El auténtico ‘crack’ del 29

Calle Rioja

Referente. Arturo Fernández cumple hoy 90 años llenando el teatro Quintero con ‘Alta Seducción’, que ha tenido que prorrogar hasta el 28-F

Arturo Fernández y Carmen del Valle, en una escena de 'Alta Seducción'.
Arturo Fernández y Carmen del Valle, en una escena de 'Alta Seducción'. / D.S.

ES todo un acontecimiento. Arturo Fernández (Gijón, 21 de febrero de 1929) cumple hoy 90 años representando en el Teatro Quintero Alta Seducción con el cartel de Entradas Agotadas. Ha tenido que prorrogar hasta el 28 de febrero por la demanda de público. “Y no sigue más tiempo porque ya tiene fechas en Bilbao”, dicen en la oficina del actor asturiano. Llegó al teatro de la calle Cuna en pleno relevo de Susana Díaz por Juanma Moreno y cerrará el telón con llenos diarios el primer 28-F del nuevo presidente de la Junta de Andalucía.

Su nombre aparece tres veces en los carteles: en la compañía Arturo Fernández, artista libre de subvenciones y prebendas, en la dirección y en la interpretación. Pero el galán más presentable del cine español está en una gozosa minoría, rodeada por una batería de mujeres: María Manuela Reina, la dramaturga que escribió Alta Seducción, una versión española y muy libre de El apartamento de Billy Wilder, y Carmen del Valle, la actriz que espléndidamente le acompaña en el reparto, que obtuvo un premio Max de Teatro por su interpretación en La Celestina.

La próxima edición de los Max en Valladolid le cogerá a Arturo Fernández trabajando. Alta Seducción va de Sevilla a Bilbao, el reverso de las navieras de Ybarra, y después recalará en Valencia y Palma de Mallorca. Nació el 21 de febrero de 1929. El 9 de mayo de ese año se inauguró en Sevilla la Exposición Iberoamericana. El 31 de ese mismo mes moría Aníbal González, el arquitecto-director del certamen, autor de la Plaza de España y los edificios de la Plaza de América.

El teatro Quintero se inauguró como cine Pathé en 1925 y pasó a gestionarlo en 2007 Jesús Quintero. El actor que nació el mismo año de la Exposición de 1929 volvió a Sevilla en la de 1992, donde se lució su amigo Paco Rabal, cómplice en el reparto de la película Truhanes de Miguel Hermoso que hicieron conLola Flores.

El Teatro Amaya de Madrid cuenta desde esta semana con una sala que lleva el nombre de Arturo Fernández. Un reconocimiento a la larga e intensa trayectoria de un actor que se formó inicialmente en Barcelona y al que Madrid lo encumbró. De la quinta de 1929 quedan muy pocos; junto al asturiano, el actor argentino Héctor Alterio.

La calle Cuna era ayer un hervidero comercial de gente que se mezclaba con quienes iban a ver esta obra divertida, muy bien construida, en la que se mezclan Humphrey Bogart con guiños a Podemos y Esquerra Republicana. Por la céntrica calle pasaban Lola Pons, especialista en paisajes lingüísticos, y John Julius Reel, el periodista neoyorquino que se hizo bético en Sevilla, contó sus vivencias de guiri en un libro y ayer, anfitrión de dos amigos, no debía dar crédito ante la expectación generada por un actor que nació el mismo año 29 del crack que comenzó con el colapso de la Bolsa de Nueva York.

En su dieta teatral, Arturo Fernández ha conocido unos cuantos regímenes, desde la dictadura de Primo de Rivera hasta el gobierno ochomesino de Pedro Sánchez. Dos años antes del nacimiento de Arturo Fernández nació en Sevilla la generación del 27. A dos pasos del teatro, la casa natal de Luis Cernuda en Acetres, que no salió en la foto y tenía 26 años cuando el actor vino al mundo en Gijón. En 1929 estrenan los Machado La Lola se va a los Puertos y Federico García Lorca llega en barco a Nueva York.

Febrero de 1929 empezó con el comienzo de la Liga española. Un año antes, en la final de Copa del Sardinero, Alberti compone su Oda a Platko. El mismo año que se estrena en Madrid La venganza de don Mendo. Alto y seductor, como reza la obra que interpreta, dejará Sevilla una semana antes del Miércoles de Ceniza, adelanto cuaresmal de una primavera cargada de campañas electorales, temporada política de abril en mayo, como la Feria.

En 1929 ganó el Nobel de Literatura Thomas Mann. En la Cabalgata del Ateneo, al rey Baltasar lo encarnó Juan Miguel Sánchez, que pintó ese año el cartel de la Exposición que tuvo como sedes a Sevilla y Barcelona, el mismo puente que los Juegos y las Carabelas tendieron en 1992. Hoy apagará noventa velas en la calle Cuna, que suena a nacimiento, a inicio de una carrera teatral de un crack de la escena que nació el mismo año del crack.

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