La magna
La asesina de la heladería golpeó a la víctima con el palo de una sombrilla
Manuel Martín Ojeda, de 62 años, recibió al menos un fuerte golpe en la cabeza, pero todo apunta a que este impacto no fue la causa final de la muerte. La detenida alega defensa propia.
La asesina de la heladería Otoño asestó a la víctima uno o varios golpes con el palo de una sombrilla. María Q. B., de 44 años, confesó el crimen la tarde del sábado y prestó declaración ayer ante el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional. La mujer habría dicho a los investigadores que la víctima, Manuel Martín Ojeda, de 62 años, intentó agredirla sexualmente y que ella se defendió golpeándolo en la cabeza con una de las sombrillas que había en el negocio para proteger del sol a los clientes.
Otra versión apunta a que era la autora del crimen la que acosaba a la mujer de Manuel, y que éste fue a pedirle explicaciones a la heladera y a exigirle que cesara en este comportamiento. Esto habría generado una discusión en el interior de la heladería, que habría acabado con la dueña del negocio asestando el fuerte golpe con la sombrilla a Manuel Martín Ojeda. La Policía no ha podido acreditar esta hipótesis ni encontrar a ningún testigo que así lo acredite, pero matiza que esto no significa que se descarte esta teoría.
La mujer será puesta a disposición judicial hoy, por tanto, con al menos dos hipótesis abiertas sobre el móvil del crimen. Tampoco parece que el golpe dado con la sombrilla fuera la causa final de la muerte, según el avance del primer informe de la autopsia. La Policía está investigando si la mujer empleó también otros métodos. Tras matar a la víctima, ocultó el cuerpo en un congelador del negocio, aunque por el momento no ha trascendido por qué actuó de esta manera.
Los hechos ocurrieron sobre las nueve de la noche del viernes en la heladería Otoño, situada en la esquina de la calle del mismo nombre con Los Romeros, en el distrito Macarena. La Policía ha estado estos días reconstruyendo las últimas horas de la víctima y ha tenido conocimiento de que estuvo en un bar del barrio, El Arepazo, propiedad de un amigo del muerto y situado frente a la heladería. De allí salió a otro bar situado en la avenida de San Lázaro, donde coincidió con la mujer que lo mató. El encuentro entre ambos fue captado por una cámara de videovigilancia cuya grabación ya ha sido inspeccionada por la Policía. Ambos salieron del bar sobre las nueve menos cuarto de la noche del viernes.
Lo que pasó entre este momento y la tarde del día siguiente, cuando la mujer acudió a la comisaría de la Policía Nacional en Dos Hermanas para confesar el crimen, es todavía un misterio. La heladera se presentó en la sede policial diciendo que había matado a alguien. Iba acompañada por dos personas, una hermana y un hermano, que residen en el municipio nazareno. Se encontraba bastante ebria y algunas fuentes apuntan que llegó incluso a pedir una copa en la comisaría. Allí dijo que había matado a alguien, pero no era capaz de dar más detalles. La Policía detuvo inmediatamente a la mujer y comprobó la veracidad de su relato.
Una patrulla acudió a la heladería que regenta desde hace aproximadamente dos años y encontró, sobre las siete de la tarde, el cuerpo de Manuel Martín Ojeda en uno de los congeladores del local. El Grupo de Homicidios inició una investigación para esclarecer qué relación unía a asesina y víctima. Aparentemente no había ningún vínculo entre ambos, aunque algunos testigos explicaron que frecuentaban los mismos bares de la zona. Manuel Martín Ojeda, conocido como Manolito en su círculo de amistades, acudía prácticamente a diario a esta zona del distrito Macarena. Era vecino de San Jerónimo, donde había vivido prácticamente toda su vida. Estaba casado y residía con su mujer y cinco hijos, todos ya mayores.
Estaba jubilado de manera anticipada y contaba con una pensión por incapacidad. Fue durante años delegado sindical de UGT en la antigua fábrica ISA (Industrias Subsidiarias de Aviación, S. A.). De hecho, fue uno de los que firmó el expediente de regulación de empleo como representante de los trabajadores, por lo que la Guardia Civil tenía previsto citarlo a declarar como testigo en el marco de la investigación de las presuntas irregularidades de los ERE fraudulentos.
Ahora disfrutaba de esta jubilación anticipada y pasaba largas temporadas con su esposa en una parcela que tenía en un camping en Mazagón, donde vivía en una roulotte. Su familia había denunciado la desaparición la noche del viernes. La Policía de hecho acudió la mañana del sábado a la calle Los Romeros para preguntar si había sido visto por las inmediaciones. Algunas fuentes apuntan que la Policía llegó incluso a preguntar en la heladería Otoño. Manuel Martín Ojeda era una persona de baja estatura, de ahí que siguiera siendo conocido por sus amigos como Manolito, mientras que la heladera era de complexión fuerte, de ahí que pudiera valerse por sí sola para introducirlo en el congelador.
Manuel Martín Ojeda recibió ayer sepultura en el cementerio de San Fernando, al que acudieron numerosos ex compañeros suyos de la fábrica y vecinos de San Jerónimo que lo conocían de siempre. Mientras tanto, la presunta autora del homicidio permanecía a la hora de cierre de esta edición en dependencias policiales.
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