"El asesino de mi padre ni siquiera ha pisado la cárcel"
La hija y el yerno de la víctima relatan el control que el autor del crimen ejercía sobre la víctima
La decisión del juez de Instrucción 1 de Coria del Río de dejar en libertad con cargos al presunto autor de la muerte de Ángel Sevillano ha causado una profunda indignación en la familia de la víctima. La hija de ésta, Francisca Sevillano, no entiende por qué el marido y presunto asesino de su padre, Manuel Sosa, no fue encarcelado de manera preventiva tras su detención. "El asesino de mi padre ni siquiera ha pisado la cárcel. Ha estado tres días en los calabozos de la Policía y después fue puesto en libertad. Por su avanzada edad y porque no hay riesgo de fuga, nos han dicho. No hay derecho a ésto, ¿cuánto vale matar en España?", se pregunta esta mujer, que entiende que la gravedad del delito cometido debe primar sobre la edad a la hora de enviar a prisión a un presunto criminal.
Francisca Sevillano y su marido, Alfonso Marcos Moya, recibieron esta semana a este periódico en su casa de Azuaga (Badajoz). Sevillano denunció que la puesta en libertad de Manuel Sosa ha agravado el dolor que les causó la muerte de su padre. "Fuimos a visitarlo al cementerio el día de los difuntos y nos encontramos con algunos familiares de Manuel. Él les ha dicho que ya ha pagado su pena. Sabemos que no es así, que ahora hay una investigación judicial en marcha y luego será juzgado, pero escuchar que él va diciendo eso por Coria ya nos indigna mucho".
El yerno de la víctima confirma la motivación económica que la Policía encuentra en el crimen. "Mi suegro tenía prohibido ir al banco. Él apenas gastaba nada y Manuel Sosa lo controlaba todo. Era él quien retiraba el dinero y se lo gastaba todo en las máquinas tragaperras", apunta Alfonso, que piensa que el asunto monetario debió causar una fuerte discusión en el matrimonio. "Probablemente mi suegro se enterara de lo que se estaba gastando Manuel y se lo reprochó. A lo mejor le dijo que si él se gastaba cada mes 2.000 ó 3.000 euros en el juego, él nos mandaría lo mismo a nosotros, que estamos en el paro y con muy pocos ingresos".
Una de las claves que confirma el móvil económico en el crimen es la herencia. Francisca Sevillano relata cómo Manuel Sosa se sorprendió mucho cuando supo que el porcentaje que le correspondía a la hija de su marido tras la muerte de éste -antes de su detención como presunto autor del homicidio- era bastante mayor del que él esperaba. "Se quedó blanco delante del notario", apunta Francisca.
Tanto ella como su marido aprecian indicios de un maltrato psicológico en el matrimonio, por parte de Manuel Sosa a Ángel Sevillano. "Era como un caso de violencia de género, aunque fueran dos hombres. No había maltrato físico, pero sí psicológico. En público todo eran cariños, pero en la intimidad la relación no era buena". La Policía incluso apunta en su informe la posibilidad de que Ángel Sevillano quisiera separarse de su marido tras descubrir la adicción de éste a las máquinas tragaperras.
Manuel Sosa, a juicio de los familiares de la víctima, era una persona muy posesiva y controladora. "Llevaba nueve años intentando impedirme que viera a mi padre. Mi padre hacía lo que Manuel quería. Para que no nos molestáramos, decía que no estaba bien de las piernas. Recuerdo que poco antes de su muerte había hablado con su hermano y su cuñada, que viven en Madrid y querían venir a Coria para Semana Santa. Como Manuel no se lo permitía, mi padre les dijo que no porque le dolían mucho las piernas. Pero al final fueron ellos quienes se desplazaron a Madrid. Entonces le pregunté a mi padre si ya no le dolían las piernas".
Para Francisca Sevillano, esta visita a Madrid es un indicio de que el crimen estaba premeditado. "Estuvieron cinco o seis días a principios de abril. Creo que lo llevó allí para que se despidiera de su hermano". La pareja relata la frialdad de Sosa durante los tres meses que transcurrieron entre la muerte de Sevillano y su detención. "Llegó a decirle a la Policía que si había huellas suyas en el cadáver era porque él le aplicaba cremas. Y durante los tres días de detención se mantuvo frío. No pidió ni un cigarro pese a que fuma mucho".
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