Los azulejos del Palacio Gótico del Alcázar recuperarán su diseño y disposición original
Se desvirtuaron tras el terremoto de Lisboa.
El proyecto para restaurar los revestimientos renacentistas realizados por Cristóbal de Augusta en el XVI cuenta con un presupuesto de más de 700.000 euros.
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"Uno de los conjuntos cerámicos más importantes del Renacimiento español y el de más extensión del Renacimiento europeo. Se trata de un conjunto cerámico único que se encuentra en un espacio de primera magnitud patrimonial". Estas palabras Alfonso Pleguezuelo, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y experto en cerámica, resume la importancia del último proyecto de intervención encargado por la dirección del Real Alcázar de Sevilla: la restauración de los revestimientos cerámicos del Palacio Gótico, realizados en el siglo XVI por Cristóbal de Augusta.
La intervención cuenta con un presupuesto de más de 700.000 euros y saldrá a licitación en cuanto el Ayuntamiento apruebe sus próximos presupuestos, previa autorización por parte de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía.
La superficie de cerámica que abarca el proyecto de conservación y restauración es de 538 metros cuadrados, un total de 37.465 piezas que corresponden a tres espacios del Palacio Gótico: la Sala de las Bóvedas, la Sala Cantarera y la Capilla. La empresa, para realizar el diagnóstico sobre el estado de conservación y propuesta de intervención, ha realizado una serie de estudios científicos y técnicos, como un análisis de laboratorio para caracterizar el bizcocho, el mortero y los vidriados, además de diferentes pruebas con rayos X; un estudio termográfico y otro sobre las condiciones medio ambientales que afectan a las piezas de cerámica en los espacios en los que se encuentran. La determinación de la dirección del monumento, en este caso, es que varíen lo menos posible.
A pesar que el Alcázar posee azulejos de gran valor y distintas épocas, como estos renacentistas o los alicatados del Palacio Mudéjar, cuya restauración también está pendiente de la aprobación el presupuesto, no siempre se les ha prestado la atención necesaria. Su recuperación se identificó como prioritarias por la actual dirección. Para evitar que sigan deteriorándose antes de comenzar las tareas de conservación, se han engasado por seguridad algunos paños. Se trata de una práctica habitual que evita que pudieran desprenderse. También se han colocado unas catenarias para que los visitantes no se apoyen ni toquen los paños.
En el proyecto se advierte de las grandes diferencias que se observan en la calidad de ejecución, entre los revestimientos de los distintos espacios, además del muy diferente estado de conservación en cada uno de ellos: "Observamos magníficos paños perfectamente ejecutados sobre los zócalos de la Sala de las Bóvedas o sala sur, mientras en las colaterales (Capilla y Sala Cantarera) abundan las distorsiones en los dibujos, así como gran cantidad de piezas movidas y otras mal reubicadas".
Precisamente, uno de los detonantes de la conservación deficiente son los efectos producidos por el terremoto de Lisboa de 1755, que causó estragos en este palacio. En la Sala Norte, por ejemplo, se perdió la superficie cerámica. "Con motivo de aquel temblor, se vieron afectados todos los revestimientos de la Sala Cantarera y la Capilla, permaneciendo menos alterados los de la Sala de las Bóvedas o sala sur, cuyos muros presentaron mayor resistencia desde que fueran consolidados con las obras del siglo XVI, en las que, con motivo de la apertura de grandes vanos hacia los jardines, se engrosaron sus muros hacia el sur, mientras el muro norte quedó debilitado con motivo de la mutilación de las pilastras que en su origen soportaban los nervios de la bóveda".
Cuando se reparó el palacio tras el temblor no se le prestó la suficiente atención a los azulejos, por lo que presentan una serie de anomalías derivada de aquella intervención: alteraciones en el orden y secuencia de la composición estructural. Como ejemplo, el caso de la distribución de los escudos heráldicos, en la Sala de las Bóvedas. Piezas colocadas en su posición original, pero giradas. Piezas desordenadas, aunque dentro de su propio paño o panel original. Piezas desubicadas de su panel primitivo, o trasladadas a otro, o desde otro paño o estancia. Se observan sobre todo en la Sala Cantarera. Y por último, azulejos pertenecientes a otro repertorio ajeno a este conjunto.
Problemas causados por la humedad
El otro gran problema que presentan los revestimientos es el efecto que provoca la humedad por capilaridad. El deterioro por esta motivo es especialmente importante en la Sala Cantarera y la Capilla, por lo que se advierte la "absoluta necesidad" de minimizar esta causa antes de acometer la restauración propiamente dicha. La humedad por capilaridad se ha agravado especialmente en el siglo XX, cuando se han comenzado a colocar una solera de hormigón que ha actuado como barrera impermeable.
