2021, el balance de la crónica negra en Sevilla
El año empezó con el incendio de la residencia de ancianos de Santa Justa y estuvo marcado por homicidios como el de la menor descuartizada en Estepa o el niño de Morón
El año 2021 se abrió con uno de los sucesos más importantes de los últimos tiempos en Sevilla. Ocurrió la noche del 5 de enero en la calle Baltasar Gracián, muy cerca de la estación de Santa Justa, donde salió ardiendo la residencia de ancianos de Domusvi. Una mujer murió por inhalación de humo pero los Bomberos y la Policía pudieron rescatar a decenas de residentes, a los que sacaron a la calle literalmente en volandas. La ayuda de los vecinos de la Huerta de Santa Teresa, que aportaron mantas, colchones, sillas, mascarillas, agua, café y caldos calientes, fue fundamental en aquella noche de Reyes Magos que estuvo a punto de ser una de las más trágicas de la historia reciente de la ciudad.
La rapidez en el desalojo, unida a la propia configuración de la residencia, ubicada en un edificio moderno con pasillos amplios y ventilados, permitió que aquello no se convirtiera en una ratonera y que la gran mayoría de los ancianos pudiera no sólo salvar la vida, sino salir adelante sin heridas ni lesiones graves. Sólo una mujer octogenaria, Rosario, falleció en el incendio. El resto de los residentes fueron desalojados y llevados con sus familias o a otros asilos, para regresar después a los pocos días.
El fuego golpeaba así a una residencia que había sido especialmente castigada en la primera ola de la pandemia del covid-19, con más de una veintena de muertos. Precisamente, la víctima del incendio había superado la enfermedad. La investigación del fuego apuntó desde el principio a un cigarrillo mal apagado, presuntamente por obra de una interna que se metía a fumar (algo prohibido en toda la residencia) en una especie de cuarto de la lavandería.
Habría a lo largo del año otros incendios con víctimas mortales. El más grave en cuanto a número de muertos fue uno ocurrido en la calle Carlos Infante, en la barriada de Campos de Soria, donde fallecieron dos hermanos septuagenarios la madrugada del 23 de marzo. Un anciano de 85 años murió en su piso de Triana el 6 de octubre y un hombre de 70 pereció en el hospital a principios de diciembre tras ser rescatado en estado crítico unos días antes, el 29 de noviembre, del incendio de su casa en San Bernardo.
En el capítulo criminal, hubo varios asuntos que acapararon la atención de los medios nacionales. El más brutal fue el ocurrido en Estepa, donde un joven de 23 años, Adrian N., descuartizó a su ex novia, Rocío Caíz, de 17 años y vecina de Martín de la Jara, con la que tenía un bebé de cuatro meses. Confesó el crimen varios días después y la madre lo entregó. En ese tiempo, trató de hacer pasar la desaparición de su ex pareja como algo voluntario y concedió varias entrevistas a los medios de comunicación en los que negaba rotundamente haber tenido algo que ver con la supuesta ausencia de Rocío. La joven desapareció el 2 de junio y sus restos fueron hallados ocho días después repartidos por varios puntos de Estepa.
A mediados de agosto se produjo otro crimen machista. Un hombre mató a tiros a su mujer y luego se suicidó en una vivienda de la calle Virgilio Mattoni, en el Cerro del Águila. El asesino tenía 63 años y la víctima 60. Una hija del matrimonio, que regenta una peluquería a escasos metros del piso de sus pasdres, descubrió los cuerpos a última hora de la tarde. Al igual que en el caso de Estepa, no había denuncias previas por malos tratos.
Hubo otros dos homicidios más en el que las relaciones y/o las rencillas familiares fueron determinantes. Uno fue el crimen de los cuñados, cometido el 15 de diciembre en El Viso del Alcor. Un hombre mató a su cuñado de dos disparos de escopeta y luego se quitó la vida con la misma arma. Los dos familiares residían en viviendas colindantes. Algunos vecinos apuntaban que el agresor y su víctima no se hablaban y habían discutido por una herencia. El asesino esperó a la víctima y disparó desde la ventana de su casa, dejando muerto en la calle a su cuñado. Luego se pegó un tiro y falleció en el hospital.
El otro crimen con tintes familiares ocurrió en el barrio de Pino Montano, donde un hombre mató a su tía política, una mujer discapacitada y con problemas mentales, muy conocida en la zona, donde atendía al sobrenombre de la Kuki. El sobrino político asfixió a esta mujer en su casa de la calle Corral de los Barquilleros. La muerte de esta señora reveló la necesidad de establecer protocolos asistenciales para personas dependientes y con enfermedades mentales. La víctima estaba sola y a ella se acercaban numerosas personas de dudosa catadura moral para sacarle dinero a cambio de pasearla en su silla de ruedas. Unos meses antes de su muerte había sufrido malos tratos y violaciones por parte de su última pareja.
Pero si hubo un asunto familiar extraño en 2021 fue el de la desaparición del niño de Morón de la Frontera. Es quizás el caso más raro al que ha tenido que hacer frente la Policía de Sevilla a lo largo de su historia reciente. La madre del menor, de 15 años y con una gran discapacidad, se marchó con su hijo en dirección a Madrid la noche del 12 de septiembre. Los dos se hospedaron en un hotel de Talavera de la Reina (Toledo) y ahí se les pierde la pista. Unas horas después, la madre, Macarena Díaz, apareció en una gasolinera de Carabias (Segovia) asegurando que había matado al menor y se había deshecho del cuerpo.
