Unos baños árabes únicos a los pies de la Giralda
La reforma del Bar Giralda saca a la luz esta construcción almohade cuyo máximo valor es que conserva casi toda la decoración original
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No hay nada igual en toda la Península Ibérica. Sevilla cuenta con un nuevo e importante atractivo patrimonial realizado en el siglo XII. El popular Bar Giralda, en el número 1 de la calle Mateos Gago, escondía bajo unos bastos enlucidos y enfoscados modernos, uno baños árabes de la época almohade. La importancia de este descubrimiento, del que ya había suficientes referencias historiográficas aunque no se habían sacado evidencias físicas, radica en el hecho de que los restauradores han constatado que se conserva casi toda la decoración original. Eso ha sido posible, entre otras cuestiones, gracias al excelente mortero de cal en el que está pintada. Este hammam destapado a los pies de la Giralda conserva su sala fría, su sala templada, que es la más lujosa e importante, los restos de un arco que indican la estancia de agua caliente y la puerta de acceso del público que era por la actual calle Don Remondo, ya que nunca tuvieron fachada hacia el sur (Mateos Gago), donde existía un importante desnivel en su época y otras construcciones.
El hallazgo de este hammam almohade ha despertado un gran interés mediático que ha dado prácticamente la vuelta al mundo. Su importancia es de primer orden, pero no por el hecho en sí de haber rescatado estas estructuras, que han sido alteradas en sus dimensiones desde el siglo XVII, sino por estar totalmente pintadas. Así lo advierte el arqueólogo Álvaro Jiménez (Arqueopolis S.L.), un especialista en la Sevilla musulmana que realizó su tesis doctoral sobre la antigua mezquita almohade y que ha dirigido estos trabajos: "Hay pinturas en toda la superficie de los techos. Donde no sabemos es en el zócalo de azulejos que no se ha tocado en esta reforma. Son incomparables. No existe nada igual en España o Portugal ni por calidad ni por los metros cuadrados de enlucido. Además, este era un sitio asociado al poder. Junto a la mezquita aljama y a los palacios del Alcázar”. Si se ponen en relación con otros baños de la época en Sevilla, los de la Reina Mora de la calle Baños, por ejemplo, son más grandes y están mejor conservados, pero han perdido sus pinturas, por esto los de la calle Mateos Gago llaman tanto la atención a los especialistas que advierten de este hecho diferencial.
El descubrimiento se enmarca en la obra que los propietarios del bar Giralda empezaron en el local en julio de 2020. El edificio actual se corresponde con una reforma historicista realizada en 1928 por Vicente Traver. Por eso, muchos especialistas pensaban que este arquitecto, que sin duda sería conocedor de los textos que hablaban de estos baños, los había recreado de alguna manera. "Él habría leído a los autores que los describían y respeta las estructuras. Yo no sabía lo que me iba a encontrar", reconoce el arqueólogo, que tuvo que realizar los pertinentes estudios paramentales antes de iniciarse la obra al estar sujeto este inmueble a las cautelas otorgadas por el BIC Palacio Arzobispal".
El hallazgo de la primera lucera
Los trabajos de picado comenzaron por la sala fría y a las primeras de cambio se toparon con una de las luceras. Desde ese momento, la dimensión del descubrimiento fue creciendo y, gracias al decidido empeño de los empresarios que han invertido mucho esfuerzo y dinero para que Sevilla recupere este hammam, se fue sacando todo a la luz. "Esto ha estado escondido 800 años y lo que más llama la atención es lo bien hecho que está, el sitio en el que se encuentra y la calidad y extensión de las pinturas", explica Antonio Castro, uno de los empresarios.
