudo ser un barco de origen vikingo.
La plaza bajo el agua
Parte de lo que hoy se conoce como la zona del casco histórico (incluyendo la Plaza Nueva) de la ciudad estuvo en su momento bajo uno de los brazos del río Guadalquivir. Una historia cuenta que ese trozo del río se secó gracias al rey visigodo Leovigildo, quién perseguía a su hijo Hermenegildo que se encontraba refugiado en Sevilla. Se cuenta que para que el díscolo hijo (luego nombrado santo por la Iglesia) no recibiera ayuda a través de ese trozo del río, el rey lo secó haciendo que sus hombres echaran sillares de Itálica a su cauce.
Antes de la plaza había un convento
La Plaza Nueva no fue siempre una plaza. Y tampoco Plaza Nueva fue su primer nombre. La plaza que hoy se conoce fue construida en el siglo XIX, después de que el convento que había antes en su lugar sufriera las consecuencias de las guerras napoleónicas y de un incendio en 1810. Con la desamortización a los bienes eclesiásticos los trabajos de reconstrucción del edificio se paralizarían y posteriormente sería derribado.
La plaza se terminaría de construir en 1853, aunque no se inauguraría hasta 1857. En un primer momento, como recogen desde la web Visita Sevilla del Ayuntamiento, la plaza recibió el nombre de San Francisco por el anterior convento. Posteriormente fue la Plaza de la Infanta Isabel y con la República se denominaría Plaza de la República o Plaza de la República Federal. En 1875 con el regreso de los Borbones, cambiaría de nuevo el nombre a Plaza de San Fernando. El nombre actual de Plaza Nueva no lo recibiría hasta el año 1931, con la II República (aunque temporalmente regresó a ser llamada Plaza de San Fernando con la guerra, pero no se cambiaron las placas que lo indicaban).
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