"Esta nueva situación constructiva con la colocación de pavimentos de mármol sobre solera de hormigón en estos salones, en sustitución de anteriores pavimentos de mayor porosidad han provocado la reconducción de esa humedad hacia los muros en el interior con el consiguiente deterioro de sus revestimientos de cerámica. Algo similar ha debido ocurrir en el exterior de estas salas, con la sucesiva elevación de la cota de suelo". Por este motivo, se propone la ejecución de acanales perimetrales (cámaras bufas de ventilación) tanto en el interior como en el exterior del edificio.
Los problemas que presentan los azulejos, además de los ya comentados, son la presencia de una importante capa de suciedad, las mutilaciones, picados y rayados, abrasión y golpes, fracturas y pérdidas, eflorescencias y pérdidas provocadas por las sales, descohesión del mortero de agarre y pandeo, movimientos estructurales de los estratos arquitectónicos, o los ocasionados por las intervenciones anteriores: reposiciones y reintegraciones.
Una vez establecido el sistema para el control de las humedades, los técnicos proponen una serie de criterios generales para la intervención. En primer lugar, se plantea la conservación de todas las piezas cerámicas, incluso las peor conservadas tras ser consolidadas y manteniendo en todo caso el criterio de mínima intervención. En el caso de alguna pieza totalmente desaparecida y que ha sido sustituida con morteros o algún material distinto y de forma inadecuada –tratándose de un mínimo porcentaje– se proyecta su reposición con piezas de nueva ejecución, una vez realizadas las muestras necesarias, con criterios de diferenciación, y previa aprobación de la dirección facultativa.
La intervención persigue la recuperación, en la medida de lo posible, del aspecto diseñado por el autor en el siglo XVI y desvirtuado tras las intervenciones producidas tras el terremoto de Lisboa. Con el fin de asegurar la estabilidad de algunos paños, sobre todo donde se observa falta de adherencia al soporte, ahuecados o pandeos, se considera necesario el desmontaje de los mismos para, una vez tratadas sus piezas, volverlos a fijar a su soporte. En algunos casos esta operación se hará sobre el propio paramento una vez tratado, y en otras, dependiendo de su estado de conservación y necesidades de tratamiento, lo serán sobre paneles autoportantes. Esta última actuación se hará sólo donde sea absolutamente necesario para evitar que los paños de azulejos pierdan su función original.
En términos generales, las actuaciones que se van a seguir consistirán en una limpieza generalizada, en la protección y el desmontaje, el pegado de trozos de azulejos fracturados, las desalaciones, la consolidación de los paños parcialmente ahuecados. la consolidación de los vidriados y bizcochos, la recolocación de las piezas sobre los paramentos, la recolocación de las piezas que sean necesarias en los autoportantes, la reintegración volumétrica y la reintegración cromática.
Más detalladamente, y haciendo referencia a cada uno de los tres espacios sobre los que se va a intervenir, se propone: para la Sala Cantarera se considera necesario el desmontaje de la totalidad de los revestimientos de cerámica, y su recolocación sobre paneles autoportantes, teniendo en cuenta la posibilidad de intercambio de algunas de sus piezas con otras existentes en el Salón de las Bóvedas, como es el caso de la cenefa que bordea la carpintería (bastidor de las puertas) en los alzados Este y Oeste de este salón.
Para la Capilla también se considera necesario desmontar en su totalidad el revestimiento cerámico, recolocándolo sobre paneles autoportantes, y teniendo en cuenta las posibles correcciones a aplicar sobre los azulejos que se reubicaron en algún momento de forma inadecuada.
Por último, en cuanto a la Sala de las Bóvedas, en el alzado Este, se indica como preciso su desmontaje y reubicación sobre paneles autoportantes, con las correcciones necesarias e incluso el intercambio de piezas que se propone con otras piezas de la Sala Cantarera. En el alzado Oeste, también es necesario realizar esta operación, repitiéndose las mismas condiciones que en el alzado opuesto, con la sustitución, además, de alguna pieza intrusa, y los posibles intercambios propuestos. En el alzado Sur, es donde se conservan los revestimientos en su mejor estado y sin apenas alteraciones. Presentan ligeros abofamientos en determinadas zonas del friso superior, donde también se observa algún azulejo alterado en su colocación, que podrá ser corregido.
Tanto en los alzados Oeste como Sur se plantea la recomposición del diseño a su tamaño original de 124 por 124 mm, con la posible reintegración de sus pérdidas. Finalmente, en el testero Norte, se observa que más del 70% de su superficie se ha mantenido inalterada, mientras existen una serie de alteraciones que se corresponden con las zonas donde debieron estar en su origen las pilastras que soportaran las nervaduras de las bóvedas, así como las jambas de la puerta que comunica los dos grandes salones, y que debieron ser las zonas más afectadas por el terremoto de 1755, o al menos fue necesario su desmontaje para la consolidación de estos paramentos. En este caso, se ve aconsejable el desmontaje de las zonas afectadas, para poder tratar los paramentos y en su recolocación hacer las correcciones oportunas para su restitución se incide en la reintegración de estas piezas a su tamaño original de 124 por 124 mm.
La intervención se plantea por fases para minimizar el impacto en las visitas turísticas.
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