Las aulas hospitalarias de Sevilla atienden a mil alumnos en tres meses
La escuela inclusiva
Tres maestras narran su experiencia en el servicio educativo de los centros de salud
Su labor no sólo se centra en la enseñanza, sino también en el acompañamiento emocional
Begoña Díaz, María Dolores Ruiz y Pepi López son maestras. Se dedican a enseñar. Pero lo hacen en unas instalaciones muy especiales y con unos alumnos en circunstancias muy distintas al resto. Las tres docentes desarrollan su trabajo en el aula hospitalaria del Virgen Macarena, que funciona desde 1988, año en el que se firmó un acuerdo entre el Servicio Andaluz de Salud (SAS) y la Consejería de Educación para su puesta en marcha. Su labor se ha visto especialmente revalorizada en estos tiempos de pandemia.
Las tres forman parte de una plantilla de 10 profesionales que se encargan de prestar este servicio público en los hospitales sevillanos. El Infantil del Virgen del Rocío dispone de cuatro docentes; el Virgen de Valme, de dos; el de Nuestra Señora de las Mercedes (Osuna), de un maestro en el área de Pediatría; y las tres mencionadas del Macarena.
En el primer trimestre de curso se atendió en estos centros de salud a 1.185 alumnos. En el Virgen del Rocío fueron 383 (279 en el hospital general y 104 en Oncología), 311 en el Macarena, 193 en el de Osuna y 298 en el Valme. En éste último, el aula hospitalaria tuvo que cerrarse por Covid en noviembre y diciembre. Su plantilla pasó a reforzar el servicio en el Virgen del Rocío.
La flexibilidad en los métodos
Las aulas hospitalarias se incluyen en la línea de trabajo de la escuela inclusiva, cuyas características principales son la flexibilidad en métodos y estrategias, así como mantener una actitud de trabajo cooperativo, orientado a la innovación, desarrollado en ambientes abiertos y comunicativos, en los que exista colaboración y confianza entre todos sus miembros.
Las tres maestras del Virgen Macarena explican que lo que se pretende con el aula hospitalaria es “contribuir a la normalización de la vida del alumnado enfermo”, para lo que se proponen actividades que tengan en cuenta y respondan a sus necesidades educativas. Los factores que deben valorarse a la hora de diseñar el plan de atención de un niño ingresado son, entre otros, la duración de la hospitalización, la tipología de la enfermedad, las características individuales de cada alumno, la edad y el estado anímico que presenta.
En el Macarena se atiende a estudiantes del área de Pediatría escolarizados en Infantil, Primaria y Secundaria. El puesto que ocupan las tres maestras es optativo y se accede al mismo por concurso de méritos. La última resolución, en este sentido, fue la del 23 de noviembre del año pasado. “Para este concurso, ha de presentarse un proyecto educativo y, a veces, realizar una entrevista personal”, detallan las maestras, que inciden en que se trata, en todo caso, de comisiones de servicio, renovables anualmente y que convoca la Delegación de Educación.
La más veterana de las tres es Begoña Díaz, que forma parte del aula hospitalaria del Virgen Macarena desde el curso 2004/05. Esta maestra es funcionaria con destino definitivo en el CEIP Borbolla, en Sevilla capital. “Conocía la existencia de estos puestos y siempre tuve curiosidad por trabajar en ellos”, relata esta docente, que reconoce que sus primeros años en este servicio fueron “difíciles”. No obstante, la experiencia desarrollada hasta ahora ha sido “muy gratificante”. “Voy a tener la suerte de terminar mi trayectoria educativa con la oportunidad de atender a este alumnado tan especial”, añade.
Una experiencia "gratificante"
María Dolores Ruiz también lleva bastante tiempo trabajando en este aula hospitalaria. Desde el curso 2005/06. Al igual que Begoña , es funcionaria con destino definitivo, en su caso, en el equipo de Orientación Educativa del Distrito Bami-Bellavista, en la especialidad de Audición y Lenguaje. No es la primera vez que desarrolla esta función. Ya lo hizo en el Hospital de Valme. “Quise retomar este ámbito educativo que me había resultado tan gratificante”, afirma.
La más joven de todas en este cometido es Pepi López, que entró de maestra en el Macarena el curso pasado. Es funcionaria provisional (sin plaza fija) en la especialidad de Pedagogía Terapéutica. De entre todos los puestos específicos a los que tenía opción, se decantó por el de aulas hospitalarias al ser el que más le llamaba la atención “por la población tan vulnerable con la que podía trabajar”, destaca. Las tres coinciden en señalar en que, aunque se viven “situaciones difíciles”, es una labor enriquecedora y muy positiva en la que se establecen “unos vínculos afectivos difíciles de olvidar”.
