"El artista trabaja todos los días, pero al final de mes no hay una nómina"
los invisibles
Pablo Lanuza. El pintor en su estudio de un pueblo del Aljarafe, su obra en la cosmopolita Miami. Su madre biológica le dio el apellido de artista y la madre naturaleza la abstracción
Hablar de pintura con Pablo Lanuza (Sevilla, 1962) es la mejor coartada para hacerlo de música, literatura y filosofía. Está exponiendo en Miami.
-¿De quiénes se rodea?
-Aquí hay un Antonio Saura, dos Antonio Agudo, que es mi maestro. La Vespa y el hormiguero los pintó Paco del Junco, que de discípulo pasó a amigo y a quien le dedico la serie Junco Suite.
-¿Necesita de un polígono industrial para pintar?
-Mi primer estudio lo tuve en Ayamonte. Después los he tenido en Los Bermejales, Heliópolis, el Polígono Pisa y ahora en el Pibo.
-¿En qué Sevilla crece?
-En la Macarena. Nos fuimos a los pisos de la Diputación de Los Remedios y la calle San Vicente, junto al Museo de Bellas Artes. Los domingos iba con mi padre.
-¿Y veía a solas los Murillo?
-No me van los fastos y los eventos. He disfrutado solo delante de un Murillo. Aquí gustan las colas y las manifestaciones.
-¿Cómo surge su vocación?
-Me recuerdo tirado en el suelo de casa dibujando. Mi madre decía que iba a hacer Bellas Artes.
-Dicen que la madre de Aníbal González fue fundamental para que hiciera Arquitectura...
-Hay madres de artistas muy dominantes. La de Münch le fastidió la vida.
-¿Su padre le marcó menos?
-Mi padre estudió Derecho y pudo ser un gran poeta.
-¿El poeta Lanuza?
-Se llamaba Francisco González Taltabull. El Lanuza es el materno. Me lo pusieron en el colegio. González había a patadas. Hubo un Lanuza que fue Justicia Mayor de Aragón. Felipe II mandó cortarle la cabeza.
-¿A qué colegios fue?
-Empecé en el de la señorita Puri en Los Remedios. Fui al Aljarafe, al instituto Bécquer. En los jesuitas duré un año. Soy de la primera promoción del BUP.
-¿Sus maestros?
-Me marcó una frase de Antonio Agudo después de un ejercicio: Esto es un gazpacho de pronóstico reservado. Aprendí mucho de Mauri y Mercedes Espiau.
-¿Su primera exposición?
-En Betis 29, un bar de la calle Betis que era de quien ahora regenta Casa Paco en la Alameda.
-¿Sus abstractos entroncan con Manuel Salinas?
-Es una referencia. Alguna vez hemos coincidido comprando materiales en Casa Carreras, donde me aplazan la deuda porque la vida del artista es trabajar todos los días, pero al final de mes no hay una nómina.
-¿Cómo llega su obra a Miami?
-Participé en una exposición, el Art Fair Málaga. De los muchos correos que recibí, uno era de Silvia Medina, una galerista cubana que vivió en Venezuela. Tiene una galería en Miami, Art Concept Alternative, y me propuso participar en Pinta Miami, del 6 al 10 de diciembre. Sigo allí en Moving Sign hasta final de año. Primera vez que expongo en Estados Unidos.
-¿Qué obra llevó?
-En el catálogo eligieron Exégesis, un cuadro que pinté en Ayamonte, la vida y la muerte con las paredes blancas de los pueblos andaluces y las rejas negras. Cuando pase la Navidad, me voy a pintar a Isla Canela, junto a la frontera más antigua de Europa.
-Ayamonte, tierra de pintores.
-Lola Martín, pionera de la pintura en Ayamonte, era amiga de mis padres. Con su sobrino, Ramón Delgado, fui a comprar mi primer caballete.
-¿Cómo llega a la abstracción?
-Era inevitable. He tocado todos los géneros: paisaje, bodegón, figura humana, pero quería entrar en algo desconocido, como el Aleph de Borges. La abstracción está en la naturaleza, es la esencia de algo, por eso está en Goya y Velázquez. No estoy de acuerdo con los que dicen que empieza con Kandinsky. Ya está en el Neolítico, cuando el hombre se asienta y descubre la agricultura.
-¿Le gusta que la inspiración le coja trabajando (Picasso)?
-En la vida y en el arte es así: trabajo, trabajo y trabajo. Con palabras de El caballero inexistente, de Italo Calvino: mucha fuerza de voluntad y fe en la causa.
-¿El campo es un buen escenario para el arte contemporáneo?
-El pintor se olvida hasta de su nombre, del lugar donde está.
-¿Qué proyecto prepara?
-En Ayamonte quiero hacer una serie sobre el Océano Atlántico, una balsa y un poder destructor. Es algo que se ha ido fraguando en mis paseos. Lo hago siempre solo. La soledad es la única compañía posible para la creación.
-¿Sin compañía ninguna?
-En el estudio, la música de Bach y de John Coltrane. No soy creyente, pero los dos tienen mucho que ver con la idea de Dios, con lo que hay más allá de lo tangible.
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