Hay que entender que aunque son herederos de las termas romanas, los baños árabes tienen importantes diferencias con estos. Un hammam es una modalidad de baño de vapor cuya función era la de limpiar el cuerpo y relajarlo. En Sevilla, como una de la dos capitales de los almohades, debieron existir decenas de ellos. Además de servir para dar estos servicios de higiene, eran un lugar de reunión social. Los baños que se han descubierto tenían su entrada por la calle Don Remondo. Allí se encontraría la llamada zona seca, que era donde los usuarios se preparaban. Desde este lugar pasaban a la zona fría. A esta sala, con una dimensiones de 4,10 metros de ancho por 13 de largo, convertida hoy en comedor, le faltan dos metros hacia la calle Mateos Gago.
La sala templada era la central y más lujosa. Hoy coincide igualmente con el epicentro del Bar Giralda. La cúpula original era ochavada y más alta y amplia. También han sido transformados los arcos, que en origen eran de herradura. Las columnas tampoco son las de las almohades. "Todas estas transformaciones comenzarían en el siglo XVII; cuando se rebaja la cúpula para hacer una planta encima", apunta Álvaro Jiménez. De la sala templada se accede a la caliente, que se encontraba donde estaba la cocina y de la que sólo se ha conserva el arranque de un arco.
La clave está en la decoración
Como han advertido los expertos, lo más importante de los baños árabes son las pinturas. El 90% de la superficie está cubierta por esta decoración de lacería en color almagra tan característica de los almohades. Incluso se puede observar el trabajo de preparación. La restauración ha sido llevada a cabo por la empresa especializada Gares, con una amplia y muy reconocida trayectoria. "Ahora mismo está todo consolidado. Quedaría una segunda fase por acometer que es el proceso de limpieza y descubrimiento de más restos decorados. Cuanto más se limpie más decoración se va a sacar. En todos los lugares donde hay enlucido antiguo hay pinturas. Los revestimientos posteriores los ha protegido muy bien, aunque sin duda se ven las pérdidas causadas por la reutilización del espacio a lo largo de los siglos posteriores", señala el arqueólogo. Dónde no hay decoración es, precisamente, en la cúpula por la reconstrucción señalada. En este lugar tuvo que haber una cenefa epigráfica con alusiones al Corán.
También destacan las 88 luceras de distintos tamaños y formas que se han sacado a la luz. Su elevado número ha llamado mucho la atención a los especialistas: "En el edificio original se habrían superado las 200. Es cierto que los baños de Sevilla suelen tener más luceras que los de Andalucía oriental, pero aún así el número es muy alto".
En el entretecho que antiguamente albergaba las cámaras y otros elementos de almacenaje del bar, se han identificado diferentes fases del mantenimiento de los baños. En esta estancia, hoy reconvertida en comedor, se puede ver la cubierta original con hasta tres enlucidos en color rojo.
Aunque los descubrimientos han sido muy importantes, los arqueólogos no han estudiado el subsuelo en profundidad. Sólo se ha hecho una pequeña excavación aprovechando una arqueta que había junto a la antigua barra. "Hemos visto que las columnas tenían unos cimientos que se unían a los muros pero estaban afectados por obras posteriores". Tampoco hay restos de los hornos que sin duda estaban bajo la sala caliente. "Esta sala caliente debía tener un adarve por la que debía llegar la madera. Y tuvo que existir una noria para el agua".
La obra en el Bar Giralda, uno de los más populares para sevillanos y turistas, terminará en dos semanas. Entonces reabrirá sus puertas para que todos admiren y disfruten de esta joya rescatada y lo hará, como apunta Antonio Castro, recuperando sus tapas de siempre: "Hemos hecho un esfuerzo muy importante. Ahora mismo tenemos que respirar un poco. La situación es la que es, pero esta rehabilitación no ha terminado aquí. Habrá una segunda fase para sacar el resto de las pinturas".
Para que quede constancia de este gran hallazgo, los propietarios de Bar Giralda han colocado una antigua lápida bajo la cúpula de la sala templada en la que se puede leer en castellano, inglés y árabe: "Resto de un hammam. Siendo califa Abu Yacub. 1163-1184".
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