“En la actualidad, existe un interés creciente por mejorar la atención integral de las personas hospitalizadas, no sólo desde el punto de vista físico o médico, sino también desde el psicológico y educativo”, subraya Begoña, quien abunda en que las aulas hospitalarias, “y sobre todo la atención psicoeducativa que se facilita en estos contextos extraordinarios”, suponen una solución apropiada para el paciente pediátrico. “Nuestro objetivo fundamental consiste en proporcionar atención educativa al alumnado que, por causa de una enfermedad, se ve obligado a pasar periodos de tiempo en el hospital, con lo que intentamos que sea mínima la interrupción del proceso educativo así como el impacto emocional que la enfermedad conlleva”, destaca Loli.
Este servicio requiere de una importante organización previa. El alumnado ingresado en Pediatría (de 0 a 14 años) podrá asistir al aula hospitalaria siempre que sus condiciones de salud se lo permitan. Cuando éste no pueda desplazarse, las maestras prestarán el apoyo educativo en las habitaciones. Para ello, las docentes contactarán con el servicio de admisión, donde recogen las “plantillas” para localizar a los nuevos ingresados y realizar el seguimiento del resto del alumnado. Posteriormente, se diseña el trabajo diario en función de los niños ingresados, las edades, las patologías y la posibilidad de asistencia al aula.
Asistencia en la habitación
Una vez conocidos estos datos, se establecen los contactos oportunos con las familias para recoger la información de interés y concretar los pormenores de la atención educativa y la organización interna de la misma (horario de atención, indicación del aula escolar y materiales necesarios, entre otros aspectos). A continuación, se inicia la atención educativa en el aula. En caso de que el alumnado no pueda desplazarse –porque se encuentre encamado, en aislamiento o tras una cirugía– una de las maestras lo atenderá en su habitación.
Debe tenerse en cuenta aquí que el alumnado hospitalizado continuará, a todos los efectos administrativos y docentes, inscrito en el centro educativo donde esté escolarizado, aunque no asista al mismo. Con el fin de dar continuidad al proceso de enseñanza durante el tiempo de permanencia en el centro de salud, las maestras establecen contacto, en los casos de media y larga hospitalización (más de siete días), con el equipo directivo del colegio e instituto y con los tutores del menor. El fin último es coordinar y establecer la continuidad del proceso de aprendizaje.
Con el objetivo antes mencionado de cubrir las necesidades educativas, afectivas y emocionales del alumnado hospitalizado, se ponen en marcha tres tipos de actividades en estas aulas. En primer lugar, la de acogida e integración de los menores de nuevo ingreso. El segundo tipo de actividades son las curriculares, cuyo objetivo será la consecución de las competencias básicas. Con carácter general y, según los objetivos curriculares establecidos para el alumnado y el tiempo de hospitalización, se priorizan las asignaturas instrumentales (Lengua Castellana y Matemáticas). Para ello, se potencia el uso de las nuevas tecnologías y plataformas educativas, como Classroom y Moodle.
En tercer lugar se encuentran las actividades lúdico-recreativas, cuyo objetivo es la interacción personal y grupal, a través de juegos de mesa, musicoterapia, manualidades y pintura. Para este tipo de ejercicios se cuenta con la colaboración de entidades externas, como el Museo Arqueológico, el Ayuntamiento de Sevilla, Emasesa o empresas especializas en cuentacuentos. Aquí también debe incluirse las 20 tablets que, gracias a la colaboración de Endesa, se han repartido esta semana en las aulas hospitalarias de Sevilla y que contribuyen a mejorar la enseñanza durante el ingreso.
Clases en las habitaciones por culpa del Covid
La pandemia de Covid también afecta al aula hospitalaria, que siempre ha estado en la planta quinta del Virgen Macarena y, debido al coronavirus, hubo que trasladarla a la séptima. Las medidas de actuación llevadas a cabo están reguladas por las instrucciones del 6 de julio de la viceconsejería de Educación y Deporte, relativas a la organización de los centros docentes para el curso 2020/21.
Como referencia se han tomado las orientaciones que, desde el Área de Prevención de Riesgos Laborales y Medicina Preventiva, se les ha trasladado a los docentes. Algunas de las medidas han consistido en colocar mamparas de protección individual, la señalización visual y el uso de hidrogel. A pesar de ello y siguiendo las indicaciones sanitarias, durante este curso al alumnado hospitalizado se le atiende en sus habitaciones.
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