La mujer, que padece una enfermedad mental y estaba en pleno brote de la misma, fue ingresada en un hospital psiquiátrico, al tiempo que la Policía buscaba el cadáver en una zona próxima a un centro comercial de las afueras de Madrid. Después, Macarena cambiaría varias veces de versión, llegando a decir desde que el niño se le murió antes del viaje a que lo descuartizó. El giro aún más surrealista del caso llegó cuando la juez que dirige la investigación la dejó en libertad y ella comenzó a publicar fotos de su hijo en vida en las redes sociales.
El paradero del menor sigue siendo un misterio, y la Policía continúa buscando el cuerpo en vertederos de Madrid. La mujer, ya estabilizada, no recuerda qué hizo con su hijo. Hasta antes de este episodio, todos los vecinos apuntan a que Macarena era una madre ejemplar, volcada en el cuidado de su hijo, que necesitaba todas las atenciones debido a su gran dependencia.
Fuera ya de las relaciones familiares, destacaron tres crímenes más, dos de ellos ocurridos en la capital andaluza y el tercero en Brenes. El primero fue en San Jerónimo el 18 de febrero. Unas rencillas vecinales terminaron con una reyerta multitudinaria con palos y armas blancas en la calle Mejillón, a la vista de numerosos testigos. Algunos de ellos grabaron la pelea con sus teléfonos móviles, en un gesto que resultó clave después para averiguar quién fue el autor del homicidio. Uno de los contendientes, de 27 años, asestó tres puñaladas a otro, un hombre de 49, en presencia de su mujer y su hija. Un corte en la femoral resultó mortal.
El otro homicidio sucedió en Los Pajaritos en el mes de mayo. Un hombre de nacionalidad marroquí falleció once días después de recibir una brutal paliza en la calle Lebreles, en Madre de Dios. La Policía Nacional mantiene aún abierta la investigación sobre este caso, que parece relacionado con el tráfico de drogas. Este crimen motivó un intento de venganza por parte de los amigos de la víctima. En octubre, dos personas fueron detenidas por planear un asesinato en respuesta a esta muerte.
Meses antes, a principios de febrero, se produjo un crimen en una vivienda de Brenes. Fue un homicidio relacionado con el tráfico y consumo de drogas. Lo llamativo en este caso fue el autor, José Antonio Sánchez Barriga, el que fuera testigo número 1 del caso Arny, y que había salido de prisión unos meses antes tras cumplir otra condena por otro homicidio.
Los últimos meses del año estuvieron de nuevo marcados por el caso Marta del Castillo, sobre todo a raíz de que Netflix estrenara una serie documental. Trece años después, se sigue intentando encontrar el paradero del cuerpo. Lo intentará la Policía con el clonado del móvil del asesino confeso, Miguel Carcaño, después de que el padre comprara el piso de éste y se lo ofreciera como regalo a cambio de que desvelara dóndo está el cadáver de la joven desaparecida el 24 de enero de 2009.
En el apartado de los accidentes de tráfico, hubo que lamentar varios fallecimientos tanto en las carreteras interurbanas como en el casco urbano de la capital. Entre ellos está la muerte de un motorista que chocó contra un taxi junto a la avenida de la Borbolla, el de un conductor que se salió de la vía en el cruce de la Gota de Leche o el de un motorista que perdió la vida en el Manchón. Un peatón de 53 años fue atropellado mortalmente en abril en la Ronda del Tamarguillo cuando salía de trabajar de un bar cercano, en el que era cocinero. El autor del atropello se dio a la fuga, pero se terminó entregando días después. Otra de las víctimas mortales de la siniestralidad vial en Sevilla de 2021 fue el guardia civil Daniel Mesa, que falleció en acto de servicio en un accidente en Camas.
Otro tipo de accidentes, los provocados por las caídas de ramas de árboles, estuvieron a punto de costar la vida a Estrella Álvarez, una vendedora de cupones de la ONCE que resultó aplastada por una enorme rama del ficus de la iglesia de San Jacinto, la tarde del 19 de marzo. La mujer ha tenido que ser operada de la espalda y continúa recuperándose de las lesiones sufridas, pero todavía no ha podido volver a trabajar.
2021 fue también un año importante en la lucha contra el narcotráfico, con numerosas operaciones policiales contra el cultivo de marihuana, que se ha extendido hasta alcanzar cifras nunca registradas antes. Igualmente, el río Guadalquivir sigue siendo una vía de entrada del hachís procedentes del norte de África y no han sido pocas las operaciones de la Guardia Civil contra estas mafias. Prueba de ello es la acumulación de narcolanchas y vehículos intervenidos en la puerta de la comandancia, a la espera de que se cree un depósito judicial para barcos y coches.
En el mes de julio, un atraco en un supermercado de Amate terminó en tragedia. Dos policías locales abatieron a uno de los asaltantes, que portaba una escopeta lista para disparar. Se trataba de Juan José V. G., conocido como el Guajito o el Demonio, uno de los fundadores de la banda del mismo nombre, un grupo de atracadores juveniles salido del barrio de Los Pajaritos que asaltó decenas de comercios entre finales del siglo XX y principios del XXI.
Otra de las investigaciones más destacadas del año permitió desarticular un grupo dedicado a los secuestros, liderado por el ultra Manuel Herrera, viejo conocido de las Fuerzas de Seguridad, que se hizo famoso hace unos años por agredir a una persona en el centro de Bilbao. Herrera sigue en prisión por este asunto, aunque sus cómplices quedaron en libertad.
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