El arzobispo inaugura la iglesia de Santa Catalina
Monseñor Asenjo ha presidido la ecuaristía de la reapertura tras más de 14 años medio de cierre.
La alegría por la consecución de una meta largamente soñada. Estas palabras del arzobispo, monseñor Asenjo, resumen a la perfección lo que se ha vivido esta mañana en la iglesia de Santa Catalina: 14 años y medio después el renovado templo ha acogido una celebración religiosa, y no una cualquiera, la consagración del nuevo altar, una de las ceremonias más solemnes y ricas de la Iglesia Católica. “Hemos recuperado un templo emblemático, verdadero compendio de la historia del arte cristiano a partir del siglo V, orgullo de Sevilla y de la Archidiócesis”.
Una hora antes del inicio de la ceremonia de reinauguración del templo ya eran muchas las personas que se encontraban en Santa Catalina observando, y admirando, todos y cada uno de los detalles. Los titulares de las hermandades, ya ubicados en sus altares; el nuevo mármol blanco con detalles en un rosa muy claro; el arco de herradura de entrada, que ahora se puede ver en toda su dimensión gracias a la excavación arqueológica y al vidrio que se ha instalado en el suelo; o los altares y pinturas relucientes.
Tan sólo la cabecera del templo estaba reservada a las autoridades, entre ellas, el alcalde, Juan Espadas, que no quiso perderse la recuperación para la ciudad de uno de sus templos más bellos y emblemáticos; el delegado del Gobierno en Andalucía, Gómez de Celis; o el exalcalde, Juan Ignacio Zoido, entre otras autoridades. El resto de la Iglesia lo ocupaban feligreses y devotos.
“¡Qué alegría!” “¡Ya era hora!”, ha exclamado una vecina emocionada cuando entraba por la puerta ojival. Todavía quedaba algo más de media hora para el inicio de la misa. Las corales ensayaban desde el coro y se hacían las últimas pruebas de megafonía.
El repique de las campana ha anunciado el inicio de una ceremonia queha comenzado con la bendición con agua a los asistentes y de los muro de la Iglesia en recuerdo del bautismo.
Durante su homilía, monseñor Asenjo se ha mostrado feliz por la consecución de una meta, plagada de dificultades, “que se ha logrado con la ayuda de Dios”. El arzobispo de Sevilla ha dedicado palabras de elogio y a agradecimiento a las personas que han colaborado en la materialización de la obra: “En primer lugar, a los miembros de la Curia Diocesana, que tanto han luchado por esta obra, el vicario general, Tedoro León; el secretario canciller, don Isacio Siguero, el ecónomo diocesano, don Alberto Benito, el responsable de obras y rehabilitaciones, don Luis Verano, el delegado diocesano para el Patrimonio Cultural don Antonio Rodríguez Babío; y el párroco Francisco José Blanc Castán”.
Una mención y reconocimiento espacial ha tenido para el arquitecto, Francisco Jurado Jiménez, uno de los mayores expertos en restauración en España. “Sólo Dios sabe lo que este templo, completamente renovado, debe a la voluntad tenaz, a la ilusión, entrega y entusiasmo de todos ellos. La gratitud de la Diócesis también a los arqueólogos, que han desarrollado una tarea admirable, a los restauradores de bienes muebles, a Tricsa, la empresa constructora, cuyos profesionales y oficios han dejado en esta obra lo mejor de sí mismos”.
Monseñor Asenjo ha recordado el enorme esfuerzo económico que ha conllevado la obra: más de cuatro millones de euros. Algo más de dos han sido aportados por la Archidiócesis; un millón por el Ayuntamiento; 400.000, por la Consejería de Cultura de la Junta; 200.000 euros, por el Ministerio de Cultura para los trabajos previos de hace 14 años; y 150.000, por la Fundación La Caixa. “Muchas gracias a todos ellos”.
La inauguración del templo se ha celebrado en la festividad de Santa Catalina de Alejandría, que este año coincide también con Cristo Rey. Asenjo ha espetado a que el nuevo altar “sea lugar de encuentro de Cristo con vuestra comunidad, mesa de fraternidad y de esperanza para todos los que queremos vivir en este mundo como hijos de Dios y como hermanos reconciliados”.
El arzobispo ha señalado que el altar y el sagrario deben ser de nuevo el corazón de esta comunidad cristiana: “Aquí os esperará el Señor para ser adorado, visitado y acompañado”. Asenjo ha animado a los fieles a ser una comunidad fervorosa y orante: “Que viva en la cercanías de su Señor y que participa con fervor en la eucaristía; una comunidad unida y fraterna, que se preocupa de los pobres con iniciativas concretas y eficaces; que se preocupa de los enfermos y de los que sufren; una comunidad viva, dinámica, participativa y comprometida en las diversas tareas eclesiales, la catequesis, la liturgia, las obras de caridad y los diferentes consejos que propician la corresponsabilidad de los fieles en las tareas pastorales para el bien de la Iglesia; una comunidad apostólica, dispuesta siempre, como las primeras comunidades cristianas, a dar testimonio de Jesucristo con mucho valor y a dar razón de su fe y de su esperanza”.
Tras la homilía y el rezo del Credo ha sido el momento central de la celebrción. El arzobispo ha pronunciado la oración de la dedicación del templo, ha ungido el altar con el Santo Crisma y se ha quemado el incienso. Posteriormente, se ha revestido el altar con todos lo elementos necesarios para celebrar la eucaristía. Tras ello, se han encendido las velas del altar.
El párroco, Francisco José Blanc, ha dado las gracias al arzobispo por el empeño que ha mostrado para la restauración. La celebración, que ha durado más de una hora y cuarenta minutos ha finalizado con la transmisión al párroco del decreto de entrega del templo y con la enorme satisfacción de todos los asistentes.
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